CAPITULO 23

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—Creo que tus pechos son perfectos —dijo Luke al fin y la expresión de felicidad que cruzó el rostro femenino fue casi suficiente para hacerlo caer de rodillas allí mismo. ¿Cómo se había metido otra vez en la misma situación, a solas con una _________ casi desnuda y deseándola tanto que su pene estaba a punto de hacerle estallar la bragueta, pero sabiendo sin sombra de duda que no debería hacer nada en absoluto sobre el tema?

—¿De veras? —insistió _________.

Oh, Dios, aquella mujer tenía que dejar de hablar de sus pechos y ponerse algo encima o él iba a volverse loco.

Luke intentó apartar la vista pero hasta su olor, aquella piel cálida y el bronceador con aroma de coco, era suficiente para tensarle la entrepierna.

—Por citar una de nuestras películas favoritas, «hay escasez de pechos perfectos en el mundo y sería una pena perder los tuyos».

La sonrisa de __________ se iluminó un poco más, si es que eso era posible.

—“La Princesa Prometida”. Hace años que no la veo.

—Bueno, Botoncito, si eres una niña buena y no te quitas el sujetador del bikini, podemos verla en mi casa antes de que te vayas.

—Me gustaría —respondió __________ en voz baja pero no hizo nada por cubrirse.

Incapaz de soportarlo más, Luke agarró de un manotazo el pareo del suelo y se lo puso alrededor. Pero antes de que pudiera erguirse, el brazo de __________ le rodeó el hombro y Luke sintió que los dedos femeninos se le enredaban entre el pelo un poco húmedo de la nuca.

—¿Qué más te da que otros hombres me vean en topless, Luke?

__________ tenía los labios rosados y separados y si él no pudiera oler la ya leve dulzura del ron en su aliento, se habría inclinado más para saborearla.

—¿Estás celoso? —lo picó ella.

Le causó un dolor casi físico estirar la mano y desprender con suavidad la mano de __________ de su cabello. Aquella chica lo estaba matando, se le hizo un nudo en las tripas cuando su cerebro conjuró un torrente de imágenes de los dos, desnudos, pasando el resto de la tarde envueltos en una vigorosa maraña de miembros entrelazados.

Pero __________ estaba borracha y eso estaba alimentando sus coqueteos. Y le gustara a Luke o no, el mismo instinto protector y los celos que hacían que quisiera ocultarla de los ojos de otros hombres era lo que evitaba que se olvidara de su sentido común y se derrumbara sobre esa cama con ella. Eso y saber que si la volvía a tomar, sobre todo borracha como estaba, solo terminaría complicándole a él la vida todavía más.

—Es solo que no quiero que te metas en una situación que no puedas manejar, __________ —dijo al fin. Era una excusa patética, ¿pero qué otra cosa iba a decir? ¿Que con solo pensar que otro hombre pudiera verla desnuda le apetecía atravesar una pared con el puño? ¿O que la sola idea de que estaba celoso lo confundía y enojado más de lo que lo había estado en toda su vida?

_________ sacó el labio inferior con un puchero enfurruñado.

—No soy ninguna niña. —A la joven le pesaban los párpados cuando lo miró entre las pestañas inclinadas.

—Eso ya lo sé. Es solo… Digamos que me cuesta romper con las viejas costumbres.

La joven puso los ojos en blanco, igual que la adolescente hosca que afirmaba no ser.

—De acuerdo, Luke, voy a hacer un trato contigo. Yo no me quito el sujetador del bikini y no me acerco a ti, si eso es lo que quieres. Pero tú tienes que relajarte un poquito y dejar que lo pase bien.

La Esposa De Mi Hermano •||Luke Hemmings||•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora