Cap15-Un futuro.

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Los días pasaron, se convirtieron en semanas prontamente, y la navidad, marcando como tercer aniversario desde los sucesos en la estatua de la libertar, se aproximaba a pasos agigantados con gente corriendo de un lado a otro, el frío inundando hasta el más cálido de los hogares. Parejas, familias, grupos de amigos y trabajadores marchaban alegres ignorando todo lo que el año les había traído de amargura. En una de esas tantas multitudes Peter se hallaba, caminando al lado de una mujer de cabellera rubia abundante, con un rostro tan dulce y sereno. Charlaban tranquilamente mientras se abrían paso entre la multitud. Sobre sus vidas, sobre lo que harían esa noche, lo que el futuro les deparaba.
"Creo que el veinticinco lo pasaré con Ions." Se logró percibir de la voz ligeramente más ronca de Peter, deteniéndose, junto a su acompañante, cuando el semáforo les prohibió el paso. "Debes enseñarme la receta del pavo que no es pavo, la necesito." Jocosa la rubia le comentó.
Algo era constante en la vida de Peter y era que, así como gente se iba otra llegaba, no como reemplazo, sino como una nueva oportunidad, sin embargo, eso nunca significó un hecho, sino una posibilidad. Esos días, alegremente, podía constatar que esa posibilidad se hacía cada vez más palpable. Sin nada que le detuviera, con decisiones cuestionables, pero ninguna que no valiera la pena, ninguna que no trajera consigo una enseñanza. "Tal vez vayamos a FEAST. Si no tienes nada que hacer podrías acompañarnos. "
"Dudo que me dejen." Tras la respuesta en duda de la acompañante nada relevante llegó a su conversación, disfrutando las pequeñas bromas, el hablar constante de la ciudad que los acompañó por cada una de sus calles, en cada rincón el amor por un nuevo día se percibía. Así, después de un tiempo de caminata, llegaron al lugar que anhelaban; una zona departamental a las orillas del puente Queensboro, pacífica, con niños jugando alrededor de una cancha de basquetbol mientras los adultos charlaban en las bancas próximas a ellas.
Las temperaturas en toda la ciudad comenzaron a descender obligando a la población a sacar su ropa de invierno, Peter no era la excepción, pese a tener un aguante sobrehumano se le podía ver, incluso al interior del edificio, con un abrigo carmesí cubierto todavía por una capa extra en forma de una chaqueta verde que llegaba a la altura de los muslos, combinando todo con unos vaqueros optando por dejar a un lado el gorro y los guantes por la ocasión. Caso similar a su acompañante que lucía un abrigo negro que le cubría hasta las rodillas, unas botas sin mucha suela del mismo color, mientras que debajo de aquellas prendas estaba un suéter color vino y un pantalón con un tono más apagado que el de su suéter. Las prendas eran suficientes para ahuyentar el frío de sus almas, pero aun así al entrar al edificio resoplaron en sus manos trayendo calidez a las congeladas extremidades.
En el ascensor Peter se tomó el tiempo para ver a la persona a su costado, de reojo, una mujer hermosa, no solo en físico, pero dentro de ella existía un alma que resaltaba en su totalidad la belleza de su ser. Agradecía, como últimamente lo hacía constantemente, haberse encontrado con ella de la manera más espontanea, una casualidad de la vida que se convirtió en constante a lo largo de los meses y que ese día volvía a afianzarse, como si de un firmamento, como si del más sólido elemento se tratase. Sin esperarlo ella volteó, ocultando sus manos en los bolsillos de su saco mientras las comisuras de sus labios se elevaban, también, lo supo con solo mirarla, también estaba agradecida de haberle conocido, tal vez no con la misma intensidad que él profanaba sentir, pero no importaba para Peter, lo único que lo hacía era tenerla junto a él. Podía vivir sin ella, se repitió muchas veces en la soledad de la noche, pero no quería, no deseaba hacerlo, porque la vida, desde su llegada, había tomado tintes dulces, tintes hermosos en el lienzo tan trágico de la vida de ambos. Pudo ser un segundo, inclusive menos, pero para el masculino significaron horas.

"Bienvenida a la guarida Parker." Abriendo la puerta del nuevo departamento mostró la majestuosidad a la persona que le acompañaba. Era tan diferente a su antiguo hogar, inclusive del que tuvo al lado de su tía. Era amplio, tanto que el techo estaba muy por encima de sus manos al estirarlas tratando de alcanzarlo, con una sala lo suficientemente grande para que un sofá, una mesa de madera y un mueble donde una televisión enorme podían coexistir sin abultarse. La cocina aún no tenía división de la sala, pero contaba con una barra que ocultaba la nevera y la estufa automática, encajonada, pero a la vez todo visible nada más abrir la puerta principal. Entre la división de la sala y la cocina se hallaba un pasillo por el que ambos pasaron, ahí estaba su habitación, junto a un baño y un cuarto de lavandería. Un departamento de lujo, de un millonario, dirían muchos. "¿No es demasiado?" La pregunta obvia salió de su acompañante. "¿Cómo lo conseguiste?" Avanzando por el lugar giró sobre si misma en varias ocasiones. Todos los cajones del mueble frente al sofá o inclusive las paredes estaban vacías. "Todo esto es gracias a Matt. " Aclaró sobrepasando a la mujer para tomar acercarse a la pared que se veía nada más entrar al lugar. Pared que tras una cortina enorme ocultaba algo. "Mira, esto es lo mejor." Abriendo de golpe las cortinas se alzó el puente de Queensboro en toda su majestuosidad, logrando tener tanta profundidad desde la altura que hasta juraba ver muy a lo lejos Midtown. "Que bella vista." En el cielo, por la vista, la mujer musitó. "Sí... hermosa." Pero Peter, a diferencia de ella, no veía a la ventana. Su mirar estaba clavado en el rostro que por fin se reveló, liberando su rojizo cabello y las facciones que la magia había ocultado. Tal vez no era lo correcto y su sentir se estaba mezclando, pero por esos días solo se dejaría guiar, después, esperanzado, después obtendría una respuesta clara de sí mismo.
"¿Cómo lo vas a pagar?" Una nueva interrogante surgió. "Bueno, podría decirte que Matt les dejó en claro muchas cosas, pero digamos que mi carisma natural me hizo ganarme su confianza. "
"Cosa que no te creeré, menos sabiendo lo malos que son tus chistes."
"¿Perdona?" Ofendido saltó la pregunta con fingido dolor. "La arañita se ofendió." Saliendo de su estática pasaron prontamente al sofá tomando asiento la mujer primero que riendo se fue despojando del abrigo.
Continuaron y continuaron su burda discusión sin sentido, siendo las risas las que nunca lograron faltar, quejas, reclamos e inclusive insultos sin intención de herir. La pareja se mantuvo dentro del departamento feliz, jugueteando con la paz que una vez se les había arrebatado.

Cuatro paredes podían parecer la libertad para algunos, para otros, dignos de su poca humanidad, era donde hasta sus últimos días pasarían desapercibidos, algunos por cosas menores, otros por decisiones erróneas, por promesas no cumplidas, por defectos en su psique, pero entre ellas sobresalía uno de tez morena siendo trasladado por primera vez a las últimas cuatro paredes que vería, con un collar en el cuello evitando su alteración. Entró al espacio, tras un empujón, pegando su frente accidentalmente contra la primera de las paredes. Escuchó insultos, suplicios, palabras llenas de lastima por la juventud de su rostro, así como también de decepción en los que le transportaron. Ya no le quedaba nada en el mundo, nada por lo que aferrarse y, digno de él, se recostó, abrazando sus piernas. "¿Dónde estás, Venom?" Palabras que de sus labios salieron.
Si algo caracterizaba a las personas en los cubículos de aquella isla aprisionada era la debilidad mental que cada uno de sus convictos tenían. Tan fuertes para arrebatar el mundo, pero tan pequeños para llora cuando el suyo se desmoronó.

"¿Seguro que así se hace una pizza?" Consternada una mujer con un acento marcado preguntó detrás de un joven de abrigo carmesí. "Confía en mí. Esto decía le video de youtube." Un hogar cimentado en soledad, ese era el anterior departamento de Peter, uno que él mismo se encargó en desquebrajar dándole rienda suelta a la llegada de una nueva era. Impredecible como la última, pero tan esperanzadora.
Cocinando, entre gritos y risas se pasó la noche, probando la masa quemada para enseguida optar por pedir a domicilio. Una escena tan común que llenó de sentimiento al castaño para cuando su compañera abría la puerta. Estaba parado en medio de la ventana, observando por unos segundos la noche hermoso tras el cristal, sonriente, pero, sobre todo, feliz. Feliz de la vida, con sus altos y bajos, que le había tocado vivir. 


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Al final decidí publicarla toda. Jeje. Aquí la tienen, espero les haya gustado y disfrutaran de la lectura. Nos veremos en la última parte de esta trilogía. 

Muchísimas gracias a quien se tomó la molestia de leer todas mis locuras, de verdad, no tengo más que palabras de agradecimiento para ustedes. Nos vemos pronto. 

Marvel's The Spectacular Spider-man IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora