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La pelinegra suspiro frustrada tratando de tomar lo más mínimo en cuenta que se encontraba con Enzo.
Aún faltando una hora de viaje, a el peli blanco se le había ocurrido la maravillosa idea de pasar más tiempo con la femenima con la escusa de parar en una estación de servicio a tomar algo, pues ya era tarde.
Guardó su billetera luego de que su acompañante le diera un golpe en la mano al tratar de pagar su parte en un fallido intento.
-Que linda familia- halago la señora que había atendido a los jóvenes sonriendo auténtica.
Romina frunció el seño ante la confesión de la mayor abriendo su boca para contestar algo- muchas gracias - Enzo le regaló una amistosa sonrisa que convenció a la señora.
-No somos familia- Susurró ella buscando un asiento.
-pero nos veríamos lindos- contestó sin mirarla - tampoco me mires con esa cara de asco, ya quisieras que seamos algo.
—Mejor cállate antes de que te atragante con esta medialuna.
—¿Sos así de agresiva en todos lados?— cuestionó con una sonrisa ladina — pregunto, porque si es así podría acostumbrarme.
La de orbes negras levantó una ceja ante el comentario con doble sentido del muchacho —Te juro que si seguís así voy a ir caminando hacia londres.
La pequeña Olivia decidió sentarse al lado de Romina, ya que quería mostrarle sus juguetes — Que lindos que están Oli...
—¿Hace mucho que estas en Londres?— preguntó el peliblanco.
—Hace cuatro años aproximadamente — contestó su acompañante sin dejar de mirar a Olivia quién le pasaba juguetes.
—Yo... Te extrañe mucho Romi.
Ella lo miró y suspiro ante su repentina confesión—Enzo, no es momento para hablar de eso.
