Advertencia: —Narrado en tercera persona. —Euntae Lee x Fem!oc. —Sin relación al 100 al Webtoon (mención del cap. 179)
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Recordemos la primera cita de Euntae Lee, más conocido por Vasco.
No fue totalmente del asco, pero sí había cosas que lograba ser algo cuestionables por la inexperiencia que tenía el susodicho; jamás tuvo una cita en su vida. Realmente, los consejos que le dieron fueron los mejores hasta cierto punto.
Pero, la ternura y esfuerzo de Vasco logró que fuera un éxito su cita. Aun así, no tuvo final concluso por cierto pendiente que tenía él. Claramente, ponía primero a los nudillos ardientes antes de ir a otras personas. Los externos no eran de mucha relevancia en su vida.
Sin embargo. Sí, hay algo.
Surgió una segunda cita al más alto, y esta vez, por alguien que era conocida por los nudillos ardientes.
Yuki Kim. Amiga leal de Euntae y Jace desde pequeños.
Claramente, todos estuvieron felices de esa noticia que no tardo en volar por los nudillos ardientes y algunos amigos de Vasco, ella era alguien que podía hacer sentir cómodo a su amigo sin tener que esforzarse demasiado. Aun así, Euntae se quería esforzar, aunque sea algo pequeño.
Podría fácilmente seguir siendo él, con su ropa típica, sin exageración en medio. Pero, ella le hacía sentir el famoso «tiene un, no sé qué, pero me gusta»
Sí, a Vasco le gusta a su amiga, pero es algo torpe para darse cuenta de ese sentimiento por tener tanto en mente en derrotar a los malos. Aun así, ella lograba hacerlo sentir tantas cosas en segundos.
Era un tornado en su interior.
En ese instante, miraba a su mejor amigo con pesadez. Se sentía triste, no, abrumado. No sabía cómo impresionar a Yuki.
—Vamos, Vasco. Es Yuki, ¿de qué te preocupas tanto?, Sabes que te adora siendo tú mismo.
Bufo por sus palabras, ahora miró al techo perdido. Sintiéndose rendido: —Quiero impresionarla. Ella... Me gusta mucho. Tengo que mostrar que soy lindo.
Jace suspiró por su poca confianza, ahora era fiel a la idea de que estar enamorado traía problemas. Se levantó de su lugar para acercarse a él, dejando su mano sobre su hombro dándole un ligero apretón. Pese a que tenía un pensamiento diferente a la de él, lo ayudaría.
—Te ayudaré.
—¿¡En serio!? —su voz cambió abruptamente, era felicidad, miró a su amigo sonriente. —¡Gracias!
—No agradezcas hasta que salga bien esa cita. ¡Hoy el líder de nudillos ardiente debe lucir!