viii. four-hundred millions

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   Jonh B fue esta vez el que tomó a Brina en sus brazos para llevarla hasta el interior de su casa. La morena cogió su móvil para marcar el número de su madre.

—Hola mamá —saludó.

¿No vienes a cenar, cariño? —se escuchó al otro lado del teléfono.

—No, cenar no creo, aunque a lo mejor llego a dormir... Aún no lo sé —balbuceó. No estaba segura de cómo iba a reaccionar su madre al verla con el tobillo hinchado.

Jonh B le pasó unos cuantos hielos envueltos en un trapo, y los colocó sobre su tobillo, soltando un gemido de dolor al sentir el frío hielo tocar su piel.

Sea cuando sea que vienes, escríbeme por favor —le pidió su madre—, y si no vienes a dormir, también. Da igual la hora que sea.

—Vale mamá, luego te aviso.

Aún tenemos algunas cosas de las que hablar señorita.

Brina tragó saliva y después se despidió de su madre, dejando finalmente el móvil en su bolsillo de nuevo. Echó su mirada hacia la pequeña cocina del moreno, y vio cómo JJ cogía unas rebanadas de pan y empezaba a untar crema.

—Ese pan tenía moho hace dos días —le advirtió Pope.

—Le quito la parte mala. Además, el moho es bueno. Es un organismo natural.

—Ya, claro, veremos como te encuentras después de comertelo —bromeó la Kook.

—JJ —le llamó Kiara.

—Voy, voy, voy. Venga, al lío —se colocó al lado de Jonh B.

JJ escupió el pan que se había tragado, y Brina soltó una sonora carcajada. Jonh B sacó y extendió el mapa en la mesa. Brina tenía el pie con hielo apoyado en el sillón, y se encontraba en una posición incómoda.

—Mirad, está marcada con una x. Longitud, latitud, quizá contenga algo más.

Jonh B sacó una grabadora del bolsillo, pero Brina no escuchó mucho de lo que venía a continuación, pues se encontraba colocándose el hielo en el tobillo de nuevo, e intentando acomodarse mejor. Se arrepintió instantáneamente de no escucharla, ya que Jonh B se echó a llorar.

—Lo consiguió. Después de todo encontró el Merchant —suspiró JJ, emocionado.

—JJ, para —advirtió Kie.

Brina se reincorporó e intentó levantarse, pero no pudo hacerlo ya que el pie hinchado se lo impidió. Casi cae contra la mesa, pero el rubio lo impidió sujetándola por la espalda y la tripa. Sonrió tímidamente y volvió a tumbarse en el sillón.
JJ se sentó en el hueco que había en sus pies, y se echó hacia atrás mientras todos escuchaban los llantos de Jonh B en el marco de la puerta.

JJ había colocado a Brina en la barra de madera del puerto que había al lado de la casa de Jonh B, y se encontraban escuchando a Kie tocar el ukelele. Brina estaba en paz. Los grillos se escuchaban en el fondo, y la melodía que salía del ukelele era tranquilizadora. Pero por supuesto que el rubio interrumpió su momento de paz plena.

—¿Cuánta pasta había?

—Cuatrocientos millones —respondió Jonh B.

—¿Cómo lo vamos a repartir? Y antes de que digáis a partes iguales, recordad que soy el único que puede defendernos de los matones que nos perseguían —presumió el rubio, haciendo que Brina bufase—. La protección sale cara.

—No tienes formación —intervino Pope.

—¡Está en YouTube! Mínimo merezco el extra del cinco por ciento—Pope fue a intervenir de nuevo, pero fue interrumpido por el chico de nuevo—. ¿Alguna objeción? Lo imaginaba —asintió, ignorando las manos levantadas de los pogues.

—¿Qué harás con tus millones, Pope? —preguntó Kie, dejando el tema atrás.

—Pagar la universidad por adelantado, y los libros de texto. Son súper caros.

—¿Tú Kie? —cuestionó JJ.

—Sí, ¿qué hace una socialista cuando es rica? —preguntó también Pope.

—Sacaría un álbum doble sobre Outer Banks, los Pogues... Igual que Cath a Fire. Grabarlo con Marley y Peter Tosh en su estudio.

—Peter Tosh está muerto.

—Lo sé, pero su espíritu jamás morirá —sonrió levantando su cerveza y Brina sonrió.

Brina se encontraba detrás de JJ, con ambas manos en su cuello para no caerse. Sus piernas estaban a ambos lados de la cintura del rubio, y con la cabeza en su hombro.

—Yo ya sé lo que haré —intervino el rubio—. Compraré una mansión en el Ocho y unirme a los Kooks —Brina sonrió mirando su cara.

—¿Te vas a unir a los kooks? —le preguntó Pope.

—Sí. Pondré una escultura de mí y un estanque con carpas.

—Suena prometedor —bromeó Bri.

—¿Tú qué harás princesa? —le preguntó JJ, girando un poco su cabeza para encontrarse con sus ojos.

—¿Yo? No necesito el dinero, estoy aquí para vivir una aventura. Podéis quedaros mi parte.

Los pogues sonrieron ampliamente, felices porque les tocaría más parte —obviamente—, y después miraron a Jonh B, quien todavía no había dicho nada sobre sus planes.

—¿Tú qué harás, Jonh B?

—Por nuestra entrada en los kooks.

Todos levantaron sus cervezas y Brina sonrió a los pogues. Estaba felices por ellos, y por ella, ya que comenzaba a sentirse plenamente feliz.

Al día siguiente, Brina se levantó con el objetivo de llamar a su madre, diciendo que volvería al día siguiente. Miró su pie, parecía estar mucho mejor y no debía ser un esguince. Intentó levantarse del sofá en el que había dormido, y pudo hacerlo con algo de cuidado. Miró alrededor, JJ había dormido en el suelo para dejarle a la morena todo el sofá, Kie había dormido en su casa, y Pope había hecho lo mismo.
Tocó el hombro de JJ, quien se despertó con cara de susto.

—Buenos días, rubio psicópata —gorgeó la kook.

—Buenos días a ti también, princesa. ¿Algún día dejarás de llamarme rubio psicópata? Fue algo de una vez, ya sabes.

—Lo haré cuando dejes de llamarme princesa, no lo soy.

JJ permaneció callado y después se reincorporó, estirando su espalda y después levantándose quedando más alto que Brina.

—Mucho mejor —comentó, mirando hacia abajo y sonriendo al ver el ceño fruncido de su amiga—, sabes que eres una princesa, así que no te dejaré de llamarlo —aclaró, entrando en la habitación de Jonh B.

—¡Entonces yo te seguiré llamando psicópata! —le gritó, sonriendo al escuchar la carcajada del rubio.

love takes two| jj maybanksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora