Félix estaba vivo. Apenas.
Pocas veces los ángeles tenían el permiso de la otra persona para poseerla, pero a Changbin todo le daba igual. Changbin no podía dejar morir a Félix, solo no era lo correcto, éste no era el destino del joven y, honestamente, poco le importaba si lo era. Iba a salvarlo, por las buenas o por las malas.
Los arcángeles eran fuertes, Félix se curaría de inmediato si el Diablo quería. Estaba maldito, pero aún podía sanar humanos, aunque jamás lo había hecho antes. El joven había sido el primero.
Suspiró. Era extraño ser más bajo...era extraño ser su esposo. Bajó los escalones que lo habían llevado a la azotea, y nadie estaba en el segundo piso. Todos se encontraban debajo, en donde habían estado al principio. Se oía un llanto, el cual seguramente era de su suegra, y las personas se comunicaban de manera rápida, nerviosa. Changbin llegó hasta la escalera, pero se quedó de pie allí, sin bajar y observando fijamente a las personas mientras llevaba una de las pequeñas y delicadas manos de su esposo al bolsillo delantero de su pantalón, con la otra apoyándose en la baranda, alzando un poco más el rostro, mostrando superioridad ante todos los asquerosos seres humanos en aquella casa. Cada uno de ellos era lo peor.
Solamente estaban Ryujin, Yeji, Hyunjin y el Sacerdote Jae, el cual sostenía su cabeza ante la sangre que emanaba de un corte, el cual a simple vista parecía leve, pero era algo profundo.
Nada para morirse.
Ryujin dio un paso antes de que Hyunjin la tomara del brazo, pero esta jamás quitó su mirada del cuerpo de su hijo, el cual justo ahora no lo estaba siendo.
—¿Félix? ¿Bebé? —Le tembló la voz. Las cejas del mencionado de alzaron, y su cabeza se fue ladeando lentamente con una cínica y ladina sonrisita en sus labios mientras observaba a la mujer caer de rodillas, sollozando—. P-Por favor, devuélvemelo. Por favor.
—Ryujin...
—Por favor...
—Si, Ryujin —habló Changbin, con la voz de su chico sonando tranquila y seca, tan fría como su cuerpo—. Paciencia. No mataré a Félix, todos ustedes podrán seguir maltratándolo como siempre. —Finalizó, comenzando a bajar las escaleras con paciencia.
El Sacerdote Jae llevó su mano hacia el Diablo en el cuerpo del joven, pero éste último fue más rápido, y antes de que el mundano pudiese siquiera recitar algo, lo hizo volar hasta pegarlo contra la pared de manera brusca y dolorosa.
—No me digas qué hacer, viejo estúpido. —A pesar del insulto, continuaba sonando tranquilo—. Tú, tu iglesia y tu Dios pueden besarme el culo. No éste, por supuesto —Aclaró—. Éste solo lo beso yo. —Asintió lentamente antes de girarse a la familia Lee, observando a su suegra arrodillarse ante sus pies, aún sollozando con fuerza.
—Por favor, déjalo ir —Imploró—. Déjalo ir...
—¡Está bien! —Exclamó, fingiendo animarse—. Pero dime «Por favor» de nuevo. —Claramente molestando. Sonrió un poco al ver el enfado mezclado con miedo en la mirada de todos.
—P-Por favor... te lo ruego.
Bien. No era como si a Changbin le agradase del todo, pero era la madre de su esposo. A pesar de sus absurdas creencias, ésta le preparaba la mejor merienda cuando Félix se sentía mal, lo llevaba a la cama, se acostaba con él cuando tenía pesadillas, le hacía fiestas sorpresas, lo iba a buscar a clases, y siempre lo trató con amabilidad.
Inhaló, mirando arriba unos segundos, pensando, antes de exhalar profundamente, y ponerse de cuclillas frente a la mujer. Llevó una mano al mentón de ésta, la cual alzó la mirada con terror, tristeza, y la vio fijamente por unos segundos.
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ꕤ : dancing with the devil ⬪ changlix
Hayran KurguEs 1967 y Félix está harto de ser aquel chiquillo religioso al cual todos molestan. Cansado de un dios fingiendo oídos sordos, decide tomar sus propias riendas a escondidas: ¿Qué tan mal podría irle si recurriese al mismísimo Diablo? ¿Qué tan rápido...