Tal y como Hannibal había supuesto, Will avanza a pasos agigantados en la lectura y la escritura. Desde hace varias semanas, todos los días sin excepción, se reúnen cuando el joven ha terminado su trabajo en el establo.
Hannibal no puede sentirse más orgulloso de sí mismo al ser tan buen profesor y, sobretodo, al descubrir en Will un alumno tan aplicado. Durante estos días Will se ha comportado, en los oídos de Hannibal no ha sonado ninguna palabra grosera, o frase irónica, o cualquier gesto de Will que pueda derivar en un castigo físico.
A veces hasta parece feliz. Todas las mañanas monta un rato a Winston y Hannibal le observa sin perder detalle por la ventana de su habitación. A veces Will levanta la vista y le saluda con la mano. Otras – los momentos donde Hannibal se masturba viéndolo sin camiseta – Will no se percata de su presencia, o eso quiere hacer creer. Es su rutina.
Y Hannibal no puede más. Su cuerpo está exhausto de deseo, necesita desahogarse y no con sus propias manos.
- Muy bien, Will, creo que ya no vas a necesitar más clases – le dice elogiándolo. Ven conmigo, quiero mostrarte algo.
Los dos hombres caminan hacia la biblioteca, un espacio muy personal de Hannibal que Chiyoh ni siquiera ha pisado. Es un lugar que le aporta paz además de sabiduría, y es algo que quiere compartir con Will para hacer su estancia más llevadera. Premiarle por su inteligencia y constancia es lo que se dice que hace, pero la verdad es que compartir esa pequeña parte de él le abre un poco más al mundo.
Cuando Hannibal abre la puerta, seguido por Will, éste observa maravillado todos los libros que están perfectamente ordenados en los estantes. Hay tantos que Will piensa que nadie sería capaz de leerlos todos antes de morir: Hannibal, por descontado, lo ha hecho. Todos y cada uno de ellos, sabe tantas historias como el propio Sol.
- Si quieres...- empieza a decir Hannibal – puedes venir a leer aquí, cualquiera de los libros que ves están a tu disposición. No hace falta que me avises, éste será tu rincón de lectura del mismo modo que lo es para mí, Will.
- No sé qué decir, Hannibal.
Por primera vez, Will dice su nombre, y en la mente de Hannibal es la melodía más preciosa que ha escuchado nunca. Hannibal ya no quiere ser su señor, una parte de él ya no, desea ser otra cosa.
- Sólo dime que usarás esta habitación. Únicamente la utilizo yo en ocasiones, muchas veces me gusta leer mi propio escritorio pues entra más la luz que aquí. Pero, si quieres, puedes leer tú. No tenemos por qué cruzarnos....
- No me importa si compartimos el tiempo, Hannibal. De verdad.
El corazón late rápidamente, una sonrisa nace en él junto a un calor hasta ahora desconocido.
- ¿Cuál cojo? Hay tantos.... – Will mira hacia arriba, la estantería toca el techo.
- Están ordenados por temática y, dentro de ésta, por autor. No tiene pérdida si sabes lo que estás buscando.
- Ya, pero yo no lo sé. ¿Qué me recomiendas?
Hannibal piensa en el primer libro de Will. Romeo y Julieta de Shakespeare es una maravilla, pero demasiado drástico. Hannibal desea, con el libro propuesto, llegar de algún modo al corazón de Will indirectamente hablando.
Cuando alguien te recomienda un libro – o una melodía – en realidad lo que está haciendo es abriendo su corazón intentando hablar contigo de algo que no se atreve a hacer directamente.
Hannibal es justamente lo que desea. Desea que Will lo vea más allá de la relación de prisionero – amo, que es lo que son, y que su relación de un giro hacia lo que Hannibal quiere.
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El Conde Lecter (COMPLETA)
FanfictionLa maldición Lecter corrió como la pólvora entre las aldeas circundantes. El Conde Lecter lleva más de 40 años en su castillo, recordando tiempos pasados junto a su sirvienta Chiyoh. Un día un joven irrumpe al otro lado de la verja, y Hannibal, sin...