¿Cuánto tiempo transcurrió?
No estaba muy seguro, tal vez no lo que él creía. Aún continuaba en aquel lugar, abrazando el cuerpo de su niño favorito, acariciándole sus preciosos cabellos negros, admirándolo.
«Jamás te he amado.» Aquellas fueron sus últimas palabras.
Changbin intentó no dejarse influir por ello, porque recordaba sentir lo que Félix sentía por él antes de no tener alma, pero, de todas formas, sabía que no podría deshacerse de ese recuerdo ni en millones de años.
Lo peor de todo era que ni siquiera podía morir. No había nada que lo eliminase de la faz de la tierra, estaba condenado a ello.
Estaba condenado a vivir sabiendo que asesinó al amor de su eternidad.
Le acarició con el dedo pulgar los labios, los cuales estaban pálidos, del mismo color que su bello, e inigualable rostro. Jamás volvería a probar esos labios, ni oír su dulce voz. Jamás vería sus lindos hoyuelos con pequitas marcarse por sus tímidas sonrisas, ni tampoco aquellas dos palabras que provocó una extraña, pero agradable confusión en su mente.
Era tan injusto. Él lo intentó...
...En verdad intentó ser, al menos, un poco bueno.
Una fuerte, fría brisa interrumpió sus pensamientos, seguido de un chillido que resonó en aquel oscuro sitio, por lo cual Changbin se vio obligado a soltar a el cuerpo de Félix cuando fue lanzado contra un rincón. El cuerpo inerte del pelinegro cayó al suelo ante la brusquedad con la cual el arcángel intentó acomodar su cuerpo sobre la camilla, y aquello lo hizo explotar aún más.
Gruñó con furia antes de levantarse del suelo, observando a la figura alta, con túnica negra —y, esta vez, guadaña de punta filosa en una de sus manos— encaminarse hacia el cuerpo de su esposo.
Changbin formó un puño con su mano al frente, manteniendo a Muerte en su lugar. Sus ojos, una vez más, se tiñeron de color negro, antes de mover su mano con fuerza, y lanzar con brutalidad a la figura sobrenatural frente a sí de esquina a esquina, intentando, de alguna forma, lastimarla, aún si no era capaz de siquiera sentir un dolor similar al suyo.
—No lo toques, maldita sea. —Gruñó el Diablo, finalizando por atraer a Muerte hasta tenerla frente a él—. Te haré pedazos, hasta que agonices, pero jamás encuentres la paz...
La guadaña voló por la habitación, cayendo en el medio de ésta a la par que Changbin tomó el cuello de la escoria frente a él, apretando con fuerza, y sintiendo la satisfacción de unos huesos rotos contra su palma. Sonrió de lado, complacido, desquiciado...roto, cambiando su gesto en cuanto gritó, invadido por la furia, y arrojó a Muerte a tan sólo unos metros. Ya nada le haría sentir satisfacción, lo único que sentía era un profundo hueco en el pecho. Siquiera destruyendo el universo le serviría de consuelo.
Aún menos sabiendo que la verdadera razón era él.
—Era todo su plan, ¿verdad? —Dijo, sonriendo con amargura mientras notó a la figura de negro levantarse del suelo—. Él quería esto, Dios quería a Félix, y tú se lo diste. Te llevaste su alma para que yo la regrese a su cuerpo, y fallase. Ahora está muerto, y no forma manera de regresarlo. Bravo —Muerte, la cual ya estaba de pie, parecía ignorar al Diablo, caminando, una vez más, y con lentitud hacia caminaba nuevamente hacia el pecoso. —Esa es una gran lección: Usar a las personas para experimentar. Tenía razón —Asintió con lentitud, derrotado.
Todo fue un juego del de arriba.
O eso creía.
Alzó la mirada cuando notó la mano de Muerte ir en dirección al pecho del pelinegro, y fue justo cuando estuvo a punto de apartarla, sintiendo la ira, poco a poco, carcomiéndolo, que la figura frente a sí gritó, sonando similar a una banshee, antes de ser arrojada, siquiera obteniendo el tiempo de caer al suelo, debido a que, de forma inesperada, se convirtió en cenizas, y se esfumó en el mismísimo aire.
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ꕤ : dancing with the devil ⬪ changlix
Hayran KurguEs 1967 y Félix está harto de ser aquel chiquillo religioso al cual todos molestan. Cansado de un dios fingiendo oídos sordos, decide tomar sus propias riendas a escondidas: ¿Qué tan mal podría irle si recurriese al mismísimo Diablo? ¿Qué tan rápido...