Capítulo 7

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Fort

Ya eran y media pasadas cuando aparcó frente al apartamento de Peat. Le mandó un mensaje para avisarle, contando con unos minutos de margen para mentalizarse. Por un lado, Fort no quería ir demasiado directo, pero tampoco quería quedarse corto y que Peat se llevara la impresión equivocada. A pesar de querer llegar hasta el final, Fort temía la reacción de Peat, más ahora que iban a volver a trabajar juntos. A lo mejor no era el momento para querer aclarar sus sentimientos. Si se llevaba la respuesta que tanto temía recibir, es posible que eso les afectara a nivel profesional, pero ahora también lo hacía en cierta forma y no aguantaba más. Ya encontraría la manera de sobrellevarlo. O no. «Quizá, después de saber la verdad, Peat se niegue a estar cerca de mí y...» Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando pudo ver a Peat aproximarse hacia él. Fort salió apresuradamente y se apoyó en el coche, pero sus brazos no quisieron colaborar y lo que en un principio tenía la intención de dejar a Peat fascinado acabó por convertirse en un acto cómico.

—No te esperaba tan pronto —dijo, sintiendo el latente rubor en sus mejillas. Sin dejarse amedrentar por ese primer chasco, se reincorporó y le abrió la puerta a Peat de la forma más elegante que pudo, pero él se mostró reticente:

—No es necesario que me abras la puerta, no eres mi chófer.

Peat estaba siendo él mismo, sin ningún filtro ni máscara. Fort entendió ahí que él debía hacer lo mismo, así que, lejos de avergonzarse, insistió con tono seductor:

—Permíteme que te mime, cariño.

Tras ver que Peat se mantenía inmóvil, se puso serio.

—Deja de quejarte y sube.

Hizo el mayor esfuerzo por mantenerse serio, pero después de que Peat se subiera y viendo su expresión contrariada, no pudo aguantarse la risa. No había manera. A veces quería ser un poco como Peat y otras personas de su entorno y enfadarse, aunque fuera de broma, pero se le hacía imposible mantenerse frío en ese tipo de situaciones. Para él, la tensión y el conflicto eran asuntos muy graves. Si la situación lo ameritaba, no dudaba en mostrar su disgusto, pero no es un punto al que le sea fácil llegar. Sus compañeros y amigos se ríen de él por ello, pero por lo general Fort lo ve como una virtud, pues considera la rabia un sentimiento muy poderoso y peligroso al mismo tiempo.

El agobio de Peat al descubrir que iban hacia su piso fue notable, pero Fort intentó que se tranquilizara. Por toda respuesta, le siguió en silencio hasta que llegaron y Fort le invitó a pasar. Entró a la cocina y cogió lo que había preparado para la velada: cerveza Chang, la que bebieron aquella primera noche la cual, lo supiera Peat o no, había marcado a Fort. Al salir lo pilló mirando la decoración de la instancia, y parecía bastante satisfecho con lo que veía.

—Tengo buen gusto, ¿verdad? —le dijo mientras colocaba las botellas sobre la mesa y cogía asiento.

Por la expresión de Peat, no tardó ni un segundo en reconocerlas, lo cual fue un gran alivio para Fort. Verle la ilusión en su rostro ya era una recompensa. Mientras hablaba, aprovechó para tantear el terreno y alargó el brazo apoyándolo en el sofá, acomodándose al lado de Peat, quien se puso a recordar junto a él.

El momento íntimo que se había creado era justo lo que Fort esperaba y, al sentir a Peat tan a gusto como lo estaba él, le explicó el motivo de verse allí en vez de en cualquier otro lugar. Fue entonces cuando se dio cuenta de que faltaba algo. Volvió a la cocina y sacó unos aperitivos que había elegido sabiendo los gustos de su invitado.

Como si al levantarse hubiera roto algún tipo de hechizo, una ligera tensión se había apoderado del ambiente. Fort dudaba sobre cómo actuar a partir de ese momento, pero Peat se le adelantó haciendo un cumplido bastante protocolario al que Fort respondió con la misma artificiosidad mientras le daba un trago a su botella.

Love in the GaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora