Caleb
Mientras estábamos en el vuelo hacia Tierra Linda, no hice más que leer un manual llamado "como ser un escolta de seguridad". No estoy seguro de haber aprendido mucho, pero puedo decir con certeza que ahora seré menos peor guardaespaldas de lo que lo habría sido si no fuera leído el primer capítulo de aquel ejemplar. Otra cosa que hice mientras estábamos en medio de las nubes, fue charlar con Jeremiah. Es raro pensar que hace menos de dos días conocí a este tipo, y ahora estamos viajando juntos, pero la corta conversación que tuvimos sobre lo desagradable que es la comida de los aviones me hizo sentir que existe la probabilidad de que nos llevemos bien.
Puede decirse que, aunque hubo un poco de turbulencia, el viaje fue relativamente tranquilo, hasta que llegamos al aeropuerto. Cuando bajamos del avión yo estaba vistiendo un elegante traje negro, con corbata blanca, mientras seguía cada uno de sus pasos. Creo que ninguno de los dos esperaba que un montón de personas eufóricas lo recibieran con una ola de gritos. La pasé muy mal en ese momento, porque todo mi ser estaba sobrellevando diferentes asuntos en ese entonces. Una parte de mí, estaba viviendo una especie de choque, por el cambio de clima (pues de donde veníamos estaba haciendo un calor de mierda, así que ser abrazado por el fresco aire de Tierra Linda me resultó más frío de lo que esperaba), por el ambiente (ya que en el avión todo estaba calmado y silencioso, pero en ese momento las voces de varias personas me estaban rompiendo los tímpanos) y por la compañía (porque si, en el vuelo estábamos solos, pero en ese instante nos rodeó tanta gente que tuve que pasarle mi brazo por los hombros a Jeremiah, mientras le pedía a la muchedumbre emocionada por verlo que abrieran paso), pero todo eso ya pasó, y luego de ese pequeño caos, estamos en el apartamento en el que nos que daremos por no sé cuánto tiempo.
Lo primero que hacemos los dos, es dejar cerca de la entrada las maletas con las que venimos luchando desde el primer piso (Porque por alguna razón alguien decidió rentar el apartamento que queda en la quinta planta). Con cada paso que doy en el interior del lugar, no puedo evitar pensar que creía que el espacio sería más grande. Lo primero que salta a la vista es una puerta a mi izquierda, en donde se encuentra un pequeño baño, equipado con una ducha y una bañera. Más adelante, ante nuestros pies se extiende una sala, en la que no hay más que dos muebles color beige, en medio de los cuales está ubicada una mesa de vidrio, y en lo alto de alguna de las paredes, hay un televisor plasma. Me gusta que el ambiente esté decorado con plantas, pues estas le aportan una especie de toque elegante y natural en partes iguales. Justo al lado del sector de la casa anteriormente mencionado, está la cocina, en donde el color protagonista es el blanco y los compartimientos y superficies son de madera. Por último, hay un cuarto bastante sencillo, constituido por una cama doble, una mesa de noche, el armario que espero que podamos compartir, y un escritorio que tan solo está decorado con una vieja matera.
El hecho de que solo haya una habitación me decepciona, pero como sé que ese no es un detalle que pueda entrar en discusión, me apodero de uno de los sofás al acostarme sobre este para descansar un poco. Cuando estoy a punto de dormirme, la voz de Jeremiah me trae de vuelta a la realidad.
― ¿Estás muy cansado? voy a salir ―me avisa.
Me siento mientras estiro mis brazos hacia el techo. Creo que me duele un poco la espalda.
― ¿Ya vas a salir? pero si acabamos de llegar ―Le contesto.
Creo que un guardaespaldas normal no debería de dar su opinión, pero es que me duele hasta el culo. Estuvimos sentados como cinco horas en ese avión, exijo una siesta de verdad.
―Necesito comprar un par de guitarras. Le prometí a mi tía que le enviaría adelantos semanales, así que quiero tener algún instrumento cerca por si algo se me ocurre.
― ¿Enserio, no estás cansado? podemos hacer eso mañana, prometo acompañarte a primera hora ―Le propongo.
Como respuesta, él inclina ligeramente la cabeza hacia la izquierda, lo que me hace sentir que no está muy convencido.
―Dime el nombre de una película que podrías ver un millón de veces.
― ¿Qué? ―me responde confundido.
―Solo responde. ―Insisto.
Jeremiah me mira con suspicacia, mientras se queda en silencio pensando en qué contestar. Al parecer se cansa de estar de pie así que se sienta a mi lado.
― Lady Bird ―me dice luego de unos segundos.
― ¿Lady Bird? ¿es de terror?
―Por Dios, yo no veo películas de terror ―Se inclina hacia atrás hasta que su cuerpo se encuentra con la espalda del sillón.
―No sabes de lo que te pierdes. Como sea, te propongo algo, veamos Lady Bird, descansemos un poco, y luego, vamos por esas guitarras, es ganar y ganar.
Jeremiah sigue sin parecer muy seguro, pero todo eso cambia cuando conectamos su celular al televisor y la película que él mencionó inicia a reproducirse. Al principio, siento que va a ser aburrida, pues yo prefiero los misterios y el terror cuando de cine se trata, sin embargo hay algo entre los spoilers de Jeremiah y la actuación de la protagonista que hace que aquel filme gane mi atención, y aun así, minutos después los dos nos quedamos dormidos en algún punto. Al volver a abrir los ojos me doy cuenta de dos cosas: La primera, es que por alguna razón Jeremiah y yo nos quedamos dormidos sobre la alfombra cerca del sofá, como si nos fuera parecido grandiosa la idea de tener al piso como almohada, y la segunda, es que Joseline me ha enviado un nuevo mensaje, corto, pero que me deja sin aire por unos segundos: "tenemos que hablar".
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Hasta la última nota
Teen FictionJeremiah Fisher es una estrella pop en ascenso. Su nombre inicia a ser de los más buscado en Google, y su fandom, de los más reconocido de internet. Al contrario de la mayoría de famosos de su edad, él rara vez es pillado haciendo algo socialmente c...