Capítulo 12

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Lee Miller

Habíamos llegado eran una pequeña cabaña cercana a un lago la agua era transparente podía ver el reflejo del cielo en ella, la vegetación era abundante en especial los rosales alrededor.

Timothée se asomó a mí

- Buena vista ¿no es así?— sonrió mirándome con una rosa entre sus manos

- La acabas de sacar de ahí ¿no es así?— apunte hacia el rosal

- ¿Tú qué crees?— me la entregó sonriendo

- Es linda, gracias— sonreí

En mi puta vida me habían entregado una rosa, nos adentramos a la cabaña era acogedora y hogareña. Subí mis cosas a la habitación de arriba me dirigí al baño a cambiarme

El atardecer se asemejaba junto a ellos una lluvia de colores cálidos tirando a fríos al rededor suyo, la puerta de mi habitación se escucho tocar

- Lee podrías salir—

Me había puesto un vestido delgado celeste algo largo me llegaba hasta mis pantorrillas

Timothée llamó, salí con cierta pereza trato de poner la mejor cara para que las cosas no sean mas complicadas, me sentía agotada mental y físicamente, pero todo se esfumó, como si un brillo de luz alumbrado en la oscuridad se tratase buscando a aquella señal al final de ella estaba él Timothée, Tim en traje; corbata roja, camisa celeste y pantalones azul oscuro. No preste a atención a lo que se encontraba al rededor mío porque mí vista solo se enfocaba en él.

- Creo que te falta el saco— brome entre risas

- Yo creo que — negó haciendo una mueca de disgusto— no sabes lo que incómodo que es esto— susurro en mi oído

Él no perdió el tiempo y abrió paso a la silla situada en frente mío era una cena, una cena con las típicas velas rojas y rosas decorando la mesa, los cubiertos finos y el vino tinto.

- ¿Esto es real?— pregunté con ironía

- Lo es, lo es solo para tí Lee— levanto mi mentón en forma de coqueteo

Se sentó enfrente mío sin despegar la mirada de mí, posó sus dedos sobre sus labios con el entrecejo algo fruncido

- La comida sí—argumento de la nada—Lo siento se me paso que no hay mesero y solo olvidado, estoy nervioso— susurro lo último

Reí a mis adentros no lo había visto comportarse de esa manera y era algo lindo verlo así y más si era por mí

- Empezaremos con un pasta roja típica—

- ¿En citas?— pregunté con una ceja levantada

El asintió— Lo amerita porque esto es una cita.—

- ¿Vino Señorita?— asentí

- Empecemos, bon Appetit—

- Eso es Francés, me gusta—

- Puedo hablarte en mil idiomas solo para gustarte— comentó buscándome con la mirada, lo cual hizo ruborizarme, pero no era su comportamiento habitual no desde

- ¿Lee? Lee—

- Te distraíste un minuto ¿sucede algo?—

- No, esta deliciosa la pasta—

- Gracias es mi especialidad de hecho, la cocina es mi adicción—

- No me habías dicho que cocinabas —

- Lo hacía mi madre me enseñó, pero lo deje por, bueno por otra adicción.— 

Su cara solo se soltó sin ninguna expresión sabía a que se refería y no era el mejor momento para hablar de ello

- Yo lamento no haberte dicho mi situación.— hable bajo

- No quiero hablar de eso.— tampoco era momento de eso, pero s no es hoy entonces ¿cuándo?

- Solo queria que no sufrieras y—

- Lee para— susurro frustrado

- Mi intención no era esa Timothée, yo—Sentía que la respiración me faltaba y no tardaría en ahogarme en mis propias palabras

-¡Lee! fuiste egoísta, tenía derecho a saberlo, no tenías que ocultarlo yo podía averte ayudado...— suspiro—yo, tu y yo hubiéramos salido juntos de esto.— No paso mucho para que él bajara su cabeza y empezará a escuchar sus sollozos

- Perdón— solloze mientras bajaba mi cabeza

Escuche el sonido de su asiento recorrerse hacia donde hasta mí, sentí sus brazos rodear de mi cabeza mientras acariaba mi cabello, me reposo sobre su pecho deje un par lágrimas ahí, él llevó su mano a mi mentón elevando mi rostro haciendo que lo mirará

- No llores, no debes de llorar en una cita.— sonrió

Timothée Chalamet

Seguimos comiendo, quería evitar el pensamiento de que esto tendría que tener un fin. El verla ahí sentada enfrente mío hacía que perdiera la cabeza en el buen sentido, el estar con ella hacía que perdiera la cebeza.

- ¿Y tienes planeado algo después?— preguntó ella

- ¿Hmm? lo siento pensaba en otra cosa— reí

- Que si tienes algo en mente—

Claro que lo tenía sonreí divertido dándole a entender mi respuesta.

Había oscurecido sí, pero eso no era obstáculo.

Estábamos en una pequeña barcaza ella traía puesto ese vestido delgado no la había visto así núnca, el viento chocaba contra ella mientras ella solo reía y su mirada era en el cielo que estaba luminoso de estrellas que iluminaban su color oscuro.

- ¿No crees que es hermoso?— habló sin despegar la vista de arriba

- Lo es, pero no más que tu— añadí mientras movía los remos. Note como se rubirsaba y ocultaba su rostro mirando hacía otra dirección

- No me había subido a un barco antes, si se puede llamar así— rio a lo último

- Simpre hay una primera vez— trate de sonreír, pero el solo volver a pasar que ella

- Hey, hey Timothée — se acercó a mí— estoy aquí— me abrazó del cuello

Fue cuando hicimos contacto visual; no quiera dejarla ir, la sostuve de su cintura ella se sobre saltó dando un salto, pero riendo a lo último, se inclinó a mi besando mi frente, luego yo deposite una en su mejilla y ella beso mi nariz. Me encantaría estar así con ella todo el tiempo, me encantaría el poder despertar una mañana y lo primero que vea sea a ella recostada a lado mío, me encantaría verla dormir, cuando duerme ella es linda, el sonido de sus risa me tranquiliza. Antes de pensar algo más sentí el tibio de sus labios posados sobre los míos, era un beso lento, suave donde ambos disfrutábamos del ritmo, se abalanzó más a mí mientras yo aún la sostenían de su cintura. Ella enredó sus dedos en mis mechones de cabello, entoces nos despegamos, la luna iluminaba su rostro se veían hermosa bajo ella, más aún con su sonrisa en ella que adornaba sus mejillas ruborizadas, me incliné hacía atrás junto a ella haciéndo que ambos calleramos por completo al lago.

Me encantaría que este momento fuera eterno.

SOBREDOSIS •Timothée Chalamet•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora