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El entierro de la sultana dio mucho de que hablar, pues se había llevado a sus hijos con ella dejando a Hasan como el príncipe heredero y a Semsperi como esposa principal.

—Espero que Allah reciba sus almas.—Semsperi consoló a Kosem mientras arrullaba a Hasan quien no había parado de llorar.

—Amén.—Murmuró la valide algo pérdida todavía, incrédula de lo que había ocurrido en tan poco tiempo.

—Sultana, lo mejor es que vaya a sus aposentos... Nuestra madre necesita descansar.—Lalezar aconsejó.

La joven asintió antes de darle una última reverencia para retirarse a sus aposentos, una semana había pasado desde su pelea con Murad pero todavía sentía sus dedos quitándole el aire, tenía miedo.

—Sultana...—Un Aga la detuvo.—El sultán desea verla.

—Nurten Hatun, lleva al príncipe a mis aposentos... Asegúrate que duerma.—Ordenó a una de las criadas puesta a sus servicios.

Acompañada por el Aga fue hacia los aposentos de quién la había agredido, sin ganas de verlo pasó por la puerta del lecho donde habían concebido al ahora heredero.

—Sultán.—Hizo una reverencia negándose a verlo.

—Semsperi, he extrañado tu compañía.—Este intento acercarse pero ahora fue ella la que se apartó.

—No parecía disfrutar de ella cuando me estaba ahorcando.—Lanzó por el descaro de Murad.—Dígame algo, ¿Como puede pedir mi presencia luego de lo que me ha hecho?

—No pensé que te molestaría tanto eso, lamento mucho haber desconfiado de ti.

Esta lo miró con sus ojos enojados y apunto de llorar, lo amaba pero debía hacerse respetar.

—Lo entiendo, solo soy una criada después de todo... Calumnieme y agrédame, no tengo valor alguno para usted.

—Semsperi, no digas más palabras así.—Finalmente este la tomo en sus brazos a pesar de los intentos de la menor por alejarlo.—Prometo ante Allah que nunca más tocaré un solo cabello tuyo.

Una vez dicho eso ella rompió en llanto Murad no lo entendió hasta que vio como llevaba sus manos a su propio estómago apretando las telas, por un momento lo pensó pero quería saberlo de ella, necesitaba que saliera de su boca.

—Yo... Estoy embarazada.—Habló.

Eso le cayó al sultán como un balde de agua fría, le había hecho daño a la mujer que amaba y no solo eso, pudo provocar la muerte de su hijo.

—Lo siento.—Habló rindiéndose ante ella.—Semsperi, discúlpame.

Se puso de rodillas para llevar su cabeza hacia el vientre que por las telas flojas casi no se notaba, el la acarició sintiendo como ya estaba abultado, una vez más su corazón latió con fuerza.

—En este tiempo de tristeza me haz devuelto la felicidad...—Depositó un beso donde su futuro hijo descansaba.—Quiero que todo el mundo sepa que eres tú la mujer favorita del sultán.

—¿Qué quiere decir?—Limpio las lágrimas que habían resbalado por su rostro mientras llevaba su mirada a Murad quien seguía arrodillado.

—Te convertiré en mi esposa, mi haseki legal.

Haseki Semsperi Sultan tuvo una de las bodas más celebradas, las sedas y golosinas abundaron en el harem y Estambul pudo sonreír de nuevo pues la celebración se dio tan pronto terminó el luto y aunque el matrimonio no se consumó esa noche, tuvieron muchas para darlo por hecho luego del nacimiento del segundo hijo del sultán.

—Tu nombre es Selim, tu nombre es Selim, tu nombre es Selim.

—Un hermoso nombre para un príncipe tan pacifico como el.—Kosem habló viendo a su nieto.

—Supe que debí llamarlo de esa manera por mi tatarabuelo el sultán Selim, su reinado fue corto y tranquilo.—Explicó a su esposa.

—Es un nombre hermoso.—Murmuró con sus ojos todavía húmedos por el llanto del parto.—Permítame tomarlo en mis brazos.

—Tu madre quiere saludarte.—Murad murmuró al pequeño.

—Que tenga una larga vida.—Farya se hizo presente.—En verdad es un niño pacifico, no lo he escuchado llorar desde que nació.

Kosem rodó sus ojos, todavía odiaba a Farya pues aunque Murad la había perdonado, en su conciencia estaban sus fallecidos nietos que habían sido asesinados por su culpa.

—Felicidades querido hermano...—Ibrahim rompió aquella atmósfera tensa.—Juro ante Allah que cuidaré de Hasan y Selim, los haré grandiosos guerreros.

El príncipe llevó su mirada a la haseki, un discreto suspiro escapó de el al pensarla como la madre de sus hijos, amarla era su secreto.

La favorita del Sultán | Murad IV.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora