En Surrey los días continuaban igual de tranquilos que siempre. El clima era una porquería, debido a la humedad y la lluvia demoraba bastante en caer del cielo, pero, a pesar de aquello, la gente continuaba de buen humor.
El joven de cabello rubio platinado finalizó de sacar dinero de la caja, tendiéndoselo a la anciana frente a él, por encima del mostrador, la cual lo tomó con cuidado.
—Tome, Dorothy. Espero que tenga un muy buen día.
La señora sonrió a la par que colgó la bolsa de compras en su muñeca.
—Muchas gracias, cariño. Espero que tú también tengas un hermoso día —respondió, dando media vuelta para dirigirse hacia la salida, y cruzándose con un trabajador del sitio, quien sostenía una enorme caja en sus brazos—. Él es un caballero —le comentó al joven, refiriéndose al cajero antes de salir por la puerta, haciendo sonar una pequeña campanilla que colgaba de esta.
El joven de tes morena, observó a su amigo en el mostrador, alzando y bajando sus cejas.
—Ella en verdad te ama —dijo de manera coqueta, sonriendo un poco mientras caminó hacia un rincón del cuarto, dejando la caja en el suelo a la par que respiró profundo.
—Oh, cállate, Sam —Masculló Jeongin—. Podría ser tu abuela.
—Pero no lo es —Sam, una vez más se enderezó, estirándose un poco antes de girar sobre sus talones, exhausto, pero continuando con su trabajo.
El tocadiscos con The Beatles sonando provocó que Jeongin quisiese bailar, pero sería demasiado vergonzoso si su amigo u alguien ingresaba donde se encontraba, así que solo se limitó a tomar el pequeño, algo sucio trapo, rociándolo con agua, y sin evitar comenzar a tararear la canción en medio de la limpieza.
—¡Well, shake it up baby now! —cantó Sam desde el pequeño cuarto repleto de cajas, exagerando con su tono de voz, sonriendo un poco al oír la risa de su amigo—. ¡Twist and shooouut!
—Twist and shout —coreó Jeongin.
—Come on, come on, come, come on baby now!
—Come on...
Sus cantos fueron interrumpidos debido al fuerte estallido de los vidrios de la tienda. El joven del mostrador se cubrió rápido, con su ropa y cabello lleno de pequeños cristales, sintiendo, entre el pánico, un leve ardor en uno de sus pómulos. Oyó la puerta de la tienda abrirse de manera brusca, por lo cual abrió sus ojos con lentitud, asomándose, e intentando creer que se trataría de su amigo, o un típico asalto. Peor.
Jeongin tuvo la desgracia de recordar su rostro, cuando fue controlado por el mismísimo Dios. Allí estaba, con su vestimenta negra, ojos color sangre, mirada fría, pero un poco desesperada.
Un arcángel, el arcángel. El Diablo.
No lucía para nada como la primera vez que lo tuvo frente a sí, incluso si continuaba luciendo calmado, su mirada desquiciada, y sus ojos abiertos de par en par lo volvían más temible. El rey del inframundo observó a su alrededor con lentitud, pero, de forma abrupta, volteó su cabeza en dirección al joven del mostrador, quien lucía sorprendido, asustado, e intentaba retroceder en su sitio.
—Oh, Dios.
Aquello pareció enfadar más al Diablo el cual, con un simple movimiento de mano, arrojó al rubio contra la pared. Se oyeron pasos, gemidos adoloridos, y Sam, quien estaba algo lastimado, salió del pequeño cuarto, intentando analizar la situación entre la confusión.
—¿Jeongin?
—¿Dónde está? —El Diablo habló con autoridad, sin apartar su mirada de Jeongin, ejerciendo más fuerza en el agarre contra la pared, y volviéndolo más doloroso.
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ꕤ : dancing with the devil ⬪ changlix
FanfictionEs 1967 y Félix está harto de ser aquel chiquillo religioso al cual todos molestan. Cansado de un dios fingiendo oídos sordos, decide tomar sus propias riendas a escondidas: ¿Qué tan mal podría irle si recurriese al mismísimo Diablo? ¿Qué tan rápido...