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Capitulo catorce

Durante esa misma semana a Enzo le pareció una buena idea que lo acompañáramos a sus partidos. Nos posicionaba a Olivia y a mí en un espacio alto del estadio en dónde estábamos cómodas y sin tanta gente abrumadora. A Oli no muchas veces le gusqtaba participar en esta nueva actividad que había propuesto su padre, pero la mayoría de las veces jugaba con todos los que estaban en el mismo espacio que nosotras.

Por otro lado, a mí me encantó la idea ver a Enzo en la cancha, nunca había presenciado tanta masculinidad en un mismo lado y me encantaba. Verlo correr, sudar, escuchar como gritaba o se esforzaba por evitar un ataque, simplemente me parecía extraordinario. Aunque esto también atrajo un pequeño problema a nuestra convivencia como "casi algos".

Luego de cada partido nos veíamos obligadas a esperar a que él terminara de ducharse para irnos juntos, y durante ese tiempo que él se tomaba para bañarse un compañero de su mismo equipo se había acercado a charlar conmigo, era un muchacho joven, no tan lindo como Enzo, amigable y divertido.

La primera vez que nos encontró hablando amigablemente se lo tomó normal "bien", pero cuando eso se volvió algo seguido al finalizar los partidos, comenzó a tomar una especie de celos tímidos o recriminaciones reprimidas a su forma de expresarse conmigo. Verdaderamente y sin hacerme la tonta me encantaba que me celara de esa manera, adoraba sentir esa posesividad de su parte, y muchos más cuando se encargaba de demostrarmelo cuando teníamos relaciones. Me divertía de alguna forma y él sabía que yo se lo hacía a propósito.

—¿Te gusta ese? —me dijo cuando vió que le había likeado una foto. Me mordí el labio graciosa y me giré a verlo.

Estábamos en su casa ambos en el sillón, él mirando fútbol y yo boludeando con mi celular.

—¿Me estás chusmeando el celular? —le pregunté fingiendo molestia. Él desvío su mirada al televisor y volvió a preguntar.

—¿Te gusta o no? ¿es más lindo?

—Decís tantas boludeces Enzo. —sigo bajando las publicaciones y él voltea de nuevo.

—¿Si o no? Respondé.

—No, a mí me gustas vos nomás.

—¿Y él es más lindo que yo? —me reí divertida ante su berrinche. Dios que me toxiqueé así toda la vida.

—Vos sos más lindo —digo y me acerco para dejarle un pico pero él se tira para atrás evitandome—. Dale gordo, no te enojés.

—Te ponés cariñosa cuando sabés que te mandas una cagada.

—¿Qué cagada me mandé? —arqueó una ceja no entendiendo a qué se refería.

—No sé, fijate qué haces. —se volteó para mirar de nuevo la tele y yo sigo sin entender, entonces pienso más y pregunto.

—¿Por el like? —indago pero no responde, entonces sé que le molestó y sonrío cuando entiendo que se había puesto celoso. Lo llamo varias veces pero no me hace caso— Dale gordo, no te enojés. Ya te dije que no me gusta. Amor... —suelto avergonzada, ya que era la primera vez que lo llamaba de esa manera.

Últimamente lo había empezado a llamar "gordo" porque él había estado apodandome como "amor", "bebé", "gorda" y otras más, pero yo nunca me animé a ir más allá de un "gordito", así que tuve que sacar mi vergüenza para que aflojara conmigo, y al parecer había funcionado porque enseguida me sonrió sin mirarme: le había gustado.

—Amor —lo llamé de nuevo—. ¿Te gusta que te diga a así? —me acerco mucho más invadiendo su espacio.

—Si me gusta. —respondió y se relamió los labios.