🔦002; Los habitantes de la reserva 🔦

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Cuando Coraline volvió a abrir sus ojos, el sol se había ocultado en el horizonte. Se movió un poco bajo las sábanas, dándose cuenta que aún no se había quitado la ropa que traía puesta del viaje.

Elevó sus manos hasta sus ojos y restregó éstos con suma pereza. Si por ella fuera, seguiría durmiendo durante días. Notaba su cuerpo bastante cansado, como si hubiera corrido un maratón sin parar. Era como si su subconsciente que hasta ahí había llegado su camino y que realmente había llegado a su esperada meta, a cambiar de ambiente, pero su mente y corazón no le permiten escuchar con claridad lo que le quiere decir su cuerpo.

Coraline se levantó de la cama directo a las prendas de ropa que aún no había sacado de la maleta. Tomó las primeras prendas cómodas que encontró y se cambió rápidamente. Luego caminó hasta la mesita de noche y tomó el teléfono entre las manos para averiguar qué hora era. El aparato marcaba las 21:30 horas. Coraline supuso que había demasiado tiempo metida en su cuarto y que debía salir un poco de su encierro.

En cuanto salió por la puerta de su habitación fue recibida por el fuerte y agradable aroma a flores. Su estómago rugió, y ahí fue cuando se dio cuenta que estaba hambrienta. Coraline caminó por el corto pasillo de habitaciones hasta llegar a las escaleras, bajando los peldaños con cuidado mientras observaba el panorama de la planta baja; la castaña estaba preparándose para salir a algún lado.

Tras pisar el última peldaño, Caitlin se giró hacia ella.

- Coraline -saludó-, ¿has descansado bien?

La joven asintió.

- Hola, sí, he descansado bien.

- Eso es bueno. Ven, siéntate -dijo suavemente.

Coraline caminó hacia su hermana. El comedor estaba junto a la cocina, constaba de una mesa larga y amplia y varias sillas, once para ser exactos. Encima de la mesa había vajillas hermosas de color beige y varias velas le daban el toque armonioso.

Caitlin se sentó en la punta de la mesa y a su izquierda iba Coraline. La joven debía admitir que era extraño estar sentada en una mesa solamente con su hermana lo cual podría pasar toda su adolescencia con ella. Se sentía extraño pero natural a la vez.

- ¿Tu habitación es cómoda? ¿Hay algo que necesites? -preguntó Caitlin tras terminar-. Mañana debo ir a PortAngeles para comprar todos los materiales necesarios que necesites para las clases; si te hace falta algo, tan solo búscalo y lo pagaré. No te preocupes por el dinero.

- Creo que no necesito nada -fue la respuesta de Coraline-, aunque agradezco mucho la oferta. Eh...

- ¿Sí?

- Las clases...

- Oh, eso. Comienzas mañana, irás con Edward al instituto, él se ofreció a llevarte y traerte.

- Entiendo... -susurró algo inquieta- ¿Y si no le caigo bien? Me dirá que vuelva caminando -abrió los ojos como si se fueran a salir de su lugar, estaba nerviosa porque iba a ser la primera vez que iba con alguien que no sea su familia.

Caitlin la miró con amabilidad, entendiendo la inquietud de su hermana.

- Cora, solo sé tu misma cuando estés con él. No finjas ser alguien que no eres, sino te perderás a ti misma.

𝓈𝒽𝑒 𝒾𝓈 𝓂𝓎 𝓈𝒶𝓁𝓋𝒶𝓉𝒾𝑜𝓃¹ Alice CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora