Two Monkeys Are Better Than One [Lmk AU]

❛Paciencia❜

— ¡Cuidado! — Un cesto repleto de duraznos cae sobre los brazos de una de las tres doncellas elegidas para recolectar el fruto inmortal desde una altura considerable.

La joven lo atrapa con torpeza y raudo, el mono que estaba trepado en la rama más alta del árbol, baja hasta el suelo en un salto habilidoso.

— ¿Se encuentra bien? — Una pequeña sonrisa a modo de disculpa aparece en su rostro y entrega el último durazno, uno pequeño, colocándolo sobre el canasto en los brazos de la mujer.

Ella ríe avergonzada asintiendo varias veces, gira sobre sus lindas zapatillas plateadas caminando feliz hacia sus hermanas que la esperan con cestos igual de desbordantes que el suyo propio.

El mono negro no tarda en treparse a los árboles ya limpios de su dulce fruto para revisar hasta la más fina rama en busca del mismo. A lo lejos, la Bodistvha reía con júbilo, la inocente determinación en su discípulo la ponía de buen humor. Minkuan disfrutaba mucho haciendo tareas, ayudando, siendo de utilidad, él se sentía en deuda con su maestra y daba todo para complacerla solo para verla satisfecha o feliz. Guanyin lo había resguardado y protegido cuando todos planeaban dejarlo morir o hacerlo sufrir en el Diyu y que algún pobre diablo se acordara de él para torturarlo más adelante. Ella hizo lo contrario a lo que todos tenían en mente con él; le dio comida, lo educó e inculcó las creencias budistas en su vida, le dio un nombre, una identidad. Era la luz de sus ojos y lo más cercano a una figura materna que había tenido o tendrá.

Minkuan velaba por la seguridad de su mentora, queria agradecerle por todo lo bueno que había traído a su vida y aunque su personalidad no era tan exagerada siempre actuaba un poquito solo para hacerla sonreir.

La suave risa de la mujer llamó la atención del Emperador quien entraba en el Jardín de los Duraznos Inmortales en el momento en que las doncellas salían risueñas con sus cestos llenos de dulce manjar rumbo a la sala principal donde los preparativos para el banquete estaban en marcha. La expresión del hombre mayor se arrugó cuando vio al mono colgado de una de las ramas, estirando todo su cuerpo hacia adelante tomando la fina madera que crujía debajo de los dedos de sus pies mientras que trataba de tomar el último durazno del lugar. Antes de que el hombre avanzara, la diosa le dio la bienvenida amistosamente.

— Guanyin, querida confidente. ¿Puedes explicarme que hace un mono salvaje en el Jardín del fruto de la inmortalidad? Y otra vez, para variar. — Puso los ojos en blanco haciendo un gesto desdeñoso con la mano.

— Emperador, querido amigo. Decidí dar un pequeño paseo por el palacio, el banquete celestial se aproxima y quise prestar mis servicios para ayudar en la organización del evento, Minkuan fue tan amable de acompañarme y subirse en cada uno de los durazneros para tomar la fruta de donde las doncellas no pueden para que ellas no arruinen sus lindos vestidos o claven espinas en sus delicadas manos. — hablo con suavidad.

Él hombre de bigote pestañeo un par de veces, dirigió su mirada hacia el mono que
estaba a punto de alcanzar el durazno con sus manos cuando perdió el equilibrio deslizando sus pies fuera de la rama que amenazaba con quebrarse y, antes de que su cara quedara estampada en el suelo, su cola se enredó justo en una astilla cercana volviendo a reincorporarse, impasible.

El Emperador soltó una pequeña risa.

— Veo que tienes dominado al simio, realmente has echo de un animal un ser civilizado. — guardó sus manos en sus mangas quedando de perfil a la diosa.

— Y ahí es donde te equivocas, querido. — Ella corrige, sus manos juntas en un triangulo invertido. — Yo no domino a Lee Minkuan, él es su propio ser. Lo único que hice fue enseñarle un camino que de ser seguido le favorecería en buena calidad, él puso su voluntad en aprender, tener fuerza y creencia en sí mismo. La base en un buen estudiante no es un buen maestro, es la paciencia y eso es lo que el aprendiz del Gran patriarca no comprende.