Nancy estaba terminando de limpiar su casa, los platos se acumulaban en una pila bastante grande por todo lo que consumían sus pequeñas hijas. Nancy se apresuraba, sabía que tenía que terminar la casa, luego lavar los platos, posteriormente hacer la comida, después lavar los platos de la comida, limpiar la cocina, arreglarse y esperar a su marido que se había ido a trabajar en la construcción de un nuevo templo con la ambición truncada de ser alguna vez un arquitecto y ahora doblegado a ser un simple empleado, con la promesa de un reino que podría no llegar nunca. Nancy entonces preparaba a su Linda quien ya tenía siete años en las labores del hogar, a pesar de que ella insistía que algún día tendría un trabajo para mantener a su mamá y la pequeña Diana, que tenía cuatro años jugaba con una muñeca de trapo frente a un televisor viejo, escuchando las oraciones en YouTube que se le permitían. Aquel era el inicio de la semana que tenía prospectada con las garras de la tradición formándose en su cuerpo y la formación obligada de negar sus propios deseos y sueños. Cuando llegó su marido, la casa se encontraba reluciente, las tortillas se estaban formando y ella mantenía la comida en la cazuela esperando el momento correcto.
Julián entró por la puerta de la humilde casa en mitad de una zona rezagada de la ciudad donde en su mayoría los vecinos eran miembros de la congregación, una especie de comuna acordada por la convivencia. Besó respetuosamente la mejilla de su mujer, mientras preguntaba dónde estaba su comida. Nancy se apresuró a servir la cena en unos platos blancos de cerámica sencilla, con un vaso sencillo de vidrio que relucía de la limpieza armoniosa que había puesto la mujer en su cuidado, sirviendo agua de sabor natural que ella misma había exprimido y preparado con unos cuantos hielos de acuerdo al gusto de su esposo y se sentó con él para hacerle compañía. Linda se encontraba terminado su tarea cuando su padre las llamó y también a su hija más pequeña que se había ilusionado con el sonido de la puerta. Las tres mujeres se sentaron a la mesa, mientras Julián era el único que comía, las niñas tenían hambre, pero el dinero no alcanzaba lo suficiente para que pudieran repetir la cena. Alguna vez Nancy pidió más dinero para la comida, lo cual le ganó una bofetada por parte de Julián, por insinuar que como hombre no hacía lo suficiente para mantener a su familia, en algún otro momento, también había solicitado apoyo a su familia y recibió un par de golpes más, por poner en evidencia las carencias que tenían como pareja, acusándola entonces su marido, de ser una malagradecida, una mujer que sólo pensaba en ella, que no sabía apreciar las bendiciones que dejaba dios en su vida y ella en su casa y en el salón del reino, era juzgada por tener ambiciones más allá de lo que la nobleza del alma le debía permitir. Así Nancy aprendió a quedarse callada y Linda estaba en vías de aprender lo mismo.
---- ¿Cómo te fue papi?
Preguntó Linda con una voz tranquila, tratando de ser respetuosa.
---- Bien Linda, fue un día de mucho obrar, gracias a Jehová.
Respondió Julián con una gran convicción en su voz. Nancy sonrió con verdadero gusto al ver a su hija tratar con tanto respeto a su padre y por un momento imaginó que podría tener una cena agradable con su familia.
El celular de Julián sonó, las tres mujeres observaron al hombre de la casa revisar el teléfono y guardaron silencio, era costumbre, que el teléfono no se revisara en la mesa, durante la hora de convivencia familiar.
---- Papá, no puedes revisar el teléfono, estamos conviviendo
Exclamó la pequeña y delicada voz de Diana, con una timidez propia de la edad
---- Es del trabajo hija
Contestó Julián respondiendo el mensaje
---- ¿Todo bien?
Preguntó Nancy con curiosidad genuina.
---- Son sólo cosas del trabajo
Se aferró Julián, con una expresión severa y una mueca que denotaba molestia, Nancy se disculpó ligeramente pero ya estaba cansada de asumir la culpa, además no quería provocar la ira de Julián, prefiriendo no demostrar ninguna clase de sentimiento de inconformidad.
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La Amante del Príncipe: La Mujer de dios.
RomantikNancy es una mujer criada en el estricto seno religioso de los Testigos de Jehová y ha hecho todo para ser una buena mujer, es buena esposa, buena madre y es temerosa de dios. Nancy no es feliz. Una tarde se escapa para beber un café prohibido por...