Confundido

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Era una gran noche y en sus planes no estaba coger con un chico desconocido, pues sí, Hinata Shoyo se había dado cuenta de aquellas miradas, que literalmente, lo desnudaban por completo.

El elfo peli naranja prefería pasarla bien, bailando y gritando cosas sin sentido. Bueno era más el miedo de ser usado nuevamente, no quería que ocurriera lo mismo que en su aldea, él no permitiría que eso pasara; porque era obvio que si un chico se te acercaba en una fiesta era para follar.

Lo  mejor era rechazarlo y así lo hizo, pudo ver el rostro del chico desconocido, estaba notablemente molesto.

Bueno, antes se había jurado que no pasaría lo mismo... Pero pues ese desconocido estaba muy bueno, sus pectorales se marcaban con la camisa tan pegada que llevaba puesta, además de que su rostro parecía tan delicado, sí, justo su tipo.

Que idiota había sido para rechazarlo hace un rato.

— Bueno, bueno, creo que no... hicimos las cosas bien, ¿quieres ir a un cuarto? — Shoyo estaba ebrio, a penas tenia conciencia, estaba más usando sus instintos.

El demonio ahora sí que estaba confundido, hace un rato habían dañado su orgullo de la peor manera y ahora su presa lo estaba seduciendo, eso nunca le había pasado, él seducía a las especies, ellos solo se dejaban llevar por sus más oscuras lujurias.

Pero esta vez era diferente, estaba siendo llevado de la mano hacia los cuartos de arriba. 

Un hechizo, sí, eso debía ser, no había forma de que él estuviera debajo de un chico, un elfo tan pequeño lo había lanzado a esa cama y se había puesto a horcajadas sobre él.

— O-oye tranquilo lindo, cambiemos de posición y así,.....

El peli naranja estaba con una sonrisa ladina en su rostro, sus manos estaban deleitándose al tocar el pecho de su actual juguete momentáneo, él podía ser quien recibía la "atención" pero nunca seria el sumiso, que asco, eso es para débiles, además ese chico extraño era fácil de dominar, esa noche estaría divertida.

— Ni pienses que estarás arriba, tú solo saca ese pedazo de carne fuera de tus pantalones y podremos continuar.

Kageyama durante toda su vida, estuvo cumpliendo ordenes, haciendo que las expectativas nunca se bajen, solo las cumplía para no quedar mal, no quería hacerlas, pero esa noche, aquel tono de voz del elfo realmente hizo que se estremezca.

No podían estar más tiempo en ese lugar, hizo un movimiento con la mano y en un abrir y cerrar de ojos estaban en la habitación personal del demonio.

— ¿Donde estamos? — El peli naranja estaba confundido, pero eso no debía retenerlos.

Volvió a mover las caderas, en busca de un toque de calor, ya había esperado mucho tiempo, solo quería terminar eso lo más rápido posible, así podría volver con sus amigos, de todas formas lo que estaba haciendo en ese preciso momento era algo simplemente de una noche.

Ambos sabían que hacer, Kageyama ya no refutó por su puesto de dominante, en esa posición podía ver todo lo que pasaba, talvez había encontrado una nueva adicción, no se preocupó por usar algún hechizo de protección sexual, ambos eran hombres.

Masajeó un poco más los muslos del elfo arriba suyo y cuando menos lo pensaba Hinata ya se había preparado, tan solo se impulsó un poco, pues el peli naranja estaba haciendo casi todo el trabajo, era sumamente placentero para ambos, estaban volviéndose locos.

Unas estocadas más y los dos llegaron al climax, pero eso no los hizo detenerse, siguieron, siguieron, parecían animales salvajes tratando de aparearse, las posiciones intentaron cambiarse múltiples veces, pero Shoyo no quería estar abajo, estaba cansado de moverse, pero así estaba mejor.

Kageyama ordenó que trajeran vino, los criados estaban acostumbrados a ver ese tipo de escenas, aunque nunca había visto a su joven amo siendo dominado por alguien.

Los dos, elfo y demonio, siguieron hasta que casi colapsaron, las marcas en el cuerpo del elfo eran mucho más notorias, de alguna manera eso dejaba satisfecho a Tobio, ya estaba amaneciendo, debía llevar a ese príncipe caprichoso al palacio o su padre lo mataría.

Dejó al chico que lo había acompañado en su cama, lo cubrió con algunas mantas y solo dejó que duerma tranquilamente. Él nunca dejaba que nadie se quedara en su habitación más de media hora, esto era nuevo.

Pasaron las horas y en la gran casa de esa familia de demonios, estaban alborotados todos los sirvientes, nunca habían visto a un elfo con cabello naranja, ni a un ser que aguantara el ritmo de Kageyama Tobio.

Cuando se atrevieron a tocarlo, al parecer estaba en alguna pesadilla, pues se levantó de un salto y comenzó a buscar algo en su alrededor.

— Jo-jovencito... disculpe pero creo que seria bueno si vuelve a su casa, podemos enviarlo con algún hechizo de teletransportación — expresó una muchacha hablando un poco rápido.

Hinata se quedó un rato mirando al suelo ¿de verdad había vuelto a ser usado por alguien? Y se suponía que venia a la cuidad central de Karasuno para cambiar toda su vida, borrar el pasado, crear nuevos recuerdos.

— No gracias, solo indíquenme como volver y yo iré caminando — Su sonrisa era tan brillante que nadie dudaba de él.

Le dieron las indicaciones y Shoyo emprendió su viaje, no era muy lejos, de hecho era más cerca de lo que imaginaba, durante todo el camino trataba de recordar como fue esa noche, en su cabeza solo se reproducían algunas partes pero el resto estaba algo borroso, una consecuencia de tomar mucho.

Perdido en tantos pensamientos, no se dio cuanta cuando chocó con alguien, quien al parecer, también iba apresurado.

— Perdón... 

— TÚ.

Hinata alzó la cabeza y contempló a ese mismo demonio que lo había sostenido la noche anterior, no lo recordaba tan atractivo.

No recordaba aquel cabello oscuro y sedoso, ni esas alas en su espalda, era algo nuevo, nunca había visto a un ser con alas tan grandes, sin duda llamaba la atención a donde fuera.

Pero no quería tener sexo nuevamente ese día, así que solo asintió con la cabeza y continuó su camino hacia su hospedaje.

— E-ESPERA... Por lo menos dime tu nombre — ese demonio idiota parecía desesperado.

— Soy Hinata Shoyo.... ¿y tú?

— Mi nombre es Kageyama Tobio, me preguntaba si tú... 

Hinata le dio un pequeño empujón y siguió caminando, sabía que eso pasaría si se quedaban hablando más tiempo.

Y ese pequeño corazón, palpitando a velocidades inimaginables, él quería creer que era por todo el tramo que había hecho caminando, realmente deseaba creer eso.

— Ma haré cargo de todo, enserio, no te preocupes, si crees que te dañé me encargaré de que eso se te olvidé.

Hinata a penas escuchó todo el discurso que ese demonio le había dedicado, ya estaba dentro del hospedaje.

Cuando cerró la puerta, cayó inmediatamente de rodillas, había soportado todo el camino, ahora nadie lo vería, nadie vería como esa mascara de chico risueño se iba destruyendo por completo, podría llorar a gusto por fin.

Estaba confundido.



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Lazos Prohibidos, Versión KAGEHINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora