14

158 13 0
                                    

Bostecé con un poco de cansancio ante todo lo sucedido, pero mi sorpresa no fue más hasta que apareció un muchacho de cabello rosa, y lo deduje en un instante.

—¡No jodas! ¡Es Gowther! —. Hablé hacia el resto de pecados pero mi boca se abrió completamente cuando la cabrita decapitó al monstruo—. Y ahora mató al monstruo, ni que esperar la verdad.

Todo sucedió un poco rápido, y para rematar, el monstruo no se murió.

—¿Caballero Sacro? —. Dijo King esquivando los ataques. —. ¿Por qué luce así?

—¿Crees que sea de la nueva generación, capitán? —. Inquirió el zorro, sonriendo poquito.

—Es un demonio—. Concluí un poco seria—. Aunque no lo es completamente, tiene esencia humana.

Una flecha radiante impactó en él, deteniendo cualquier movimiento de su parte.

—¿Qué fue eso? —. El castaño habló ladeando su cabeza.

—. Está atrapado en los días que añora regresar, es mi tesoro sagrado.

—Da igual, deberíamos matarlo y se acabó el asunto.

—. Ban—. Advertí con precaución—. No hagas estupideces de las que luego te arrepientes.

Mi mirada de encontró con esos ojos esmeralda e hice un ademán de que lo detuviera, su mano se posó en el brazo del más alto, sin embargo, Ban tomó el corazón de aquel mitad demonio y bufé molesta.

—¿Por qué hiciste eso? —. Demandó el capitán, su voz exigiendo una respuesta.

—. Solo cerré el telón y ya.

Mis ojos observaron detenidamente hacia el hombre, y pequeños murmullos salían de su boca.

Me acerqué con cuidado y lo miré más de cerca.

—¡________! !¡ Cuidado!

El viento golpeó con fuerza todo mi cuerpo, tuve que pararme fuerte para no caer ridículamente al suelo.

—Es un demonio, que esperaban ¿Quitarle un corazón y listo?

—Un momento, ya lo recuerdo es Dail.

—Oh—. Murmuré, esquivando su ataque.

Ban y Meliodas se pusieron a pelear en medio de todo esto. Como si no estuviéramos en un posible ataque suicida.

—Ban golpeó al capitán.

—Ambos son idiotas.

—¿Por qué lo hizo? —. Inquirió Gowther.

—Yo creo que podemos hablar de sus problemas personales después ¿si?

—Gowther danos una ayudita porfavor—. King estaba un poquito cada vez más desesperado.

—¿Me dejarías pensarlo?

—Tranquilo, tomate tu tiempo—. Hablé sarcásticamente.

Ayudé al capitán a ponerse de pie, sonreí poquito y miré a Dáil.

—Si no vas a ayudar, entonces vete al diablo—. Ban caminaba delante de nosotros—. No salvarás a nadie con tu inútil falta de acción. Solo terminarás matándonos a todos.

Meliodas miró a Ban, aunque este no lo hizo de vuelta.

—¡Señor Meliodas!

Miré hacia arriba y saludé a Kaz y a la princesa, pero ella se veía preocupada, como desesperada por decir algo.

Sus manos alzaron algo en el cielo y una conocida espada voló para caer en manos del rubio.

—¡Liz no quería que pelearas, ella quería que tú vivieras!  Yo quiero lo mismo—. Mi mente solo podía pensar en esa escena en donde no podía parar de llorar —. Si ese es tu pecado ¡entonces lo cargaré contigo!

Los ojos del capitán se cerraron y un pequeño carmesí cubrió sus mejillas, sonreí enternecida ante la idea, aunque mi corazón haya latido con mucha fuerza.

Ban sonrió burlón y lo miré con el ceño fruncido.

—¿No te molesta que una mujer te diga que hacer...?

Dí un pequeño golpe en su cabeza, y murmuré un "Cállese".

Y en menos de 10 segundos, el monstruo yacía cortado en muchos pedazos.

Salte hacia donde estaban mi amigo y Elizabeth, sonreí y dí un pequeño abrazo.

—Gracias por siempre salvar a mi capitán, no lo hubiera podido hacerlo yo—. Murmuré hacia ella, me separé y pregunté—. ¿Quieres bajar princesa o esperas a que ellos suban?

—No se preocupe señorita _________, esperaré por ellos. Aunque tengo una pregunta ¿quién era él?

—Iba a decir lo mismo—. Habló Kaz, su brazo pasó por alrededor de mis hombros y me atrajo hacia él—. No debiste salir aún, y lo sabes.

—Ya no pasa nada, estoy como nueva de verdad—. Sonreí y hablé de nuevo—. Es Dáil, un caballero Sacro, no es de la nueva generación.

—¡Jefecita! ¡Baja un momento!

Hice caso a las palabras de Ban y caminé hacia él—. ¿Qué crees que es todo esto?

Suspiré con pesadez y crucé los brazos—. No lo sé, pero nada de esto es bueno.

—¿Caballeros sacros convertidos en monstruos?

—Más bien demonios—. El capitán se notaba un poco serio—. me atrevería a decir que solo es un experimento.

—Imposible, esto no se daría a espaldas de los grandes maestros—. King estaba buscando soluciones, su rostro mostró algo de sorpresa y concluyó—. A menos de que... No puede ser.

—Uno de los grandes maestros  está involucrado.

—¿Quién? No logro encontrar una respuesta, maldición.

—Es Hendrickson—. Gowther miraba a Dáil—. Él está detrás de todo esto.

Un pequeño monstruito salió del pecho del caballero y explotó a manos de Ban, sus ojos miraban con profundo odio a la sangre que escurría de sus manos, Ban y los demonios no se llevan.

Sonreí triste, era irónico que dos de sus amigos lo fueran, aunque más bien, solo uno.

—Bueno, vayámonos de aquí, tengo tanta hambre.

—Vamos Gowther, Diana debe estar curiosa por todo esto. Será una buena sorpresa.

—Él ha dicho que soy su amigo—. Murmuró, miré el rostro sin vida de Dail y luego a la cabrita—. ¿Realmente fue así?

—Lo acompañaste en todo momento y no esperaste nada a cambio, lo ayudaste siempre y ahora encontró la paz—. Mi mano se posó en su hombro y sonreí poquito—. Eso te convierte en un muy buen amigo.

Caminamos de vuelta y Kaz se presentó formalmente con el pelirosa. Se puso a mi lado y caminamos de vuelta hacia la taberna. Suspiré con un poco de preocupación, sin embargo, encontramos otro pecado, habrá que celebrar todos juntos.

Caminé a paso lento, pensando en todas las posibles situaciones con las que Hendrickson hacía todo esto.

Miradas (Meliodas y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora