Capitulo 10

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Me levanto de golpe, miro a Dan que está profundamente dormido, me confunde mi reacción, aun así, no me detengo, jalo aire para desacelerar el corazón y parecer lo más tranquila posible.

—Ya voy, dile que me espere.

Me apresuro a vestirme, me fijo en el espejo antes de ir a la puerta.

—¿Te vas a tardar? —me detiene la voz de él que creí dormido. Tiene sus manos detrás de la cabeza escudriñándome con la mirada dura.

—Quería dejarte dormir —no puedo mirarlo a los ojos, finjo acomodar mi zapato para no evidenciarme.

—¿Por qué no lo corres? Ni comimos.

—Quedé con él, no puedo dejarlo así.

—Eso es raro, ¿no? —insiste.

—Tengo que ganarme su confianza, Dan, obviamente no es raro.

No suelo mentir, no me gustan las mentiras desde que descubrí la de mi mamá, pero no sé qué decir si yo tampoco sé porque reacciono así.

Su mirada me pesa, tiene razón, ¿por qué no lo corro y me quedo en cama con él?

Agarro mi mochila revisando que todo este adentro.

—Puedes quedarte el tiempo que necesites, no lo voy a subir para no molestarte, le diré a la empleada que te suba algo de comer.

No dice nada porque no le doy tiempo a hacerlo, cierro la puerta sin volver a verlo.

Mientras recorro los pasillos comienzo a actuar normalidad.

—Hoy vamos a estudiar aquí —dejo las cosas en la mesa que está en frente del sillón.

—¿Y eso? —me busca la mirada. Alzo los hombros sin mirarlo acomodando las libretas aun con el corazón agitado.

Me siento tan cobarde, pero sigo sin idear algo para regresar a ser yo, las escaleras me parecieron muy cortas.

Le trueno los dedos a la primera sirvienta que veo.

—Sube comida a mi habitación, pregúntale que quiere.

—No es necesario —todos volteamos a las escaleras. Mueve la cabeza en negación mirándome con los dientes apretados—. Yo me voy —recibe la correa con el perro que seguro pidió antes de bajar.

El corazón amenaza con salirse por la garganta cuando veo la cara de sorpresa de Ángel mirándome.

Me levanto corriendo para detener a Dan saltando los pies de mí invitado, la sirvienta se marcha y Ángel se deja caer en el respaldo del sillón dejando salir aire de forma escandalosa.

Dan sale de la casa al jardín para llegar a la reja.

—No es necesario, solo que me explique algo que no entiendo y ya, no me voy a tardar — le jalo el brazo al ver que no se detiene —, ¡Dan, por favor! —Shippo empieza a ladrar por mis gritos.

Se regresa de golpe sin dejar de caminar enfrentándome, tengo que retroceder.

—¿Te estas escuchando? ¿Si ves lo patética que te estas poniendo? —se detiene al fin.

—¡No quiero perderte! —confieso.

—Entonces córrelo —señala la puerta sin dejar de verme con las cejas hundidas encorvándose para quedar cerca.

Me siento presionada, me molesto conmigo por dudar, no quiero correrlo tampoco quiero que Dan se vaya.

—No deberías ponerla a elegir —nos interrumpe Ángel, giro a verlo, ya tiene sus cosas en el hombro caminando hacia nosotros mirando a Dan quien enseguida se cuadra dejando caer la correa, no me quito de en medio para que no le vuelva a pegar.

Perdiendo el cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora