Capítulo 3

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A veces, no hay más veces.

MAIA

¡UN MES DESPUÉS!

—Hola, mi amor —digo contestando el teléfono con emoción e ilusión. Ya ha pasado un mes desde que Juan, me envió el primer ramo de flores y me pidió que no divorciara y sinceramente, después de hablar con él ese día, decidí darle una última oportunidad... Además, no solamente lo hice porque me lo pidió, sino porque en este mes he logrado volver a ver a mi príncipe azul. A ese príncipe del que me enamoré como una loca demente hacen nueve años y que en los últimos años había perdido su color, pero que en el último mes ha recuperado su brillo, color y resplandor con más fuerza... A veces es bueno dar una última oportunidad, regalar una última vez, intentarlo una vez más —¿Cuándo sale tu vuelo? ¿A qué hora regresas a casa conmigo?

Estoy en el aeropuerto. Yo calculo que en unas cinco horas estaré ahí contigo ¿Te llegaron las flores?

—Si mi amor, como todos los días —¡Sí!, durante este mes me ha enviado flores, dos beses al día y me ha estado enviando mensajes tiernos y llamándome cada vez que tiene un rato libre para decirme que me ama, que quiere que lo perdone y que cuando regrese hablaremos y me contará por qué es así conmigo.

Qué bueno, mi reina. Te veo en algunas horas, ya debo abordar ¡Te amo!

—Yo también te amo. Por favor, cuídate mucho y ven directo a casa ¡Te tengo una sorpresa!

Apenas baje del avión, estaré ahí contigo.

—Te estaré esperando con los brazos abiertos —digo cerrando la llamada... Como ya dije, decidí darle una oportunidad a mi esposo, a mi matrimonio, pero sobre todo decidí dármela a mí. Necesito demostrarme a mí misma que si puedo enamorar a mi esposo, que si puedo volverlo loco de placer, que si puedo enloquecer a cualquier hombre. Necesito demostrarme a mí misma que soy una mujer sexy, sensual, segura y ardiente. Necesito sentirme bien conmigo misma, con mi cuerpo y para eso necesito darle una oportunidad a mi esposo ¡Yo necesito demostrarme a mí misma que soy capaz de seducirlo y enloquecerlo de placer!

—Entonces ¿Si llega hoy el señor? —pregunta Jani, con una sonrisa de oreja a oreja. Ella ama a Juan, como si fuera su hijo, lo ha criado desde que era un bebé y no sé por qué lo llama señor cuando ha sido su nana toda su vida. Ella lo ama y creo que por eso ha insistido tanto en que le diera una última oportunidad.

—Sí, en algunas horas estará aquí, así que hay que ponernos manos a la obra para que todo esté listo para cuando llegue.

—A trabajar entonces —tomo un cuchillo para empezar a picar las verduras para prepararle una rica cena a mi esposo.

¡HORAS DESPUÉS!

—¿Por qué no llega? —me pregunto a mí misma, mientras camino de un lado a otro, incapaz de quedarme en un solo lugar. Siento que si lo hago echaré raíces... —¡Dios!, ¿Dónde estará? —les juro que si no llega en los próximos cinco minutos me voy a enloquecer. Se supone que Juan, debió de haber llegado hace tres horas, pero no ha llegado, lo cual me tiene a punto de perder la cabeza. Llevo dos horas ¡Dos putas horas! Llamándolo cada minuto y no me contesta, su celular está apagado, sin señal o yo qué sé.

—Señora, debería sentarse ¡Le va a dar algo! Y a mí con usted.

—Claro que me va a dar algo. No sé qué más hacer, ya llame al aeropuerto y su vuelo aterrizó hace tres horas, llame a Domingo —su abogado —Y me dijo que lo dejó en su auto en el aeropuerto para que viniera en el y él no me llama, no me contesta las llamadas y no sé qué diablos hacer ¡Me voy a enloquecer!

—¡Creo que ya llegó! —exclama cuando el timbre de la puerta suena y yo siento un, no sé qué en el pecho, porque si hubiera sido él no toca ¡Él tiene sus llaves!... Me giro para ver quien llego, porque seguro no es Juan.

—¿Qué pasa? —preguntó cuándo Jani, abre la puerta y quien está parado en ella es Domingo —¿Dónde está Juan? ¿Qué le paso? —su cara me lo dice todo y yo siento que el mundo se me viene encima.

—Yo... Lo siento, M —termina de entrar a la casa, mientras yo siento como todo el cuerpo me tiembla —Juan, está muerto, sufrió un accidente cuando venía de camino para acá. Murió llegando al hospital.

—¡USTED LO MATÓ! —me grita Jani, mientras en mi cabeza solo repetí «Juan está muerto» una y otra y otra y otra y otra y otra y otra vez, como si de una película de terror se tratará... —¡USTED LE DESEO LA MUERTE!, USTED MATÓ A MI NIÑO. USTED LE DIJO QUE SE MURIERA. USTED LE DIJO QUE A VECES, NO HAY MÁS VECES Y QUE POR ESO NO LE IBA A DAR OTRA OPORTUNIDAD. USTED MATÓ...

¡DOS DÍAS DESPUÉS!

¿Alguna vez se han sentido vacíos por dentro? ¿Han sentido un hueco gigantesco en el pecho que cada segundo se hace más y más y más y más grande robándoles el aliento? ¿Alguna vez han sentido como si el mundo entero se les hubiera caído encima y estuviera aplastándoles hasta él alma con sus escombros? ¿Alguna vez han sentido como si estuvieran debajo del agua y se les estuviera haciendo difícil salir a superficie? ¿Alguna vez se han sentido así? ¡Yo sí! Hacen dos días que me siento así. Cuarenta y ocho horas, veinte minutos con nueve segundos para ser exacta. Esas horas son las que han pasado desde que Domingo, me dijo que Juan, se murió, y Jani, me gritara que yo era la culpable de su muerte. Y aunque me desmayara antes de que siguiera haciéndome sentir culpable, aun sus palabras retumban en mi cabeza haciéndome sentir culpable ¿Y saben por qué me siento culpable? Porque lo soy ¡Soy culpable!, ella tiene razón, yo le dije que se muriera y me lo cumplió ¡Se murió dejándome completamente sola y vacía por dentro! Les juro que no sé qué es mejor, si el que me ignorara todo el tiempo o el que se haya muerto. Aunque creo que lo prefiero vivo, aun cuando para él yo era invisible.

Les juro que yo no deseaba que se muriera de verdad, les juro que no era lo que quería. Lo que dije lo dije porque estaba enojada y dolida, pero Dios es testigo de que no quería que fuera así, de que yo lo amo más que a mi vida, de qué... ¡Dios! De que él lo era todo para mí y de que ahora que se fue no sé qué Diablos voy a hacer con ella. No sé cómo diablos afrontar esta realidad ¡Mi realidad! Que más que una realidad parece una maldita pesadilla. Mi marido se murió, mi sirvienta y mejor amiga me abandonó, no sin antes hacerme sentir culpable por la muerte de mi esposo y hoy... Hoy lo estoy enterando. Hoy estoy diciéndole adiós a mis ilusiones, mis esperanzas, mis sueños, mi vida ¡Mi todo! Hoy les estoy diciendo adiós a la mitad de mi vida y eso... Eso me está matando en vida... En dos días mi vida dio un giro de ciento ochenta grados y yo... Yo me siento más perdida que un mono en la ciudad en plena hora pico. No sé qué diablos será de mí, ¡De mi vida!, a partir de ahora. Cuando yo pensaba en mi futuro, lo veía a él, él estaba en todos y cada uno de mis planes a futuro y ahora ya no está. Él era parte de mi día a día y ahora... Ahora me siento más perdida y sola que colibrí en el desierto, pero aun así debo seguir viviendo, debo tratar de salir adelante y tratar de ser un ser productivo en este mundo, aunque ande caminando por él sin ilusiones, metas, proyectos, esperanzas, alma y corazón. Aunque sea un ser humano totalmente vacío por dentro.

—¡Ay, amor!, me dejaste sola —tomo un puño de tierra y una rosa roja marchita y casi sin pétalos. Es del último arreglo que me regaló y por eso decidí que una de ella se fuera con él —Me dejaste abandonada en este mundo de fiera, en esta selva repleta de hiena y sin saber cómo defenderme —lloro hasta quedarme sin aliento, porque creo que es la única forma en la que puedo drenar un poco de este dolor que siento dentro —¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué me dejaste? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? —prácticamente le gritó a la nada incapaz de soportar este dolor que llevo dentro. Este dolor tan pesado que hace que mis rodillas me fallen y me haga caer sobre ella incapaz de soportar el peso del dolor tan grande que llevo sobre mi pecho y es que... ¡Dios! Se murió sin darme una explicación del porqué nunca me hizo suya, del porqué me anuló como mujer durante siete años, del porqué me convirtió en la mujer más insegura del mundo ¡Se murió dejándome llena de dudas, incertidumbres, preguntas, inseguridades y total y completamente sola!... —¡¿Por qué te fuiste así?! ¡¿Por qué me dejaste así?! ¡¿Por qué, Juan?! ¿Qué daño tan grande te hice para que me dejaras así?! —exclamó llena de rabia. El hombre al que amo ¡Mi esposo! Se murió y me convirtió en... La viuda virgen.

La Viuda VirgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora