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Poco se sabe del origen de Semsperi, pues la madre sultana Kosem había pedido traerle a la mujer más hermosa que pudieran encontrar sus más cercanos viajeros, lo único que se conoce es su anterior nombre, Francesca.

—Una hermosa muchacha, digna de su majestad.—Lalezar Kalfa habló junto a su sultana.

—Es hermosa, si.—Asintió en un tono serio que le heló la sangre q la odalisca.—Veremos que tan inteligente es, si no me asegurare de que se quede como las otras.

—Levanta la mirada.—Gruñó Lalezar.—¿Cual es tu nombre?

—Francesca.—Habló tratando de no sonar nerviosa.

—Olvídalo, desde ahora te llamaras... Semsperi.

—¿Se... Semsperi?—Frunció el ceño, no quería tener otro nombre, ella amaba el que su madre le había dado.

—Estás por renacer, y si quieres ser alguien debes cambiar emperezando por tu nombre.

Negó con la cabeza antes de intentar huir inútilmente pues los guardias la detuvieron.

—No quiero estar aquí, ¿Qué quieren de mi?—Habló asustada.

—¡Silencio insolente!—La Kalfa regañó.

—Estás aquí porque iras al harem del Sultán Murad, te educaré y si tienes suerte quedarás embarazada, lo demás dependerá sólo de ti.

—Me rehuso, no quiero.—Tembló angustiada.

Kosem hizo un ademán con su mano pidiendo que la retiraran mientras ella pedía regresar a casa en gritos que no iban a ser atendidos

—Hachi, asegúrate de educarla bien... La enviaremos a los aposentos de Murad lo antes posible.

—Como ordene mi sultana.—Hizo una reverencia antes de salir de la habitación.—Preparen a esta señorita con las demás, va a iniciar sus clases.

Algunas personas hablan del tiempo en el que la ahora Semsperi se adaptó al harem, al igual que las demás concubinas tuvo que aprender el idioma, costumbres, desarrollar sus talentos para así poder pasar al menos una noche con el sultán, no se sabe si pasaron días, semanas o quizás meses antes de que formaran a la muchacha "perfecta" a la cual Kosem había favorecido.

—Haz mejorado mucho con el idioma, Semsperi.—Halagó la mujer.

—Todo se lo tengo que agradecer a usted, alteza.—La reverencio.

—Está noche irás a la cama del sultán, si lo complaces tal vez te vuelva a llamar.—Volvió a explicarle.—Me agradas, así que rezaré para que puedas mantenerte al lado de mi hijo.

Nunca se descubrieron las verdaderas razones del interés de la sultana por la muchacha, algunas criadas expulsadas del harem dicen que el cariño era genuino mientras otras creen que necesitaba una pieza adicional en su ajedrez para moverla a su antojo.

Semsperi se encargó de su cuidado, pasó horas limpiando y perfumando su cuerpo, escogiendo alguna de las joyas que la madre sultana le había obsequiado.

—Vamos señorita, no podemos hacer esperar a su majestad.—La Kalfa la apuró al verla cepillar su cabello.

Llevaba un bello vestido blanco, con detalles bordados en el mismo, finalmente sería entregada al sultán, nerviosa caminó por los pasillos acercándose a los aposentos más grandes del palacio.

—La madre sultana envió un obsequio para su majestad.—Lalezar habló.

Los agas agacharon su cabeza al mismo tiempo que ella ingresaba, esta vez sin compañía alguna, con la cabeza agachada se arrodilló cuando vio la túnica de su sultán, la tomó entre sus manos para poder besarla, siguiendo el protocolo el hombre la sujetó del mentón haciéndola levantarse para cumplir con su deber al ser el padisha.

La primera noche del sultán con su concubina, muchos comentaron aquel encuentro pues sería el que desataría una guerra entre las esposas del sultán y ella.

La favorita del Sultán | Murad IV.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora