Capítulo 5

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Fort

Fort tenía la alarma programada para que sonara a las 5:30, pero a las 5:17 decidió dejar de remolonear entre las sábanas. Si se tomaba algo rápido le daba tiempo a entrenar, ducharse y salir corriendo a recoger a su tía para ir juntos a ver a Somchai. En esta reunión se ultimarían los detalles para que pudieran firmar el contrato y comenzar a grabar una serie nueva.

Mirando en retrospectiva, Fort no había parado desde que probó suerte en el mundo de la actuación, al principio como auxiliar de los artistas, pero después le dieron la oportunidad de hacer algunos cortos y papeles secundarios y no se lo pensó. Siempre supo que él quería estar delante de las cámaras. Love in the air le pilló bastante por sorpresa, pero él nunca decía que no a una aventura.

Cuando su tía le contó que le había apuntado al casting para el papel protagónico en una nueva adaptación de dos libros de Mame se sintió muy emocionado, aunque también cohibido. Con tan solo 20 años, aún era muy joven para ello. Muchos de sus compañeros y amigos no habían conseguido papeles protagonistas hasta los 23 o 24. Algunos tardaban todavía más. Esta industria era muy competitiva y, aunque estaba dispuesto a luchar por lo que sabía que se merecía, le daba respeto apuntar tan alto. En esta producción habría dos parejas, las cuales no podían calificarse como principal y secundaria exactamente ya que ambas eran parejas principales en dos obras que iban a fusionarse para hacer esta serie.

Mame era una escritora a la que admiraba enormemente y trabajar con ella era un sueño para Fort, así que dejó de lado todos aquellos pensamientos que lo limitaban y se preparó para ese casting en el que finalmente consiguió el papel de Prapai, por el que se había presentado. Allí conoció a Peat, quien también iba a hacer la prueba para Prapai, pero en cuanto Mame le vio actuar tuvo claro que era él y solo él quien podía darle vida al personaje de Sky. Fort no podía estar más de acuerdo.

Recordaba a la perfección ese día: Había muchísimos chicos y los habían separado según el papel por el que se presentaban. En una sala pusieron a todos los Prapai, y Peat se había apartado de los demás sentándose en una esquina, leyendo y releyendo el guion. Se le veía un tanto nervioso. A Fort se le acercaron un par de actores que él conocía de vista a hablar con él y estuvieron charlando mientras esperaban, pero él apenas podía apartar la mirada de aquel chico solitario con unas gafas que le daban cierto aire a Harry Potter.

Recuerda bien lo primero que pensó al verle: «Qué guapo es este chico. Tiene una cara muy dulce y su piel es muy bonita, blanca como el papel». Fort era moreno y fornido, lo cual, aunque en su cultura no entraba dentro del ideal, hacía años que había dejado de darle complejo. Ese chico en cambio era blanco y delgado, con facciones andróginas y delicadas. Sin duda, destacaba entre la multitud.

Una mujer salió a llamar al siguiente aspirante cuando aquel chico levantó la vista un segundo y echó un vistazo rápido a su alrededor. Fue tan solo un instante, pero Fort pudo sentir que hicieron contacto visual. Aún ahora le es imposible explicar lo que sintió cuando vio esos ojos que parecían de cristal. Eran grandes, redondos y almendrados de un marrón brillante (aunque no osaba asegurarlo por completo), con las pestañas largas y rizadas. Le recordaba a los ojos de un cachorro, de esos a los que no te puedes resistir ni regañarles porque te dan demasiada ternura. Había algo más en ellos, pero Fort todavía no había podido definir el qué. Sentía como un privilegio el haber podido pasar más tiempo que cualquier otra persona mirando de cerca esos ojos tan bonitos.

—Khun Wasuthorn Chaijinda —dijo la chica, buscando con la mirada. El chico se levantó y entró en la sala.

«Wasuthorn», repitió Fort para sus adentros. Se sintió un poco confundido cuando llamaron a Peat, pues no le vio salir de nuevo. Sin embargo, seguían pidiendo a más y más aspirantes que pasaran. Hasta que llegó su turno. Pasó, saludó a todos los presentes y casi se queda helado cuando vio de pie a ese chico. Él le miró y le dedicó una sonrisa rápida pero amplia, mostrando una hilera de dientes grandes y perfectamente alineados con la que Fort casi se derrite ahí mismo. Sus ojos se curvaban y sus labios formaban una sonrisa que le iluminaba el semblante. Ese chico era hermoso como un ángel.

Love in the GaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora