CAPITULO 11

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—Y has salido en US Weekly —dijo Wendy al tiempo que tiraba la revista encima de los documentos legales.

La revista estaba abierta por una foto de _________, sin maquillaje y con la ropa que se ponía para salir a correr, cuando había salido a buscar su latte matinal habitual. Se la habían hecho a menos de una manzana de su apartamento.

—Tienes razón, tengo que salir de aquí —gimió _________.

—Como siempre, voy un paso por delante de ti. —Wendy sacó otro sobre de su maletín y lo abrió con un floreo—. Me he tomado la libertad de reservarte, a la nueva y mejorada _________, con sus agallas y todo, una semana de estancia en el ultralujoso complejo turístico de Cayo Holley, en el paraíso tropical de las Islas Vírgenes estadounidenses.
_________ levantó la cabeza de golpe.

—¿Que has hecho qué?

—No te preocupes, usé tu tarjeta de crédito. Sabes que te quiero como a una hermana, pero veinte mil a la semana es un poco carillo para una simple muchacha adjunta de segundo año.

—No puedo ir allí, es el hotel de Luke. Sí voy allí y alguien lo averigua, la prensa se lo va a pasar en grande. Esto —_________ agitó el ejemplar de US Weekly bajo la nariz de Wendy— no será nada en comparación con el caos que se puede armar. Por no hablar de mis padres, que son capaces de matarme.

—¿Y qué? —se burló Wendy—. Qué quieres que te diga, sí les hubiera preocupado un poco más tu felicidad y un poco menos las acciones y el estatus social, jamás te habrías casado con Michael ya en primer lugar. Así que, en realidad, todo este desastre es culpa suya. No sé por qué te preocupa tanto protegerlos.

Wendy había crecido en un barrio acomodado de clase media alta de las afueras de Nueva York y jamás podría comprender la presión a la que se veía sometida _________ para mantener cierta posición social. No obstante, _________ sabía que tenía su punto de razón. No era de extrañar que Wendy estuviera en camino de convertirse en socia de su bufete en muy poco tiempo.
—Además —continuó—, ¿quién va a enterarse? Yo, desde luego, no pienso decírselo a nadie, ¿y Cayo Holley no es famoso por su discreción? A ver, cuando Brad y Angelina estuvieron allí, nadie se enteró siquiera hasta un mes después de que se fueran.

Era cierto. Uno de los puntos fuertes más importantes de Cayo Holley, sobre todo para las celebridades, era que la prensa nunca parecía ser capaz de encontrar a nadie allí.

Quizá fuera posible desaparecer, aunque solo fuera una semana.
Con Luke.

Una sonrisa cruzó el rostro de Wendy.

—No suena nada mal, ¿eh? —Tomó el satinado folleto—. «Haremos todos los esfuerzos necesarios para garantizar el placer y la satisfacción de nuestros clientes». —Wendy meneó las cejas—. Y por la expresión de tu cara, estás recordando con toda exactitud los «esfuerzos» que hará Luke, ¿no?

_________ sintió que se ponía roja bajo la sonrisa cómplice y satisfecha de Wendy. Quizá fuera la nueva _________, pero seguía sin estar demasiado orgullosa de haberse acostado con el padrino en su noche de bodas, y eso fue lo que dijo.
Wendy desechó todas sus objeciones con un gesto de la mano.

—Si alguien se merecía un buen polvo con un buen hombre, esa eras tú. Deberias estar orgullosa de ti misma por tomar la iniciativa.

—No creo que una simple aventura de una noche sea algo de lo que pueda estar orgullosa —gruñó _________. Pero no pudo evitar sonreír al recordar la susodicha noche. De acuerdo, quizá se sentía un poco orgullosa de sí misma.

—Está bien, bórrate esa sonrisa de éxtasis de la cara. No tienes que restregarme en la cara todo ese buen sexo, sobre todo cuando hace siglos que yo no lo pruebo.

La Esposa De Mi Hermano •||Luke Hemmings||•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora