04.- Tener un secreto

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04.- Tener un secreto.
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Los días pasaban con tranquilidad en la escuela...

Era gracioso pues muchos niños no querían ir a la escuela, pero para Julián y Kevin era el único lugar donde podían pasar tiempo juntos sin que sus padres estuvieran ahí detrás de ellos.

Sobretodo cuando las salidas a jugar con sus amigos en el pueblo comenzaban a levantar sospechas de Diego Armando, el abuelo de Julián. Pues una vez... yendo a recogerlo tras dejarlo jugar toda la tarde, noto como se despedía de un niño. No le vio la cara a Kevin pero se había quedado pensando en lo que Lionel había dicho, respecto a no dejarlo jugar con el hijo de Guillermo.

Tras ello, las salidas a jugar a veces eran vigiladas por algún familiar de Julián. De ese modo era difícil acercarse a Kevin.

Así que aprovechaban los recreos para jugar, si se sentían tristes de no estar en el mismo salón ya pero... había que conformarse con lo que tenían.

— ¿Crees que puedas jugar hoy?

— No lo se, este día si tengo tarea que hacer.

Tras acabar las clases al toque de la campana, como siempre, Kevin y Julián se veían en el asta de la bandera para caminar juntos a la salida de la escuela. Aprovechando sus últimos momentos juntos si es que no tenían cita para jugar.

— Pero espero terminar pronto.— Kevin sonrió al verlo.— Para ir a jugar.

Enseguida le tomo la mano a Julián y ambos sonrieron.

— Te quiero mucho Kevin.— Mantenía la sonrisa Julián.

— Yo a ti, te quiero mucho más.

Ya no pudieron decir nada. Un silbido y la voz de una mujer llamando les atrajo la atención.

— Es mi abuelito...— Julián vio al extremo detrás de Kevin.

— Y mi mamá.— Lo mismo vio Kevin detrás de su amigo.

Se despidieron sin hacer mucho contacto, aunque sus miradas delataban que no querían irse...

— Abuelito.— Julián intento sonreír al llegar con Diego.

— Te han dicho que no estés con ese niño.— El señor lo jalo suavemente para comenzar a caminar.

A Julián le seguía sin gustar que incluso sus abuelos se negaran a la amistad que tenía con Kevin. De todos, Diego Armando era el que más se oponía a ello, su abuela Susana en cambio era un poco más accesible. Pero lo que el niño no se imaginaba era que lo que ocurrió con el romance de su madre Lionel años atrás se había arruinado por culpa de su abuelo.

Todavía ambos niños tenían intención de saber que había allí. Las razones por las que no se toleran.

De un modo u otro lo iban a saber.

— ¿Estás enojada?.— Kevin hablo con timidez.

— ¿Por?.— Dulce María, su madre lo vio.

— Se que... no les gusta a mí papá y abuelita que yo juegue con Julián.— Hablo bajito, como si esperara un regaño.

— Por mi has lo que quieras hijo.— Dulce sonrió tras acariciar su cabeza.

— ¿De verdad?

Al igual que su hijo, ella medianamente sabía lo que ocurría con aquella rivalidad entre las familias. Era casi como una noticia pública entre el pueblo que siendo dos haciendas grandes siempre hayan querido pelear por la propiedad del río y los terrenos sin dueño que había alrededor justamente enmedio de ambos terrenos familiares. Aunque ella de cierto modo era ingenua. No sabía que Guillermo se había casado por despecho de que Lionel de casó. Pero de igual manera nada de eso cambiaba su manera de pensar.

En todos esos años de matrimonio, su esposo siempre fue respetuosos y se veía que la amaba. Aunque algunas veces observando el semblante del Alfa podía notar una pizca de amargura y frustración... Sin saber que ello se debía a no poder estar con su Destinado.

— Si la amistad de ese niño te hace feliz... esta bien.— Se burló un poco.— Tal vez ustedes terminen esa estupidez de enemistad familiar.

— ¿Eh?.— Kevin la vio, apenas y había entendido lo último.

— Que te apures que tu papá ya no tarda en llegar a casa.

Su madre le dio la mano para caminar más rápido, pero eso que había dicho con el tiempo quizás a Kevin le ayude a entender muchas cosas que tanto él como su mejor amigo siguen sin entender.

Cuando Julián llego a casa, saludo a su abuela Susana. Quién estaba acomodando los platos para la hora de la comida.

— ¿Mami?.— Sonrió Julián.

— No a de tardar en llegar amor, anda, ve a lavarte las manos para comer.

— Está bien.— Sonrió el niño felizmente.

En otro punto medianamente lejos de ahí pero aún en los terrenos de la propiedad, Lionel había llegado a pasarse cerca de aquel granero que le traía ya agridulces recuerdos. Recargandose en el marco de madera que tenía la puerta abierta soltó un suspiro.

Pero al parecer no había sido el único que tenía esos pensamientos en la cabeza y había llegado a ese lugar movido por la nostalgia del recuerdo.

— Guillermo.

— Lionel.

La voz y muy en especial la mirada de ambos seguía teniendo un toque de rencor, en especial el de Ochoa. Pero ninguno se movió de su sitió mientras se veían fijamente.

Nunca hicieron por hablar sobre lo que había ocurrido ese día fatídico en el que Memo recibió esa carta, y no tenían al parecer intención de hacerlo.

Pues Leo comenzó a caminar de manera que le pasó por un lado al Alfa que ya no era de él. Cuando sintió la cercanía, Memo lo siguió con la mirada.

Pero antes de irse. Leo se detuvo. Pues suavemente sin intención de lastimarlo, Memo se acercó y lo detuvo tomando su muñeca.

La mirada que tenían ya no era igual a la de hace un momento, no se veían con rencor.

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Nuestro Romeo y Julieta • Kevin x Julián [FIFA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora