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La pelinegra saboreó su último trago de espumoso y calido café, disfrutando de un poco de calidez en el frío invierno de Inglaterra.
Caminó hacia el cajero para pagar su cuenta — muchas gracias — le femenina le sonrió.
La muchacha estaba a punto de irse cuando el chico la llamó—Romi ¿tenés un minuto?
Ella asintió sobresaltandose un poco antes el tironeo de Marcos para llevarla a un lugar más comodo— ¿que pasó?— cuestionó la de hebras negras.
—queria preguntarte si te gustaría hacer algo mañana — admitió el castaño — tengo el día libre y me gustaría que, no sé, fuéramos a hacer algo, como una cita.
La propuesta había descolocado un tanto a la pelinegra quien se había quedado completamente muda —¿Romi...
—ah, Sisi, me gustaría — murmuró sonriendo.
El suspiró — bien, entonces te mandó mensaje para arreglar mejor las cosas, tengo que volver o me van a retar — el muchacho sonrió dejando un casto beso en el cachete de la femenina para luego volver a su trabajo.
Romina tuvo que tragarse sus gritos internos de emoción, no podía creer lo que acababa de pasar.
Se dirigió a su casa en su moto rápidamente, estaba muy emocionada—¡Mateo!—llamo a su amigo cerrando la puerta detrás de ella—¡No te lo vas a creer!
—¿Enzo y vos admitieron sus sentimientos de amigos cliché y ahora son novios?— preguntó levantando la mirada de la televisión.
—¿Que? No, claro que no — contestó frunciendo el seño ocupando el lugar vacío a su lado— Marco me invitó a un cita — sonrió felizmente.
Una mueca decoró el rostro del pelinegro disgustado aunque inmediatamente sonrió, su amiga era feliz y si es feliz de esa manera el debía de estar de acuerdo — ¿el feo ese?
