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Dentro de los aposentos del sultán estaba su ahora segunda consorte visitándolo con su pequeño príncipe de brazos, los guardias que custodiaban las puertas podían escuchar sus voces y risas, el cariño de Murad por Semsperi era evidente para todos los sirvientes.

—Últimamente duele cuando intento alimentar a Hasan, parece que los dientes le van a salir pronto.—Se quejó Semsperi.

Murad se acercó para observar a su hijo para verlo con cariño, pronto sujetó de la cintura a la joven tratando de calmar su ansiedad.

—¿Por qué no llamas a una nodriza, querida?—Preguntó con una voz suave temiendo incomodar al niño.

—Quiero que mi hijo reciba la atención que merece.—Dijo mientras lo arrullaba.—Todo niño sin importar su estatus merece la atención de su madre.

—Eres una gran madre, Semsperi.—Murad sonrió al ver el amor que tenía por su pequeño.—Nuestros hijos serán afortunados de tenerte.

Unieron sus labios demostrando el cariño que sentían el uno por el otro, aunque su paz duró poco pues un Aga llamó a la puerta para anunciar así la persona que más incomodaba a Semsperi.

—La sultana Farya quiere verlo majestad, dice que es importante.

El padisha buscó la mirada de la sultana quien con una mueca aceptó.

—Si es importante...

—Murad.—Lo saludó con una reverencia.—Semsperi.

—¿Qué ocurre? Farya.—Preguntó el.

—Le traigo grandes noticias...—Ignorando a la segunda esposa, se acercó a él sujetando su mano.—Nos han bendecido.

—¿A que te refieres?

—Estoy embarazada.

El corazón de Semsperi dolió como nunca antes había dolido, sus nervios aumentaron y su única respuesta fue ignorar al sultán.

—Es mejor dejarlos hablar a solas.—Se despidió pegando a Hasan a su pecho buscando consuelo.

Entonces se marchó a sus aposentos, o eso intentó porque en su camino la madre sultana fue anunciada.

—Sultana.—La saludó.

—Semsperi, ¿Como haz estado?—Preguntó mientras observaba a su nieto.

—Bien gracias a Allah.—Aseguró.—Hasan demanda mucha atención.

Kosem colocó su mano en el mentón de la menor obligándola a verla.

—Por tu mirada puedo ver tu tristeza... Te haz enterado del embarazo de Farya.

—Lo siento madre, se que estas cosas no deberían molestarme... Pero no puedo evitarlo.—Balbuceó.

—Tranquila, entiendo lo que sientes.—Aseguró.—Mi hijo ha bajado de posición a Farya, este embarazo a sido una sorpresa para todos... Pero ella no te quitará el lugar que tienes en el corazón del sultán.

Y aunque pocos celebraron aquel embarazo, la felicidad se desvaneció pues al poco tiempo del anuncio el pueblo atacó a la princesa, empujaron y le lanzaron cosas, ella intentó defenderse pero era tarde. Farya había perdido a su bebé por culpa de los celos de otra mujer.

—¿Qué haces aquí?—Habló una Farya con la nariz roja y ojos hinchados por el llanto.

—Se que soy la última persona a la que deseas ver... Pero vine aquí a darte mi apoyo.

—No necesito nada de ti.

Semsperi intentó sujetar su mano pero ella se negó apartándose.

—No intentes limpiar tus pecados ahora, se bien que tú lo ocasionaste.

—Mis pecados me acompañarán hasta mi muerte, Farya...—Aseguró.—Pero te juro ante Allah, que yo no tuve nada que ver.

Ella la observo incrédula de sus palabras, con el corazón roto ante su pérdida.

—Nunca... Yo nunca le haría daño a un bebé.

Ninguna de las dos dijo nada más, solo se dieron una última mirada antes de darle la espalda e irse.

La ira de una madre que pierde a su hijo puede hacer mucho daño.
Algunos libros relatan que luego del aborto de la sultana, la haseki del sultán fue culpada, si castigó era no volver a ver a sus hijos o al menos eso le habían hecho creer.

La favorita del Sultán | Murad IV.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora