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- ¿Tenemos un trato entonces? - te pregunta el pelinaranja luego de haber quedado unos segundos en silencio.

- No lo sé - respondes con honestidad.

Dios. Estabas confundido.

Te sentías como si estuvieras encerrado en una habitación oscura, sin salida alguna, y lo peor de todo, sin ganas de salir.

Le habías hecho un pete a Minho - se la habías chupado a hombre por primera vez en tu vida-. Hace poco más de una hora habían estado abrazados, él susurrándote todo lo que le gusta, lo que te haría y gustaría, como quien habla de su sabor de helado preferido.

Mierda. Se la habías chupado a Minho.

La premisa se sintió como un balde de agua fría al haber sido al fin procesada por tu cerebro. Y es que fue como si de repente fueras consciente de lo que habías hecho; como si hubieras al fin recobrando algo de cordura.

Te quisiste quitar de encima del mayor y en un movimiento extraño, terminaste cayendo al piso golpeándote en el huesito dulce, haciendo que dejaras salir un quejido y un par de insultos de bajos por el dolor.

Gracias a Dios al menos Minho había tenido la decencia de subirse el pantalón antes de volverte a hablar.

- ¿No te gusto chupármela? - aunque para decir eso, mejor no hubiera dicho nada.

- No quiero hablar de eso Minho.

- Te lo tragaste casi todo para ser que no te gusto - siguió hablando.

- Dios... Minho, ¿qué hice? - le preguntas, poniéndote en pie y comenzando a caminar en círculos al caer en cuenta de lo que había pasado.

- Te tomaste toda mi lechita - dijo de manera burlona, y lo pateaste en la canilla - ¡MIERDA HWANG! - grito del dolor, acariciando la zona golpeada.

- Te lo mereces, estoy hablando en serio, y vos solo decís pelotudeces - te defiendes, agarrando una almohada y pegándole con la misma -estoy - le golpeas nuevamente con la almohada- en crisis - golpeas se nuevo - y vos - golpe - te - golpe- burlas - y lo vuelves a golpear, para luego tirar la almohada a un costado.

- Ya, ya - dice Minho ahora de pie, acariciando tu espalda, en un tono divertido - Si te sirve de consuelo, me corrí rápido, puedo estar por horas con la verga dura como un mástil - dijo y lo miraste horrorizado- pregúntale a tu prima - y retrocedió en el momento justo antes de que le patearas de nuevo la canilla.

- ¿Cómo puedes ser tan imbécil? - le preguntaste, queriendo pegarle con tu puño derecho, pero esta vez Minho fue más rápido, esquivo el golpe y te empujo, tirándote sobre la cama, para luego sentarse sobre tu espalda, dejándote boca abajo.

- Estuve mal, déjame disculparme - susurro sobre tu oreja mientras te retorcias debajo suyo, los vellos de tu nuca erizándose - usaré mi boca para algo bueno - y bajo tus pantalones con bóxer incluido - ¿me dejaras compensarte cariño? - pregunto mientras amasaba tus glúteos.

Te quedaste helado. No entendías que estaba pasando, solo sabias que ahora las manos del mayor estaban sobre tu trasero, y que eso no te estaba molestando de ninguna manera.

Mierda. De nuevo la crisis.

- De-deja de jugar Minho - susurras, sintiendo como la sangre comenzaba a correr hacia el sur.

- Solo una vez, si no te gusta no lo volveré a hacer - prácticamente no te lo había dicho, sino que te suplica, y no entendías nada.

Ya no entendías nada.

Así que ni sabes en que estabas pensando cuando respondiste un simple: - Está bien.

- Al fin - dice en un tono cargado de alivio, agarrando una almohada y colocándole debajo de tu estómago.

Novio Falso - HyunHoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora