thirteen

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Luego de el tema del beso y el extraño comienzo de una relación que ambas desconocían, ninguna se había dado cuenta que lo suyo había cambiado.

Estaban en un punto de no retorno, aunque no lo sabían aún.

El fin de semana largo, donde Tori no tuvo que asistir a la universidad y pasó todo el día con Jade, quien se había vuelto una gatita más mimosa y alegre que antes, ronroneaba más fuerte y había vuelto a jugar con una pelota con cascabeles que Tori había encontrado detrás de un mueble, y siempre reía al ver a su gatita correr la sonora pelotita por toda la casa.

Pero como todo fin de semana largo, también terminó, y, como siempre, Tori llevó a Jade a casa de André para que se quedara con los híbridos mientras ella pasaba la mañana en la universidad.

Jade solía cambiar a forma gatuna para ir a lo del extraño amigo de su dueña, aunque esta vez se negó a hacerlo.

Con un suspiro de derrota, Tori buscó un gorro para esconder las orejitas sobre su cabeza, y Jade se ruborizó cuando la chica la rodeó para acomodar su cola dentro de sus pantalones, mordiendo su labio con fuerza.

Su cola era muy sensible y se sintió extrañamente acalorada por ese gesto.

El tráfico de híbridos era un realidad, y por más que no solía pasar en esa parte de la ciudad, la castaña prefería prevenir antes de curar.

Antes de salir,  tomó su mano, y caminaron así las dos cuadras que separaban el departamento de Vega con la casa de André.

Como siempre, el sonriente chico las recibió con todo su buen humor mañanero, distinto al de Tori, quien le alteraba un poco que su amigo hablará de una forma tan aguda cuando estaba alegre.

Tori ni cruzó el umbral de la puerta, debía volver al departamento para buscar sus cosas y así poder irse, apenas le dedicó un saludo que sonó cansado y se volteó dispuesta a regresar.

Pero el tirón en su mano la hizo voltear.

Vió a Jade con sus lindos y gatunos ojitos,
casi suplicantes, un pequeño puchero en sus labios, la minina sostenía su mano, con sus dedos entrelazados, sin dejarla escapar.

Tori abrió un poco de más sus ojos, sin saber muy bien qué hacer, miró a André, detrás de Jade, quien tenía una sonrisa enorme en el rostro.

La gatita notó que su humana era muy lenta y no se había dado cuenta de lo que quería, así que se acercó a ella para abrazarla un momento, escondiendo su rostro en el cuello de la castaña.

Tori la miró con sorpresa, comprendiendo que su gatita quería unos mimos de despedida, devolvió el abrazo, acariciando su cabeza.

Notó a André, un poco más atrás, dentro de la casa, quien daba saltitos de emoción.

Tori rodó los ojos.

Jade se frotó levemente en su cuello antes de apartarse un poco, mirando los ojos de su dueña, que sonreía ligeramente.

Sin importarle nada, la gatita acercó sus labios a los de Tori, besando con calma.

En esos días a solas habían practicado los besos bastante, y, a pesar de que Jade nunca podría ganarle a su humana en sus batallas de lenguas, tenía suficiente confianza para comenzar un ritmo lento, o seguir algo más apasionado.

Tori dejó que su gatita la besara con lentitud, acariciando un poco la mejilla de la híbrida mientras la acompañaba en tiernos movimientos.

Se separaron con lentitud, mirándose con una sonrisa en sus rostros.

— ¡La puta madre!

El grito de André hizo a Jade saltara del susto, sintió su cola erizarse bajo sus pantalones.

— ¡Son tan tiernas y tan bonitas y-!

— Cállate de una vez.—soltó Tori, en tono brusco, se separó de Jade y se fue a paso apresurado.

Jade no pudo evitar sentirse un poco mal, se mordió el labio con pena, sintiendo que había hecho algo mal. Ella sólo quería un beso de despedida.

—Vamos, pequeña. —Las manos de André sobre sus hombros la hicieron alzar la vista del suelo—. Entra, hace frío.




Bad luck. (Jori)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora