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Semsperi nuevamente sintió aquel dolor en su vientre pero en ese momento no le dió importancia, solo quería ver a sus hijos.

—Mis niños...—Habló cuando escuchó a los guardias acercarse dejando a los príncipes caídos en el suelo a los pies de su abuela.

Su corazón se rompió al imaginar cómo los habían maltratado hasta desmayarlos pero conforme se acercaba a los jóvenes sentía como todo se acababa para ella, no estaban dormidos del dolor, ellos ya no reaccionaban.

—¿Mahmud?—Llamó a su hijo menor volteando su rostro el cual todavía se sentía cálido.—Selim...

Su voz se rompió al no sentirse escuchada, las personas que más amaba en el mundo yacían entre sus brazos llenos de sangre, no pudo evitar gritar con dolor al ver a su hijo mayor con el cuello cortado y sus ojos de terror plasmados en su rostro, como pudo intentó aferrarse a los tres cuerpos mientras gritaba desesperada.

—¡Allah!—Llamó a su Dios entre su dolor mientras su hermoso vestido se coloreaba de la sangre de sus hijos.—¡Traidores!

Todas las personas que se encontraban en la sala agacharon la cabeza sintiendo vergüenza, algunos lloraban en silencio pues nunca estuvieron de acuerdo con la muerte de los hijos del difunto sultán pero sus vidas dependían de ellos, Kosem llegó a sentir remordimiento pues por un momento en su cabeza se asomó el doloroso recuerdo de perder a su primogénito Mehmed.

—Desde ahora nadie volverá a atentar contra el trono de mi hijo.—Habló la anciana.—Llévensela y entierren a los príncipes tan pronto sea posible.

Los guardias forcejearon contra la viuda de Murad quien se negaba a separarse de sus hijos.

—El bebé...—Murmuró cuando con fuerza lograron separarla del suelo.

Se contrajo para sujetar su vientre ante el dolor que este le causaba al mismo tiempo que un gemido de dolor se escapaba de sus labios.

—Ya viene...—Habló casi sin voz a punto de caer desmayada.

—¡Llevanla a sus aposentos!—Ordenó Kosem, con una mirada hizo que Lalezar Kalfa siguiera su orden de acompañar a Semsperi durante el parto.

El nacimiento de su sexto y último hijo fue doloroso, el más fuerte que había pasado superando incluso al primero, a Semsperi ya no le quedaba la fuerza para pujar y por momentos tiraba insultos entre lágrimas pidiendole a las mujeres que la asistían por favor matarla en ese instante, pero como era de esperarse, la sultana dio a luz a un hermoso varón.

—Se parece mucho a su padre.—Sonrió la muchacha.—Sosténgalo, el bebé esta ansioso de verla.

—¡Apártenlo de mi!—Reclamó casi dormida.—Aléjenlo...

—Informaremos a la madre sultana del nacimiento del heredero, quizás puedan contener la ira del pueblo con una buena noticia.

—Allah los castigará, castigará al padre de este bastardo...

—Ha perdido mucha sangre, no fue un parto fácil...

Poco a poco las voces se hicieron más distantes hasta que finalmente cayó dormida deseando no volver a despertar.

Tan pronto como el niño nació e Ibrahim regresó al trono le dió un nombre "Mehmed", el príncipe había pasado en brazos de criadas y nodrizas que lo alimentaban, pero no importaba que hicieran, el pequeño lloraba por su madre.

Semsperi por desgracia despertó tan solo un par de días después pero su condición seguía siendo delicada, no había nadie que la consolara pues los príncipes ya habían sido enterrados y su única hija fue casada con un pasha sin siquiera permitirle despedirse, los días de la sultana se volvían cada vez más grises cayendo en la desesperación, ansiedad y tristeza, en la actualidad aquello tendría finalmente un nombre, depresión.

La favorita del Sultán | Murad IV.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora