Julián estaba entregado a la sensualidad del momento, apretando con fiereza sus nalgas para intentar llegar cada vez más profundo en el interior de su esposa, orgulloso del movimiento pélvico que era capaz de producir con todas sus fuerzas recargando su peso en las piernas abiertas de su esposa que recargaba su peso sobre la cama. Julián miraba a Nancy y se preguntaba si lo disfrutaba y por cada movimiento de su mujer, el hombre apretaba el ritmo, una y otra vez, con fuerza y velocidad intentando sacar y meter su sexo en una acometida furiosa y violenta, rápida para que la sintiera, tal y como se debía hacer, entonces repentinamente sintió un tirón en su pierna y Julián interrumpió su salvaje sexo sujetando su pierna y sufriendo de un calambre. Nancy quién durante la brutal faena de Julián, había estado observando el techo de su habitación, había concentrado su mente en la inmensa y apasionante labor, de pensar de qué color pintarían la cocina, así que cuando Julián salió de su cuerpo, ni siquiera lo había podido notar, no fue hasta que lo vio sujetando su pierna que se percató que su esposo ya no estaba en su interior. Pensó en preguntarle si estaba bien, pero Julián sufría con su pierna.
----No te preocupes si no puedes levantarte, estoy bien---- Le prometió su esposo mientras se dirigida desnudo al baño. Nancy se recostó y cerró las piernas, un rictus de placer el recorrió el cuerpo cuando se acordó en la forma en la que el Príncipe le había cerrado las piernas, después de los violentos espasmos corporales que había tenido la mujer, posterior a tener un orgasmo con el príncipe y aquella escena se repetía constantemente en la vida rutinaria de Nancy. Las imágenes y el placer de sentarse se habían transformando en un acto casi intimo posterior a su primer encuentro con el bello desconocido de los ojos dorados. Por lo que Nancy pudo entender, el Príncipe era un hombre que no hablaba de su pasado, estaba cubierto por un velo de misterio y su nombre real tampoco era de conocimiento público ya que todos se referían a él como el Príncipe. En fin, aquellas cosas la habían transformado en una mujer que vivía entre la desdicha y los recuerdos, ahora que sabía a lo que se sentía el sexo, no podía creer que estuviera condenada para siempre a los encuentros nada interesantes con su marido.
---Ya estoy listo mujer, lo vas a volver a gozar
La amenazó con un grado inexplicable de seguridad y se volvió a montar sobre ella, pidiéndole que abriera las piernas y se volvió a meter en ella, reanudando sus esfuerzos por llegar más profundo, siendo cuidadoso de no besar ni tocar el cuerpo de su esposa por más de diez años.
Al terminar lo que en la mente de Julián sin dudas era un acto de hombría desmesurada y pasión desenfrenada, el titánico hombre cayó desmayado por el agotamiento y Nancy procedió a bañarse para poder sentirse un poco más cómoda al dormir. Cuando finalmente estuvo en cama, miró su teléfono, no había mensajes de Karina y no sabía cómo escribirle o con que pretexto, en su mente existía un deseo primitivo que suprimía una y otra vez, quería volver a ver al Príncipe, quería poder nuevamente salir de noche y arreglarse como lo hizo cuando vio a su vieja amiga, pero sabía que la realidad de su vida era muy diferente. Un mensaje llegó mientras estaba conectada a WhatsApp, el nombre era difícil de olvidar y de ignorar y el símbolo de una torre y de las alabanzas de Jehová. Nancy apagó su teléfono, no quería que la persona que había enviado ese mensaje supiera que ella estaba despierta y aunque no pudo leer todo el contenido, supo de inmediato de lo que se trataría. Su suegra quería ir a su casa y aquello significaba simplemente aguantarla.
Al día siguiente, Julián había revisado su teléfono, encontró un mensaje similar al que le habían enviado a su esposa y decidió marcarle a su madre, serían sólo unos días en lo que los hermanos hacían algunas reparaciones en su casa y cuando su madre cuestionó a Julián sobre porque Nancy no le había contestado el mensaje nocturno, Julián la excusó asegurando que muy probablemente su mujer había estado muy cansada después de haber estado con él. Nancy se levantó casi de inmediato cuando su esposo se metió a bañar, era parte de su obligación alistar a las niñas para ir al salón del reino y escuchar las alabanzas y el testimonio de Jehová. Aunque aquello no la hacía sentir para nada entusiasmada. No por sus obligaciones religiosas, mismas que atendía con prontitud, el malestar provenía de las cosas que le implicaban el asistir. Sacó una falda larga y una blusa sin estampado, se colocó un suéter modesto sobre aquella blusa y arregló su cabello con modestia. A sus hijas las vistió con igual sencillez y humildad, mientras que su marido usaba unos pantalones cafés y una camisa azul que lo hacían parecer aun más moreno. Llegaron en el auto, Nancy miró en dirección a Café Romance donde se aglomeraba la gente como era la costumbre, pero no pudo notar nada reconocible, sólo la sensación de querer ir a tomar un chocolate. Entraron al salón del reino donde saludaron a todos los conocidos y se acercaron a una mujer con el cabello rubio y las raíces blancas mal pintadas, la piel comenzaba a colgarse en su cuerpo y sus ojos comenzaban a apagarse de forma terrorífica, donde su engalanado maquillaje pretendía dibujar una amable presencia, sin embargo, su semblante no podría definirse de mejor manera que como hostil y aunque con todo el mundo era amable. Cuando se saludaron Nancy y aquella mujer de nombre Agatha, no pudieron evitar la tensión que siempre había existido entre ellas. Nancy se sentó junto con sus hijas Linda se esmeraba todo lo que podía para mantenerse despierta, pero Diana, no era tan fuerte como su hermana.
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La Amante del Príncipe: La Mujer de dios.
RomanceNancy es una mujer criada en el estricto seno religioso de los Testigos de Jehová y ha hecho todo para ser una buena mujer, es buena esposa, buena madre y es temerosa de dios. Nancy no es feliz. Una tarde se escapa para beber un café prohibido por...