Capítulo 5

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OHM

Es casi media noche cuando salgo de la habitación y veo através de la puerta de vidrio a Nanon sentado bajo uno de los árboles en el jardín.

Creo que no planea venir a dormir.

Su comportamiento empezó a molestarme, y no quiero ir a intentar hablar como siempre.

Así que agarro mi teléfono, acostándome en el sillón y veo los últimos mensajes de Chimon.

Ladeo la cabeza, entrando a leerlos, porque no era el último chat que dejé abierto.

"Nanon, no puedo darte una respuesta objetiva porque no estoy en la mente de Ohm, sé que te ama, pero solo él sabe lo que siente cuando está con otros chicos".

¿Qué?

"Yo no podría, me sentiría terrible si otro hombre me toca, pero no funciona así para él, y he visto sus videos, creo que lo disfruta".

"Al estar estimulado, el cuerpo reacciona de forma natural, no se trata de que le guste o no".

"No quieres decirme, porque es tu amigo".

"No te ocultaría algo a ti, creo que eres un chico fuerte, y me gusta".

Dejo el teléfono al lado y me levanto, para deslizar la puerta y salir al jardín también.

—¿Por qué estás escribiéndole a Chimon?

—Tenía preguntas —responde levantándose sin mirarme.

Parece que quiere irse.

—¿No puedes hacérmelas a mí? —pregunto agarrando su cara para que me mire— ¿No se supone que soy la persona que amas? ¿Dónde está la puta confianza que decías tenerme?

—No lo sé.

—No volverás a hablarle, dame tu teléfono.

—¿Qué?

—No vi una despedida, ¿continuaron conversando?

—No seas ridículo, simplemente dejé de responder.

—Lo voy a comprobar, dame el teléfono, te creo capaz de aceptar sus propuestas idiotas.

—¿Acaso no sabes leer? —me pregunta ya gritando— ¡Puse ahí que no podría, porque no quiero que alguien más me toque!

—No te creo.

—¿Y la confianza, Ohm?

—No puedes pedirme algo que no me das —respondo alejándome.

—¿Por qué deberíamos continuar con esto entonces?

—¿Quieres terminar? —pregunto empezando a sentir mis piernas débiles.

—Tal vez es lo mejor.

—No voy a rogarte para seguir contigo, si es lo que esperas que haga, sabes el terror que me causaba pensar en que harías esto en algún momento, y lo estás haciendo aunque prometiste que no sería así.

—¿Entonces estoy obligado a sentirme torturado  cada vez que te vas a estar con otros?

—Podemos estar bien si tú...

—¿Si yo? ¿Por qué tengo que ser yo? —suelta interrumpiéndome y ya ha empezado a llorar.

—Nanon, no lo estás entendiendo.

—¡No solo vas a meterles la polla! —grita empujándome— ¡Tú los acaricias y los besas y les dices palabras que luego me dices a mí!

—¡Yo no escribo los estúpidos guiones!

—¿Qué puedo hacer si me duele aunque lo sé?

—No entiendes un carajo —digo con un nudo en la garganta— y no vas a entender, así que lárgate, no quiero seguir desgastándome con estas explicaciones.

Él se va rápido, y pasa por mi lado, con dirección a la habitación.

Lo sigo y veo que está sacando la ropa de los cajones, con la respiración irregular.

—¿De verdad? —le pregunto mirando la cama.

—Acabas de echarme, Ohm.

—No de la casa, deja de comportarte así —digo agarrando su brazo, pero me quita.

—Perdóname por haber dicho que podía con esto, porque no lo soporto más, quise enfocarme en el amor que siento por ti, pero tú representas un infierno constante del que quiero salir.

—¿Y eso no cambia aunque te demuestro todo el tiempo que te amo?

—Vas a superarlo —dice limpiando sus lágrimas— tienes cosas más importantes en tu vida que esta relación.

—No es así, quizás no lo entiendes porque tú no me amas lo suficiente a mí.

—¿Yo no te amo, Ohm? —pregunta mirándome a los ojos— si es lo que crees, este es un favor para ti.

Me apoyo en la pared, mientras termina de poner las cosas en su maleta.

—Nanon.

—Ya no, Ohm, ya no importa lo que tengas que decir ahora, es tarde para hablar.

Lo detengo estirando mi mano a la parte superior del estante y le muestro el anillo que estaba guardando ahí.

Pensé que iba a poder dárselo, cuando los días malos se detuvieran.

—No lo quiero.

—Lo compré para ti.

—Mi respuesta es no —dice alejándose— los planes que teníamos siempre sonaron bien cuando estaba en esa cama, intentando ignorar que salias de ahí a hacer lo mismo con otros, por dinero.

Escucho sus pasos a la puerta y la tira, dejándome solo.

Me siento en el suelo mirando el diamante, con el corazón roto.

Nunca me había pasado antes y no sabía que lo "roto" se sentía así de literal, como si estuviera agonizando porque ya no funciona más.

Rainbow• [Ohmnanon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora