Capítulo 22

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Durante el almuerzo recibo un mensaje de Dan, pidiendo que nos veamos lo más pronto posible.

^ Ahora no tengo tiempo, nos vemos al rato en mi casa

^Llego a las cuatro

Me estresa su actuar desde que rompió con Renata.

Al terminar la comida, Ángel y yo preferimos ver una película en mi casa. Para ver, Ángel escogió una película que nunca hubiera visto en esta vida. Ciencia ficción, donde salen un montón de extraterrestres y unos tipos combatiéndolos con tecnología que nunca podrá tener el humano.

Me aburro horrible pero no digo nada al ver que esta como niño chiquito observándola. Al terminar, me mira con emoción.

—¡¿Viste cómo los aniquilaron?! ¿Quién iba a decir que el doctor que inició la misión era el mismo que quería destruirlos? — exclama.

— Si, la verdad es que no me lo esperaba — le sigo el juego a pesar de que no me di cuenta de eso, ni de nada.

—¡Wow! Es una de las mejores películas que he visto, ese giro en la trama me dejó... — simula una explosión con las manos en su cabeza. Contengo la risa.

Le planto un beso para callarlo, pero sobre todo porque no aguanto las ganas de tenerlo como en su casa.

Corresponde el beso acariciando mi mejilla, abro los ojos antes de terminar, lo contemplo mientras se deja llevar y me parece lo más asombroso.

Sin pensarlo me inclino hasta a él para subirme.

—¿Cómo te gusta? — indago —. Te hare lo que tú quieras.

—No me importa como sea si es contigo — coloca su mano en mi nuca volviendo a mirarme con devoción.

Comienza a acariciar y besar mi piel desde el cuello y bajar. Seguimos con las caricias suaves hasta volverlas intensas y desesperadas.

Terminamos sudando y con la respiración agitada, me recargo en su hombro, Ángel recarga su cabeza en la mía.

—¿Quieres que nos traigan comida aquí, o quieres salir a comer? —jala aire, deja caer la cabeza—¿Qué? — Me muevo para verlo mejor cuando noto su incomodidad.

—No —me detiene con una mano en mi espalda —. Es que cada que hablo de comida me estreso.

Me abraza pegándome a él acariciando mi cabello.

—¿Porqué? ¿Tienes problemas alimenticios? Eso explica tu complexión — hace la cabeza de lado con una mueca de disgusto —¿Qué? No te aflijas conmigo, yo puedo ayudarte conozco las mejores clínicas donde pueden...

—¡No Démoni!, no tengo problemas alimenticios y mi complexión es la de un chico normal.

—¿Entonces? —me cuesta borrar la sonrisa.

—Las cosas en el restaurante van muy mal desde que empezó la construcción del puente de la avenida central, nos tapa el paso y no tenemos clientes más que los que viven cerca y no alcanza para nada.

—Yo puedo ayudarte —me encojo de hombros.

—No quiero.

—¿Por qué no? Sabes que con el dinero de...

—¡No Démoni! —deja de mirarme, quita su mano de mi espalda.

Entiendo que debo alejarme.

—¿Qué te pasa?

—No quiero tu dinero, mi madre y yo hemos podido sin la ayuda de nadie —se distancia tapándose los ojos con el dorso de la mano.

—Y mira la situación en la que están, dependiendo de la construcción de un puente, no le veo el problema, estar conmigo es una ventaja que tienes, ¿por qué no usarla? —alzo los hombros.

Perdiendo el cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora