Habían pasado tan solo unos minutos de lo ocurrido, y Félix parecía haberse congelado en su sitio. Changbin se encargó de limpiarle el rostro con su propia camisa, lo tomó en brazos, y lo llevó a la pequeña e incómoda cama de aquel lugar, desvistiéndolo para ponerle su pijama.
Era lo menos que podía hacer.
Fue cuando el pecoso se durmió —o eso parecía— que Changbin se giró hacia la puerta, haciendo un movimiento con su mano en dirección a esta. Debía de bloquearla, al menos en el tiempo en que no estaría allí.
Se puso de pie con lentitud, caminando hasta el medio del cuarto, provocando que la madera del suelo resuene con cada lenta pisada y, no sin antes echar un último vistazo a su niño favorito, quien dormía con tranquilidad, desapareció de aquel sitio.
Cuando regresó a la casa de los Castrati, fue recibido por un irritante, y desgarrador llanto. No podía importarle menos. Estaba allí para amenazar al único primo castrato de Félix, a quien le advertiría guardar silencio, o su muerte sería aún más dolorosa que la de sus hermanos.
Había oficiales en aquel lugar, también oyó el llanto de una mujer, y estaba seguro de que se trataba de la tía de Félix , lamentándose por la pérdida de otro de sus hijos. No era su culpa, pero no podría explicárselo, ni quería. Changbin hubiese ido directo hasta el cuarto donde el cuerpo de aquel idiota se encontraba, pero se detuvo de forma abrupta al notar algo inusual. Su mirada viajó hasta la bolsa de óbito que se encontraba sobre una camilla, por ser transportada hacia la morgue, por lo cual se aproximó. No le importaba. Había algo extraño, sí...
Llevó su mirada a la bolsa que envolvía el cadáver de Ben, el cual estaba sobre una camilla, y tuvo que acercarse un poco para comprobarlo. De todas formas, no estaba siendo visible para los demás.
Llevó su mano sobre la bolsa, sin tocar, y lo confirmó: El alma de Ben seguía en su lugar.
¿Cómo era posible? Más bien, la verdadera pregunta de Changbin era: ¿Por qué Muerte no había ido por el alma de aquel lamentable intento de persona?
Cuando él no estaba haciendo pactos, Muerte era la encargada de las almas. Se las llevaba, y las guiaba hacia donde pertenecían: Cielo, infierno, purgatorio. El no tomar un alma de un cuerpo, significaba dejarla con decisión propia, es decir; Ben se volvería un alma en pena o ni siquiera despertaría, continuaría como si estuviese dormido, cosa que a Changbin le parecía perfecto porque no quería verle ni de fantasma, aun así, era extraño.
Lo suficiente para prestarle atención.
Cuando Changbin reapareció en el cuarto del motel, notó a su esposo despierto, observando el techo antes de girar un poco su cabeza en su dirección, observándolo fijamente. Había ojeras más notables bajo sus ojos, pareció como si se deteriorara con el paso de los minutos.
Esto tenía que terminar hoy, y más ahora, que estaba casi seguro de haberlo conseguido.
El Diablo caminó hacia la cama, sentándose en el espacio que quedaba.
—Necesito que me cuentes sobre tus visiones.
Félix parpadeó rápidamente antes de negar, regresando su mirada al techo.
—No eran muy interesantes —dijo. Un silencio se formó entre ellos antes de que el pecososuspirara y se pusiera de lado, en dirección a su esposo—. ¿Por qué quieres saberlo?
Changbin debía ser inteligente, y eso significaba no decirle a Félix su plan. Éste había comenzado la etapa de oscuridad —la cual, ya de por sí, iba bastante rápido—y probablemente no querría su alma de regreso.
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ꕤ : dancing with the devil ⬪ changlix
FanfictionEs 1967 y Félix está harto de ser aquel chiquillo religioso al cual todos molestan. Cansado de un dios fingiendo oídos sordos, decide tomar sus propias riendas a escondidas: ¿Qué tan mal podría irle si recurriese al mismísimo Diablo? ¿Qué tan rápido...