—¿A dónde vamos? — investigo ya que no me dice nada y no vamos a la zona centro, donde se me ocurre que podríamos ir, dada la hora son los únicos lugares abiertos. Antros.
—Conozco un buen lugar para embriagarnos se llama... —me mira arrugando la nariz— ¿Qué?
—No suelo emborracharme.
—¿En serio? — mueve la cabeza para reafirmar —. Eso explica por qué solo le diste unos cuantos tragos a tu botella cuando estabas parado en la sala —me mira sorprendido. Fue tan repentino que el auto se descontrolo por segundos.
—¡Oye, nos vas a matar! — me sujeto de donde puedo — ¿Qué te pasa? —me acomodo la chamarra.
—¿Me estuviste viendo en la fiesta?
Entiendo el error.
Sigue mirando el pavimento luego mi rostro con un desborde de emoción por unos segundos.
—No te creas tanto niño, estábamos en la misma fiesta, es lógico que te viera —miro hacia afuera.
—Te diste cuenta de que apenas le tome a la cerveza. Eso no es mirar, eso es acoso.
Abro los ojos, con sorpresa e indignación.
—Yo no soy acosadora, ¿crees qué yo soy de las que necesitan hacer eso?, estaba arriba, viendo a mi alrededor y cada que volteaba estabas en el mismo lugar, con la misma cerveza. Y solo. — hablo fuerte hasta que llego a esa parte regresando a verlo.
Se le borra la sonrisa, levanta la cara jalando aire profundo ladeando la cabeza.
—¿De dónde conoces a Iván? —indago.
—No fue Iván quién me invito —evita mi mirada, ya no se le nota la emoción y lo dice tan rápido que me cuesta escucharlo de un inicio.
—¿Entonces?
—¿Quieres saber a dónde te llevo?
Se acomoda en su asiento. Me parece que se entristeció y no me gusta el cambio, pero si no conocía a nadie en la fiesta, ¿Cómo supo de ella? Las fiestas pequeñas son para gente cercana al anfitrión.
—¿Qué tanto me ocultas? —entrecierro los ojos—, no soy tonta, ¿sabes? — investigo al tiempo que aparca el auto.
No me fijo donde, me enfoco es su cambio, estoy consciente de que esto no es más que un juego para mí, pero el que alguien sepa algo que yo no, me pone en alerta.
—¿Lo mismo te puedo preguntar? —no se le ve emoción en la mirada, más bien parece retadora.
Los dos mantenemos la misma postura, recargados en su puerta cada quien sin apartar la vista el uno del otro, esperando que sea el otro el que hable.
—¿Qué estamos haciendo entonces? —tomo la iniciativa.
—Yo, intentando pasarla bien contigo, ¿y tú?
—También, pero...
—Pues hagámoslo —me interrumpe —. Mira —señala al frente.
La vista es hermosa, aunque a decir verdad no me impacta, ya casi nada, desde que vi la aurora boreal por primera vez, eso fue cuando tenía cuatro años.
—¿Dónde estamos? —abro la boca de manera exagerada para que no se percate de que un montón de lucecitas a la distancia, no me causan nada.
—En mi lugar favorito, es el mirador de la ciudad, las estrellas se pueden ver desde aquí con tranquilidad, vengo desde ...desde hace un tiempo —no deja de verme, forma los ojos como rendija con una sonrisa que intenta ocultar cuando yo no cierro la boca.
ESTÁS LEYENDO
Perdiendo el cielo
RomanceDémoni es una chica empoderada con mucho dinero, en el último año de su carrera, tiene un carácter difícil, y pocas veces olvida. Planea una venganza por lealtad a Dan, su mejor amigo y ex pareja; contra Ángel y Ángela, la pareja de ensueño que t...