Ojo por ojo

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¿Quién diría que en la habitación de un motel barato se hospedarían el verdadero rey del inframundo y un adolescente sin alma?

Changbin  estaba consiguiendo todo lo que Félix necesitaba. Debido a que éste no tenía alma, le era difícil comentar el tener hambre, sueño, cansancio o malestar. Solo conducía hacia un rumbo desconocido. Habían pasado tres días, y fue onnnalmente cuando el pecoso  llegó a Londres que condujo hasta un motel, obligado por su esposo, el cual le consiguió un cuarto en aquel lugar con tal solo ver a los ojos a la encargada, pronunciando claramente «Dale todo lo que necesite».

La habitación era mediana, acogedora y fría. Tenía una cama, un mueble con un espejo, dos cuadros de pinturas baratas y un baño extremadamente pequeño. Luego de acomodarse, ya llevaban más de dos horas allí. Félix estaba en la cama, descalzo y con sus manos sobre su estómago, observando el techo fijamente. El Diablo se mantenía en un rincón con el anotador de Félix entre sus manos repletas de anillos, leyendo el exorcismo que éste había anotado y, entre páginas, encontrado cosas adorables: «Changbin  + Félix», «13/11/67» y frases de canciones de los cantantes favoritos de su chico.

A pesar de los fuertes latidos en su pecho, el Diablo también sentía rabia. ¿Cómo había sido tan estúpido para descuidarse? La realidad era que él no podría haber sabido que aquel chico que mantuvo vigilado desde pequeño podría llegar a ser algo importante para él. No sabía que iba a querer protegerlo de tal manera en la que arriesgaría todo, no sabía que iba a...

—Bien. —El pecoso  interrumpió sus pensamientos, llevando su mirada hacia Changbin  mientras se sentaba bruscamente en su cama—. Si nadie del bando de Dios y de tu bando la tiene, ¿Quién queda?

El rey del inframundo alzó la mirada para verlo de mala manera, volviendo a la realidad. Tres días atrás, en la noche, lo había tenido sobre sus brazos, e incluso se habían besado, pero hizo mal. Ese Félix no era su Félix, no debía confundirse.

Suspiró mientras cerraba el anotador, dejándolo sobre el único mueble de la habitación.

—Ese es el problema. No encuentro una manera de saber si alguien de cualquier bando la tiene.

—De todas formas, ¿Por qué alguien la querría? ¿Qué es esa cosa tan importante que tiene como para robarla? —Changbin  volvió a alzar la mirada, observándolo. No había pensado en una posibilidad así. ¿El alma de Félix tendría un precio? —. ¿O es solo alguien que quiere molestarte?

Changbin tenía bastantes enemigos, sí. Ser el Diablo significaba ser mal visto o llevarse mal con cualquiera que tuviese relación con el de arriba, así que había grandes posibilidades de que fuese alguien que quisiera molestarlo, porque sabían que Félix era lo único por lo cual Changbin  se preocupaba.

—Lo sabré dentro de poco —dijo, y se acercó a la mochila del pecoso , tomando de ésta una bolsa de frituras y dejándola sobre la cama, cerca de su esposo—. Come.

—¿Quién, además del demonio que mató a Seungmin , querría hacernos daño? —Félix lo ignoró, continuando con el mismo tema.

—Muchas personas, pero nadie se atrevería. Saben lo poderoso que soy, y es por eso por lo que aun no comprendo bien quién podría ser. Ahora calla, y come algo.

El pecoso  suspiró antes de tomar la bolsa de frituras, cruzándose de piernas y masticando sin ganas aquella comida chatarra. Estaba pálido, había adelgazado un par de kilos y tenía notables bolsas oscuras bajo los ojos. Se veía como cuando solía pasar mucho tiempo al lado de su esposo, a excepción que ahora no lucía frágil... ahora lucía como que no le importaba.

Paró de masticar cuando una gran idea se hizo presente en su mente, y dejó la bolsa de frituras a un lado, poniéndose de pie. Changbin  gruñó ante eso, a punto de exigirle nuevamente que se alimente.

ꕤ  :  dancing with the devil ⬪ changlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora