Emboscada

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Unos gritos despiertan a Will en medio de la noche. Se había dormido profundamente tras la discusión con Hannibal por haber usado su cuerpo sin consentimiento. Se sentía sucio cuando cerró los ojos, y a su vez deseado. Esa lucha interna, siempre presente, le llevaría a la ruina. Algún día tendría que elegir si amar a ese hombre y aceptar su comportamiento psicópata o bien odiarlo y planear cómo salir del castillo, su prisión.

A oscuras se sienta en cama. Desde allí ve que fuera hay luz, muchas luces diminutas repartidas. Se intenta levantar pero una mano le detiene.

- No te muevas, Will - Hannibal apoya su mano en el hombro -. Han venido a buscarme.

Will asiente, medio dormido. ¿Quién ha venido a buscar a Hannibal y por qué? De repente cae: su padre, quiere liberarlo. No puede ser otra persona.

- Hannibal...¿qué pasa?

- Acompáñame.

Will se viste y sigue a Hannibal a oscuras, no quiere encender ningún candelabro para que las personas que hay fuera no vean a través de la ventana sus movimientos. El padre de Will encabeza la marcha, agarrado a la verja, animando al resto a gritar lo más fuerte que puedan, a envalentonarse. A atacar.

- ¡Conde Lecter! ¡Devuélveme a mi hijo o iremos a buscarlo por la fuerza! - grita el hombre a pleno pulmón.

- ¡Fuego! ¡Fuego! ¡Que regrese al infierno al que pertenece! - gritan al unísono.

Hannibal, Will tras él, le pide a Chiyoh que no salga de la habitación bajo ningún concepto. Es una mujer de edad avanzada que poco puede hacer, y tampoco quiere ponerla en peligro.

- Si traspasan la puerta, ya sabes qué hacer, Chiyoh. Nos reuniremos en el lugar acordado.

El castillo es grande, lleno de paredes secretas que sólo Hannibal y Chiyoh conocen. Will no sabe nada de todo esto, pues la confianza depositada en él todavía es débil, nueva, una construcción que debe fortalecerse. Además, Hannibal tampoco ha considerado necesario en absoluto que lo sepa, ¿para qué? ¿Para escapar? 

Chiyoh asiente y con la mirada de indica que tenga cuidado. A pesar de todo lo vivido con su amo, una parte de ella protegerá a Hannibal siempre. Lo que en Will es deseo y amor, en Chiyoh es instinto de protección, casi maternal. Son muchos años con Hannibal, desde que era apenas un niño, los dos solos. Chiyoh jamás ha pensado en escapar a pesar de saber todos los recovecos del castillo, sus laberintos, sus puertas escondidas. Ahora es demasiado mayor para hacerlo, si Hannibal la persiguiese la atraparía enseguida. Nunca le ha preguntado si puede irse, tampoco quiere hacerlo. ¿Dónde iría? Ese castillo es su hogar, Hannibal...su única familia. A medida que cuidaba de él se percataba que el joven Hannibal era diferente al resto. Siempre silencioso, retraído, la muerte de toda su familia había quedado enterrada en lo más profundo de su corazón y, salvo el día de los respectivos fallecimientos, Chiyoh no había visto llorar a Hannibal ni una sola vez. Un chico fuerte. Despiadado. Un hombre duro ahora que no había conocido la bondad humana. Hasta el joven Will, que apareció como si de un hechizo se tratara. Chiyoh se entristecía por el joven, ciertamente, más su parte protectora se alegraba por Hannibal. Will le hacía bien, ella veía el cambio en su señor. 

- Will, tenemos que prepararnos.

- ¿Prepararnos para qué?

- Están apunto de atacar, escucha lo que dicen.

Will lo piensa. Si atacan el castillo...Hannibal matará a todo aquel  que se ponga a su alcance. Lo ve en su mirada, esa parte de él oscura  que se deleita en la sangre y el sufrimiento. Hasta él lo ha vivido, no a ese punto claro, pero sí lo suficiente para vislumbrar esa faceta de Hannibal que le hacen inhumano. Un monstruo. Will no sabe qué hacer, pero lo que sí sabe es que no quiere que su padre cuente entre los cadáveres de Hannibal, y quiere intentar lo que sea para evitarlo.

El Conde Lecter (COMPLETA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora