capitulo XV una noche de tormenta

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El resto del día pasó de la forma normal, Después de la comida se las arregló para escribirle una pequeña nota de agradecimiento a Charlotte y entregársela a Albert sin que nadie se diera cuenta,

Afortunadamente el Sr Darcy pasó un buen rato en el estudio escribiendo largas cartas para el nuevo administrador y su hermana, una carta cada tercer día era el trato aunque hubiera poco o nada que contar.

Todavía Georgiana no se enteraba de las circunstancias en las que se encontraba su hermano con la Srita Bennet.
No le diría nada hasta que todo terminara, por ahora solo le decía que estaba con el coronel arreglando asuntos con poca importancia y que pronto se reuniría con ella.

A la hora de la cena la Sra Blanche acompañó a Elizabeth y entre platica y platica le prometió enseñarle a dibujar.
El Sr Darcy satisfecho por el paseo de la mañana se limitó a saludarla y desearle buenas noches con la mayor cortesía.

Al rededor de la media noche a Elizabeth la despertó un estruendo tan fuerte que hubiera jurado que aquel rayo pasó justo por enfrente de la ventana. La tormenta que todo el día se había quedado en pausa ,por fin había de desatarse hacia las once trayendo consigo un ejército de rayos y truenos de los cuales al parecer uno cayó muy cerca de la casa haciendo que las ventanas vibraran.
Miró hacia ambos lados de la habitación para comprobar que estaba sola y un rayo alumbro al estancia como para asegurarlo.

El Sr Darcy que no había podido conciliar el sueño se encontraba leyendo las antiguas cartas de georgiana.
Cuando miró el reloj confirmó la hora; doce y media de la noche. En cuanto sintió el trueno fue a la ventana.
No pudo determinar de donde venía, pero era probable que fuera por atrás de la casa.

La Sra Blanche dormía con la vela encendida en los días de tormenta, no le gustaban los truenos desde pequeña cuando su hermano mayor le contaba historias de espíritus que salían a deambular cuando los rayos se presentaban
Siempre le hechó la culpa por esa debilidad, a lo que el le contestaba que debería haberse dado cuenta que era falso.
Sin embargo y muy a su pesar la experiencia se quedó impresa en su ser de una forma imborrable e irreversible.
Por mas que quisiera que la vela durase toda la noche era algo imposible y menos si se tomaba en cuenta que ya estaba bastante usada y la tormenta no tenia señas de terminar.
Armándose de valor se levantó con lo poco que quedaba de la cera y se dirigió ala cocina.

El Sr Darcy no podía relajarse a pesar de que la lluvia le gustara creyó que tal vez una copa de vino haría la labor y se dirigió ala cava que su padre había mandado hacer en vida.

Elizabeth sintió sed pero la jarra de agua que la Sra blanche siempre dejaba ahora estaba casi vacía asi que tomó su vela y fue a la cocina por más.
Pasando por el corredor vislumbró una pequeña luz que salia de la habitación de sr darcy.
decidió no hacer caso y seguir su camino.

La sra blanche abrió las puertas de la alacena pero las velas se encontraban hasta la parte de arriba
Henry! De seguro fuiste tu! Condenado bribón! ─ pensó para sus adentros.

Exalando de impaciencia fue por una silla para poder alcanzar su objetivo
Se estiró lo mas que pudo hasta alcanzar un pabilo para jalarlo, cuando estaba en la ultima fase el pequeño pedazo de vela que traía consigo se apagó.
Un rayo iluminó toda la cocina hasta la entrada de la misma.
La Sra Blanche lanzó un grito al mirar una figura femenina en el umbral de la puerta con tan mala suerte que su silla se balanceó y cayó de espaldas.

─ ¡Sra Blanche! ─gritó Lizzie ─ ¡¿que le ha pasado?!

La ayudó a levantarse y después la sentó junto a la mesa, la mujer mayor visiblemente adolorida, se tocaba la espalda baja

─ por favor señorita ¿pero que hace a estas horas en la cocina?

─lo mismo podría preguntar yo ¿que hace haciendo malabares a tan altas horas?

Días de lluvia (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora