8: Lo que el amor nos trajo

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Merlina corría por la casa, con Enid en sus brazos, de un lado a otro mientras atravesaba la mansión para llegar a la puerta principal.

La morena sudaba, con sus ojos llenos de pánico y una clara confusión en su rostro, ¿No era demasiado pronto? El doctor les había dado una fecha en específico, y definitivamente no era ese día, la preocupación de que talvez algo andaba mal rondaba por su cabeza, y como efecto, corría más rápido, saliendo por la entrada, logrando que los guardias que custodiaban la mansión en la entrada notarán de inmediato la situación, y traigan el auto.

— Tú — Señaló la morena al más alto de los dos — Te quedarás acá cuidando a Selena, mientras que tú te vas conmigo — arrastró al otro consigo, entrando al auto.

Merlina tomo el asiento del conductor, mientras que colocó a Enid en los asientos traseros junto al guardia, quien tomaba la mano de la rubia, incitando a qué está respire lentamente y calme un poco sus dolores de parto.

Aceleró.

Saliendo de aquella área residencial a toda prisa y pisando a fondo el acelerador.

Luego de conducir por 10 minutos, la paciencia de la rubia por el dolor se empezaba a colmar.

— ¿!Maldición Merlina,no puedes ir más rápido!? — Grito Enid, alarmando al hombre a su lado, quien se encogió de hombros por aquel tono iracundo.

— !Estoy llendo lo más rápido que puedo Enid, por favor espera! — Contesta Merlina, con un volúmen de voz similar, pero su tono era mas pasivo, buscando la calma de la Omega, que en cualquier momento la arrojaba por la ventana del coche.

— !Una abuelita conduce más rápido que tú, carajo! — Dice, golpeando con su mano el asiento del conductor, y provocando que el guardia la sujete para calmarla.

— !Es una puta Van Enid, no un auto de Hotweels! — comenta la morena, volviendo su mirada a la carretera mientras tomaba un cruce.

— !!Una pelusa habría llegando más rápido!!.

— !!Pues para nuestro próximo aniversario, te compraré una jodida pelusa de último modelo!!.

El auto se detiene, justo en frente del hospital, para ver entrar por sus puertas de emergencia a las chicas, y al robusto hombre, mientras eran interceptados por enfermeras y camilleros.

Mientras subían a Enid sobre una camilla de emergencia, Merlina permaneció a su lado, corriendo por los pasillos del hospital, hasta llegar a la sala de parto.

— Por favor espere aquí — Dijo un hombre con barba, era el doctor, deteniendo a la pelinegra justo en la entrada — A partir de aquí, me encargo yo — Dijo, para luego colocarse una mascarilla y entrar ya vestido con su traje esterilizado al lugar.

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Pasaron los minutos, tan lentos que se sentían como años, mientras Merlina caminaba de una lado al otro frente aquella puerta, angustiada.

La morena estaba hecha un desastre, con sangre en su camisa blanca, y su cabello alborotado, llegó al hospital en las pantuflas de lobito negro que le compro Enid, y ni siquiera lo había notado.

Al cabo de un rato el doctor salió, secando el sudor de su frente luego de retirarse los lentes, para mirar a los ojos de aquella chica, que no tardó nada en llegar junto a él.

— ¿Cómo están? — Pregunto, tomando una bocanada de aire, para dejar salir el aire cálido en sus pulmones — ¿Todo fue bien?.

El doctor se retira la mascarilla, dejando ver su expresión completa, que al escuchar esta pregunta, volvió su rostro en uno inexpresivo y vacío, cosa que cayó como balde de agua fría sobre la morena, que de por sí, estaba teniendo sus sospechas al respecto, que triste es que te digan una noticia así, sin siquiera hablarte.

Garras 🖤 Wenclair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora