xiii. oh, ¿now you care about me?

1K 65 0
                                    

En cuanto llegaron a la orilla, Brina salió corriendo detrás de un arbusto. Los cuatro Pogues la miraron con incredulidad. Ella comenzó a vomitar, echando todo lo que había desayunado y quizá lo de la noche anterior. Se apoyaba sobre sus rodillas y seguía vomitando, su pelo se le echaba a la cara. Se arrepentía de haberse metido en un barco, más sabiendo que ella se ponía así. Sabiendo lo que le mareaban los barcos grandes. Por no hablar de que se llevaría una buena regañina al llegar a casa, por parte de su padre. No debería haberse escapado, por muy agradable que hubiese sido la noche con los Pogues. Con el rubio psicópata.

Alguien a su espalda soltó un gruñido y agarró su pelo. No hizo falta girarse para ver de quién se trataba.

JJ le sujetaba el pelo mientras ella vomitaba.

Mientras vomitaba.

—Qué puto asco —gruñó—. Si me manchas la sudadera...

Brina se reincorporó y miró a todos con vergüenza. JJ señaló un lado de su cara y ella se pasó la mano por ahí, quitando un resto del vómito. Se lo limpió con un pañuelo que —afortunadamente— traía en el bolsillo trasero del pantalón.

—Vamos, te llevo a casa.

Brina sonrió y se subió a la espalda de JJ, quien se había agachado para que hiciera eso mismo. Enroscó sus brazos en su cuello y apoyó la cabeza en sus hombros. El rubio sujetó sus piernas.

—Hueles a vómito, es desagradable.

Brina soltó una carcajada y hundió su cabeza en el cuello del Pogue, quien comenzó a caminar con ella a su espalda hasta su casa. Fueron alrededor de 10 minutos, casi no se creía que ese fuese JJ y esas maripositas volvieron a salir de su estómago.

La bajó cuando llegaron a la puerta de su casa. Se despidió llevándose dos dedos a la frente y después estiralándolos, así como un saludo militar, y empezó a caminar. Brina vio como se iba y se abrazó a la sudadera que ambos sabían que no había devuelto. La guardaría.

Se la quedaría, si no se la pedía. Olía bien. Olía a él.

Repitió el mismo proceso que esa mañana y se tumbó en la cama. Por suerte, tenía un baño en su habitación. Se lavó los dientes y se dio una ducha. Salió con la toalla enroscada en su cuerpo y se encontró con la figura de su madre, quien la abrazó al instante.

—Papá me dijo que te había castigado. ¿Dónde estabas? Ayer vine a verte...

—¿Papá lo sabe?

—No, le dije que estabas dormida —guiñó un ojo a la joven.

—Estaba con unos amigos.

Le contó más o menos la noche con los Pogues y se marchó. Había hablado con su padre para que la levantase el castigo estúpido que le había puesto.

Por la tarde, su padre le dijo que fuese a salir con los Kooks. Sarah, por alguna razón, no estaba. Pero Topper y Rafe se ofrecieron voluntarios para compartir la tarde con ella. Para ser sinceros, no eran tan desagradables. Al menos con ella, estaban siendo agradables.

Rafe le había contando el panorama de la isla y había insultado alguna que otra vez a los Pogues, pero como todos los Kooks lo hacían decidió dejarlo pasar. Aunque, por supuesto, les defendió. No podía hacer otra cosa. Ellos habían sido sus amigos desde que había llegado y JJ le había sujetado el pelo mientras vomitaba y le había llevado a su casa a caballito.

—Esta noche van a poner una pantalla y una película. ¿Por qué no vienes con nosotros? —comentó Rafe, pasando un brazo por sus hombros.

A pesar de lo mal que habían hablado de él los Pogues, estaba siendo simpático con ella. No tenía por qué tomar un bando y, bueno, le había caído bien esta tarde.

love takes two| jj maybanksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora