El amor no conoce de fronteras, tampoco de edad, tiempo, género, eso es alguna de las cosas que dicen del amor.
Te amare en todos los multiversos, aunque nos separen, cuando reencarne te seguiré buscando. Parece ser que el amor es algo muy hermoso.
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Dibujito hecho por mi :³, disfruten el cap, volví motivada, o eso creo ._.
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[...]
Habían pasado horas, las horas más tormentosas para la joven Kanata, no paraba de lamentarse por la despedida de Genya. Había sido la primera vez en la que ambos se daban un cálido abrazo, también había sido la última vez.
Las palabras de Genya no paraban de resonar en su cabeza, era una tortura para ella pensar que ambos sentían lo mismo pero no nacieron para estar juntos. Y no solo esto, también le había hecho una promesa la cual en aquellos instantes le parecía imposible de cumplir.
Por la noche solo pudo estar en su cuarto llorando, recordando los momentos en compañía del Shinazugawa, quien siempre se mostraba tímido y hacia chistes absurdos para animarlas, asustandole muchas veces con sus repetidas apariciones.
Era un sentimiento desgarrador cómo la perdida de sus padres, ahora sabía que nunca volverían, pero después de todo, Kanata es una simple joven la cual no podría comprender con exactitud lo que se encuentra después de la muerte. Solo podía rezar, tal y como el difunto pilar de la roca le enseño.
Y ese mismo día por la tarde, como si fuera enviado por el destino, a la puerta de su hogar llegó la persona que menos esperaba. Sanemi Shinazugawa estaba del otro lado con una gran caja en manos, golpeando la puerta impaciente, hasta que el peli verde Yushiro abrió mirándole con disgusto.
— ¡Si rompes la puerta la pagas, inepto! — algo a lo que Yushiro le había tomado aprecio es a la actual casa de los Ubayashiki, casa que también es su hogar, por lo que odiaba que dañaran su hogar.
— ¡¿A quien llamas inepto!? — grito Sanemi igual de molesto — ¡El único inepto aquí eres tú!
Ambos comenzaron a gritarse insultos los unos a los otros, conteniendo unas grandes ganas de apuñalar a su contrario para acabar con la discusión, una forma bastante extraña de dar fin a una conversación.
Kanata estaba en su cuarto cumpliendo con sus deberes hasta que escucho los alarmantes gritos en la entrada de la finca. Escucho con atención, sin poder entender de que se trataba, pero al igual que sus hermanos Kanata se preocupo, así que los tres abandonaron sus tareas para correr a ver de qué se trataba. Al llegar y ver a ambos adultos peleando cuál perros y gatos no lo dudan y intervienen.
— ¿Qué está haciendo aqui, acaso no tiene modales? — interroga Kuina viéndole de brazos cruzados.
— a mi no me hables en ese tono — el albino le ve fulminante, para luego ver de la misma forma a Yushiro.
— ¿Shinazugawa sama, se puede saber a qué ha venido? — dijo lo más educadamente que pudo el único hombre de los Ubayashiki.
— ¡He venido a traer algo, hasta que el imbécil me insultó! — señaló a Yushiro encarandolo.
