Capítulo 17

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Neteyam

Habían pasados varios días desde la ceremonía. Desde ese instante, Alyara se ha dedicado exclusivamente a entrenar con los Metkayinas, incluidos su líder y mi propio padre. Nosostros solíamos participar, pero no tan a fondo como ya los guerreros hechos y derechos, a nosotros aún nos quedaba unos pocos años, pero segun Tsireya, estaban pensando en hacernos ya guerreros del clan a los chicos, lo cual sería todo un honor.

Por su deber y liderazgo, a pesar de estar en diversos entrenamientos o cazerías, no pasábamos tanto tiempo juntos, pero aún así y a pesar de todo, la joven Omaticaya conseguía sacar tiempo de su horario actualmente estricto para pasar tiempo conmigo, es decir, su novio. Siempre era su primer y último pensamiento en cada día, al igual que ella el mío. Nuestros planes se basaban en ir a nuestro lugar especial, la cueva, pasear por la costa o simplemente nadar con nuestros queridos Ilus. Eran planes muy sencillos, pero estaban llenos y eran perfectos si ella se encontraba en estos y a mi lado. Cuando nos juntamos primeramente suele preguntarme como me ha ido el día, que he hecho y que no he hecho, como están los demás y si he tenido algun inconveniente. Todo esto lo realizaba mientras me daba besos, abrazos o sencillas caricias. Se preocupaba antes por los demás y por mí que por ella misma, un factor que puede ser una virtud y a la vez una desventaja en diferentes contextos. Aún así, era un rasgo que la hacía especial, al menos para mis ojos, así era.

Después de todo ello, me tocaba a mí preguntarle como le había ido su día, dándole un masaje donde ella me pidiera, recalcando que no era nada subido de tono, solo una acción para que se relajara. Al final, siempre acabábamos abrazados dándonos mimitos como si de gatos o perros tratase la cosa, unos animales que existen la Tierra. Se de su existencia pues padre me enseñó varias fotos e información sobre la fauna de ese planeta lejano y destruido por la raza humana. No niego que hay humanos buenos, pero la mayoría han sido corrompidos por el odio y la codicia. Mi padre me contó que hace años, incluso millones de años atrás, era un lugar como Pandora, con su propia fauna, la cual fue evolucionando y desapareciendo por causas naturales, pero al final, cada criatura desapareció por culpa de los humanos, el animal más sanguinario que pueda existir.

Volviendo al tema, nuestras escapadas amorosas terminaban cuando tocaba cenar en nuestra casa, aunque también hacíamos cenas con nuestros amigos o quedábamos con ellos mismos pues la echaban de menos de igual forma que yo. Y así eran nuestros días a partir de su "coronación". Me gustaba chincharla al decirle esa palabra, se ponía nerviosa y sus orejas bajaban y subían por la vergüenza. A esas acciones, se unía su hermosa cola que se enrollaba en su propia pierna y unos cuantos golpecitos a mi pecho, pero cesaban al darle unos besitos por toda su hermosa carita, provocando una risa de nena pequeña en ella. ¿Cómo no amarla?

Ahora mismo, mi chica se había ido de cazería y hoy Ao'nung se había ido con ella y los Metkayinas para así practicar para el evento de la cazería, uno de los más importantes del arrecife. A parte, también le beneficiaba para su futuro puesto como Olo'eyktan por lo que estaba claro que cuando su padre le diera la opción de ir, este no la desperdiciaría. Los demás, exceptuando a Lo'ak que no sabíamos donde se había metido, nos dirigimos a la Caleta de los Ancestros. Tsireya y Rotxo nos explicaron que era su lugar más sagrado y donde se encontraba el árbol espiritual de los Metkayina principal, las demás tribus tenían una pequeña copia de este, pero siempre eran bienvenidos a venir a este.

 Tsireya y Rotxo nos explicaron que era su lugar más sagrado y donde se encontraba el árbol espiritual de los Metkayina principal, las demás tribus tenían una pequeña copia de este, pero siempre eran bienvenidos a venir a este

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