6. Amor (01 Octubre 2001 - 15 Noviembre 2010)

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Koutarou descubrió el verdadero amor a los, apenas cumplidos, siete años. Pompones, corazones y papel picado volaron por los cielos.

El clima comienza a ser frío gradualmente y los días más cortos. Una cobertura media de nubes fluctúa sobre el cielo. Tras un encapotamiento denso y de color gris, una lluvia esporádica golpetea las ventanas. Las gotas caen una sobre otra hasta trenzar entre sí numerosos caminos patituertos.

Koutarou está enterrado en mantas. Odia el frío y la lluvia, no puede salir a jugar. Y si no sale a jugar, no puede correr por la casa. Y si no corre por la casa, no puede moverse. Y si no puede moverse, su temperatura desciende a centígrados inimaginables y su cuerpo se congela hasta ser huesos fosilizados de un mamut en la plena Edad de Hielo.

Lo mejor que puede hacer es invernar. Coge las cajas de cereales de la despensa con ayuda de una silla y toma el control remoto. Desaloja la mesa central de la sala, construye su cueva de mantas sobre la alfombra despejada y enciende la tele.

Pasa canal tras canal en busca de una caricatura interesante, pero no está conforme con ningún programa. Hace un mohín. La emisión de esa tarde es aburrida, solo hay novelas o noticieros. Una línea transparente de moco comienza a chorrear, Koutarou se la limpia con la manga.

"Ugh. Kou, no seas asqueroso y tráete papel del baño" Burakku lo regaña. Está echada en el sillón más largo con las piernas estiradas y una manta envolviéndolas. Lee parsimoniosamente El Hombre que Confundió a su Mujer con un Sombrero. Burakku una vez le dijo que es una recopilación de casos clínicos neurológicos narrados de una forma bella y enriquecedora. Koutarou no lo entiende, no le cabe cómo un hombre puede confundir a una mujer con un sombrero. A de haber tenido los sesos licuados, pero trató de ser empático con el pobre hombre. Cada que salió a la calle y pasaba una mujer, achicó y achinó los ojos juntando los labios como un pez hasta que su concentración le hirvió las orejas y le sobrecargó los fusibles. No lo volvió a intentar y olvidó el tema.

"¡Te tomarás el control!" Koutarou niega moverse. Es un cachorro en peligro de extinción, no atentará contra su propia vida exponiéndose a la sin piedad del invierno. "¡Me niego, me niego, me niego!" Ladea la cabeza de un lado al otro con energía. Nuevamente moco translúcido chorrea de su otro orificio. Koutarou se limpia con la manga limpia sobrante.

"Ugh. Pues bien, no me hagas caso. Tu nariz se llenará de interminable moco que no podrás respirar y te morirás asfixiado, temblando y sufriendo como una araña raquítica moribunda, pidiendo auxilio, pero nadie podrá socorrerte porque será demasiado tarde".

"..." Koutarou lo piensa. Burakku lo ha conseguido, ha asustado a Koutarou.

Tras levantarse e ir corriendo hasta el baño mientras trapea las mantas junto a él, lleva consigo todos los rollos posibles de papel que encajan en sus brazos. Algunos rollos caen sobre el pasillo y mueren en batalla.

"¡Buko, traidora!" Al volver, como lo predijo, Burakku ha tomado posesión del control remoto y ahora es la nueva reina que impone el matriarcado sobre la casa Bokuto.

Burakku, a diferencia de Koutarou, es decisiva y no ahonda en vueltas. El canal que elige es sobre deportes, están retransmitiendo los Juegos Olímpicos de Sídney del año pasado que se realizó en la misma fecha. Rusia versus la RF de Yugoslavia. Están en el tercer set, Yugoslavia llevando la delantera por dos sets ganados. El último set puede definir al próximo ganador de los Juegos Olímpicos en la categoría vóleibol masculino y ser un nuevo hito en la historia. El hito ya es conocido por el mundo, pero Burakku y Koutarou nunca tomaron verdadera importancia a los Jugos Olímpicos hasta ese momento. Si tienen que ser los últimos en enterarse, así será.

Koutarou refunfuña de pie con los mocos tendidos. Abraza con fuerza los rollos de papel mientras las frazadas se deslizan por sus hombros hasta caer.

La cámara hace un zoom repentinamente raudo, el camarógrafo ni nadie del público en vivo y televisivo se lo esperaba de tal forma. La cancha de Yugoslavia hace aparición. Un saque sobrepasa la red, el líbero eleva el balón sin problemas, el setter arma, alguien remata, el líbero de Rusia recibe, nuevamente un setter arma, alguien remata, el balón es elevado por Yugoslavia. Es un ir y venir. Los ojos de Koutarou también van y vienen, de izquierda a derecha, aunque no entienda nada. La gente se come las uñas y, si ya no las tienen, se comen las de la persona al lado. Las palomitas se caen de la boca. La soda se desliza por las comisuras. Las espaldas se inclinan. Los traseros se deslizan hasta el borde del asiento. '13 - 14', los segundos avanzan. Los fans alzan las manos, listos para el final. El locutor entreabre los labios y los pega al micrófono, listo para gritar. El armador de Yugoslavia lanza el balón, su compañero corre y remata, pero es bloqueado. Todos los jugadores mueven las piernas de un lado al otro, el balón rueda por los aires descendiendo en cámara lenta al pecaminoso piso. El público se muerde los labios, maldice y transpira. El líbero chasquea la lengua, sus piernas refuerzan los músculos y se alzan hasta lo lejos, salva el balón y cae de espaldas contra la mesa del jurado. La multitud está tensa, pero suspira aliviada. El setter retrocede unos pasos con la vista fija en el balón, sus yemas la rozan y la eleva a lo alto en el punto perfecto. El as del equipo inicia su carrera, inclina el cuerpo con una flexibilidad mágica y remata el balón como un cañón imparable que franquea bloqueos.

Alzheimer's Experience [AkaBoku | BokuAka]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora