xx. new york

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Brinda se quedó de piedra. No sabía cómo decirle a sus amigos que se iría a Nueva York, de vuelta. Se había quedado completamente muda y no entendía nada,

JJ estaba mirando fijamente a la chica esperando a recibir una mirada de vuelta, pero nunca llegó. Se había fijado en cómo había cogido el móvil para leer un mensaje, y segundos después solo estaba callada. No era muy raro en ella, ya que abrían era bastante tímida, pero sabía que le pasaba algo.

—¿Estás bien? —cuestionó.

Brinda levantó la mirada un instante y se levantó, añadiendo "Me llama mi padre, lo siento", dispuesta a irse sola. JJ se quedó extrañado, mirando cómo se iba durante un breve instante. Enseguida reaccionó y salió corriendo detrás de ella. No iba a hacer las cosas mal.

—¡Eh, Brina! —gritó.

La nombrada frenó en seco, mirando hacia atrás. Al ver al rubio acercándose a ella, se puso nerviosa de inmediato. ¿Por qué la estaba siguiendo?

—Oye, oye, ¿qué te pasa? ¿Dónde vas?

—JJ, ya te he dicho que mi padre me ha llamado. Me tengo que ir a casa.

—Al menos déjame acompañarte.

La chica dudó en aceptar la propuesta. En ese momento solo le apetecía estar sola, pues el mensaje de su padre le había dejado muy confundida,

—Está bien.

JJ y Brina se subieron a la moto del rubio. La chica rodeó sus brazos en la cintura de JJ, quien se puso en camino para dirigirse hacia la casa de la Kook.

Cuando llegaron, la morena se bajó de forma incómoda. Miró a JJ, sin saber muy bien qué decir, lo que confundió aún más al chico. No sabía qué la pasaba, pero tampoco sabía por qué estaba tomando tantas distancias con él de un momento para otro. ¿Había hecho algo mal?

—Bueno, eh, me voy —dijo, con intención de irse.

—Espera —la frenó, agarrando su mano—, ¿qué te pasa, Bri?

—Nada, ¿por qué lo dices?

—Joder, no soy gilipollas, Brina. Sé que te pasa algo, no entiendo por qué no confías en mí.

—JJ, no es eso...

El chico se lamió los labios y se echó el pelo hacia atrás.

—Muy bien —suspiró, finalmente, para volver a subirse en la moto.

—Me voy a Nueva York.

JJ se giró, como si no hubiese entendido nada de lo que hubiera dicho. La miró directamente a los ojos, buscando algo que le dijera que fuese mentira. Pero lo decía muy en serio.

—Tienes que estar bromeando.

—Lo siento —susurró—. Espero que nos veamos pronto, en serio.

Brina se dio la vuelta para irse, apenada por la situación.

—¿Y ya está? —dijo en alto el rubio.

—¿Qué quieres que haga? —cuestionó Brina dándose la vuelta—. Yo no lo he elegido, JJ. No me apetece irme, pero yo no lo puedo decidir.

—Sí que puedes. Lo sabes. Sabes que puedes quedarte.

—Por favor, tenemos 16 años. Tengo una familia, JJ, no puedo escaparme para vivir una loca aventura con vosotros. Siento mucho que no lo entiendas.

Brina volvió a hacer el amago de irse, pero de nuevo JJ la frenó.

—No hemos terminado de hablar.

—Sí habéis terminado de hablar —interrumpió el señor Steinfeld.

JJ tragó saliva, muy nervioso. Sabía que el señor Steinfeld era un tanto radical con los lados de Outer Banks.

—Maybank, solicitaría que te vayas de Figure Eight y dejes a mi hija en paz —espetó, tomando el brazo de su hija.

—¿No van a volver? —se atrevió a preguntar.

—A usted no le importa. Vuelva con su padre.

JJ se dio por vencido, pero no sin dedicar una mirada a Brina, quien apartó la mirada rápidamente. Suspiró y cogió de nuevo su moto para volver a casa. Con su padre, tal y como dijo el señor Steinfeld.











Los altos edificios de Nueva York se asomaban por la ventana del coche de los Steinfeld. Brina suspiró. La noche anterior Kiara le había llamado, supuso que solicitaría explicaciones, pero ella no lo llegó a coger. No le apetecía hablar con ella. Sabía que volvería a Outer Banks antes de lo esperado, sólo viajaban a Nueva York por negocios del señor Steinfeld, y quería que su mujer y su hija le acompañasen.

A Brina le preocupaba cierto rubio. Sabía perfectamente que su padre haría todo lo posible por que su hija no estuviera con JJ Maybank, un simple Pogue. Seguramente preferiría a Rafa Cameron. Ya lo había insinuado en algunas de las comidas que habían compartido junto a su familia.

El padre de Brina dejó el coche en su oficina. Brina y su madre lo siguieron mientras este iba saludando a sus empleados.

Mientras tanto, Brina y su madre se quedaron en el despacho. El golpe de realidad había sido un tanto extraño después de Outer Banks.

—¿No vamos a volver? —preguntó la morena.

—Claro que sí. No sé cuando, pero lo haremos. Papá tiene cosas que hacer allí.

Claro, porque siempre hacían todo lo que el señor Steinfeld ordenaba.

—Quiero... Me gustaría volver rápido.

—Lo sé, cielo. Esta noche le preguntaré a tu padre.

Brina sonrió tímidamente. Después escuchó su móvil vibrar. Miró la pantalla y vio un mensaje de un amigo antiguo. Al parecer se habían enterado de que había vuelto.

Alex siempre había estado colado por ella. Y ahora quería quedar a solas. ¿Qué otra cosa iba a hacer ella en Nueva York?

Obviamente aceptó.

love takes two| jj maybanksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora