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El harem tenía un nuevo tema de conversación, la nueva favorita del sultán, el regalo de la sultana Kosem y que reacción tendrían las sultanas al enterarse de que tenían una nueva rival, era sabido que la relación de Ayse y Farya no era la mejor, pero sumándole alguien más a su enfrentamiento por el amor de Murad no le convenía a ninguna.

—Cálmese sultana.—Pidió su criada.

—Díganle a la sultana Kosem que estoy aquí.—Ignoró mientras reclamaba a los agas.

—Sultana, no actúe por el enojo... Hay mejores formas para deshacerse de ella.

—Cállate, no intentes darme consejos odalisca.

Uno de los eunucos ingresó mientras una desesperada Ayse temblaba de angustia, no quería ser reemplazada, lo único que le quedaba era el favor de Kosem y lo estaba perdiendo.

—La sultana la está esperando.—Anunció dejándola pasar.

Caminó con apuro, necesitaba una respuesta y solo aquella mujer podría dársela.

—¿Qué quieres Ayse?—Cuestionó.

—Una muchacha pasó la noche con el Sultán.—Comentó.—Dicen que usted la envió.

El silencio dominó la habitación mientras Kosem la miraba con seriedad cosa que la intimidó.

—Lo hice.

—Pero sultan-

—Necesito a alguien inteligente que de verdad me sea leal, tú ya no me sirves.—Habló sin pena alguna.

—Madre...—Se arrodilló ante ella para tomar su túnica.—Le suplico me de una última oportunidad, no le voy a fallar pero por favor no me quite su apoyo.

—¡Guardias!—Llamó.

—Sultana.—En su voz se escuchó la súplica pero ya era tarde.—Por favor.

Había perdido a su mayor aliada, estaba sola en la batalla y no era bueno para nadie no tener en que apoyarse.

Haseki Ayse Sultán fue la primera mujer del sultán, conocida por su belleza extraordinaria era la más querida tanto por el como por su madre, pero su astucia era poca, sus impulsos actuaban por ella haciendo que poco a poco sus leales se alejaran o cambiaran de bando, la perdición de Ayse fue el no haberse preparado para lo peor.

—¡Atención, la sultana Farya!

Fue anunciada en el harem, las concubinas dejaron de danzar haciendo una reverencia, con su mirada hostil rebuscó en el harem alguna mujer con la descripción que le habían dado.

—¿Quien es Semsperi?—Habló con su voz de mando.—Quiero que se acerque ya.

Una de ellas tomó valor y caminó hacia la mayor, las demás se miraban entre ellas preguntándose el que pasaría después, Farya pudo notar la juventud resplandeciendo en ella, su hermoso rostro y figura la pusieron celosa, enojada.

—Mi sultana.—Hizo una reverencia.

—No me importa quien te envió a sus aposentos, si intentas si quiera caminar cerca de el... Me encargaré de ti.—Amenazó.—¿Quedó claro?

Los ojos castaños se posaron sobre los de ella, las mujeres tuvieron un debate silencio antes de que Semsperi tomara la palabra.

—Perdone mi insolencia sultana, pero si desea que me aleje de su majestad.—Llevó su mirada a los aposentos que estaban en lo alto del harem.—No es a mi a la persona que debe amenazar.

—¿Como te atreves?—Habló sintiendo los murmullos de las demás.—¡Agas!

Los eunucos llevaron sus miradas a ellas esperando la orden de la de mayor rango.

—Encierren a esta atrevida, pero antes... azotenla a ver si aprende lo que es respeto.

—¡Suéltenme!—Se quejó cuando la tomaron.—¡Soy la favorita del sultán! ¡Esto no se los perdonará!

Para suerte de Semsperi y desgracia de Farya, la madre sultana escuchó los gritos de la angustiada joven, la gente al verla se quedó en completo silencio mostrándole su respeto.

—Suéltenla.—Así se cumplió su orden.

Farya con la mirada en alto enfrentó a la sultana.

—Madre, está concubina me ha faltado el respeto.

—Solo yo puedo dar castigos en el harem.—La silenció.—No muerdas más de lo que eres capaz, vete a tus aposentos.

De reojo observó a la protegida de Kosem, se notaba su odio, envidia, no dejaría que ella se entrometiera en su amor con el sultán.

El primer enfrentamiento de Farya, la princesa que abandonó su trono por amor y Semsperi, el regalo del sultán. La princesa era una mujer audaz, inteligente pero no tenía el apoyo de la mujer más poderosa del harem, para algunos era únicamente el capricho del padisha, o como algunos le llamaban, "La ramera del sultán"

La favorita del Sultán | Murad IV.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora