Promesa

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Todo el cuerpo de Hinata estaba completamente adolorido, no recordaba haber tenido sexo, pero en su cabeza solo se reproducía el momento en el cual estaba acostado en el regazo de Kageyama, ese infeliz, estaba logrando salirse con la suya.

Al repasar esos breves momentos una sonrisa se escapó de los labios de Shoyo. Atontado, trató de levantarse, cuando finalmente logró hacerlo, vio que lo esperaba un muy animado Yamaguchi, era extraño, ese comportamiento solo se presentaba cuando estaba enamorado o era el cumpleaños del peli naranja.

— Mnhn ...¿Pasó algo particularmente especial? — Inquirió el más pequeño estirando los brazos.

Tadashi agrandó más su sonrisa y se lanzó a la cama de su amigo, realmente parecía emocionado por lo que sea que estaba apunto de decir.

Pasaron un buen rato hablando, se confesaron algunas cosas, rieron un poco, pero Hinata hasta el final no podía creer que su amigo era la pieza clave para una profecía, era el protagonista, ¿Eso lo convertía en un personaje secundario?

Bueno en realidad esa pregunta solo pasó una vez por su cabeza, emocionarse al lado de su mejor amigo era mil veces más importantes. Además tenían que hablar de un tema algo sensible. Al parecer Tadashi también estaba confundido por otra razón, aquel rubio con el que lo había visto un par de veces, era el príncipe heredero de Karasuno que la noche anterior casi abusa de Yamaguchi, pero quitando ese hecho, ellos estaban pre destinados por aquella profecía.

Que complicado era todo ese asunto, Hinata no lo hizo muy notorio, pero estaba feliz de no ser el de la profecía, él no podría con tantos problemas, no soportaría pensar que aquel ser que le gustaba, solo se acercara por necesidad.

— Espera.... ¿¿Estás diciendo que tú puedes concebir un niño?? — Esta vez el peli naranja sí que estaba en trance.

Su amigo solo asintió nerviosamente, el estomago de Shoyo dio un vuelco al imaginarse a sí mismo cargando a un niño parecido a Kageyama en sus brazos.

No, no, esos pensamientos no valían la pena, Hinata sacudió la cabeza para borrar aquella imagen mental y siguió escuchando a su mejor amigo. Luego de varios minutos más pararon la conversación, tenían que practicar para ser los mejores caballeros del mundo.

Ellos lo habían prometido cuando estaban en su aldea natal, ambos juraron cambiar sus vidas y lograr convertirse en alguien importante. 

— Es hora de servir al rey Yams.

Ambos bajaron las escaleras hasta el salón principal, habían varios chicos practicando como usar correctamente la espada, ambos amigos se unieron a esa gran fila, entre bromas y varios comentarios pasaron el resto del día.

Al llegar el atardecer, cuando todos estaban almorzando tranquilamente, Hinata decidió ir hacia su habitación por un par de toallas, se habían esforzado mucho y querían estar más frescos. Cuando estaba cerca de su destino, se quedó estático en aquella ventana por la cual vio el día anterior a Kageyama, aun podía sentir ese momento de libertad que le había brindado el moreno al llevarlo hacia el cielo.

Cuando estaba a punto de irse, volvió a ver aquella figura con alas negras desde lejos, esta vez no rodó los ojos como lo había hecho antes, por el contrario, se sintió muchísimo más animado, sus manos se apretaban entre ellas, signo de que estaba nervioso.

— Ahí vamos otra vez... — Comentó en voz baja, esperando que el aire de la terraza le chocara en el rostro.

Mas no sintió nada de eso, era como una sensación más tibia. Se apartó un poco del abrazo de Kageyama y pudo ver que estaban en la habitación que el peli naranja compartía con su mejor amigo, entró un poco en pánico, pero cuando el abrazo comenzó a intensificarse, solo se dejó llevar.

Podía sentir como el demonio respiraba sobre su cabeza, parecía que había encontrado alguna adicción con el olor indefinido del cabello de Hinata.

— Shoyo... la otra vez no lo dije, pero realmente quiero volver a tener sexo contigo.

El rostro del elfo estaba más rojo que un tomate, se sentía completamente avergonzado de que alguien le diga eso abiertamente.

— Y-yo, esta bien creo... 

El más bajo cerró los ojos para poder fundirse en aquel imponente beso, más que besar, parecía que Kageyama estaba desesperado por comerse entero al pequeño. Soltaron su abrazo y dieron unos pasos hasta caer en la cama de Hinata.

Las manos de Tobio exploraron cada parte del elfo, le encantaba esa pequeña cintura, se acercó y dejó un casto beso en su abdomen, provocando que Hinata soltara un muy leve jadeo, el cual fue muy bien escuchado por aquel demonio, quien estaba siendo dominado por sus instintos de íncubo.

Acomodó un poco a Shoyo y comenzó a quitarle la ropa, por cada prenda que desaparecía, un beso era puesto en sus labios, prosiguieron con más mimos por un cierto tiempo, pero ambos necesitaban sentir algo más intimo.

Las prendas de Kageyama también estaban en el suelo desparramadas y su miembro palpitaba al tan solo contemplar los muslos de su amante, se acercó más a él, haciendo que Hinata abierta las piernas, así quedando con sus miembros juntos.

De pronto el peli naranja no se sentía cómodo en esa posición y solo basto con una señal para quedar montado en la entrepierna del demonio.

Estaban a punto de cometer el acto carnal, cuando escucharon la puerta abriéndose, Hinata quería salir de esa situación pero una embestida por parte de Kageyama hizo que olvidara aquel sonido.

El elfo luego de unos minutos ya estaba sumido en todo ese placer, hasta que giró un poco la cabeza, encontrándose con un Yamaguchi prácticamente aterrorizado, esta vez no dejó que el vaivén de caderas lo dominara.

Se levantó, sacando el miembro de Kageyama de su interior, e inmediatamente se cubrió con un par de sabanas, al igual que su amante.

El mejor amigo de Hinata pidió disculpas agachando su cabeza repetidas veces y salió corriendo de la habitación.

Los dos que se quedaron dentro rieron un poco, pero aun estaban excitados, volvieron a lo suyo y luego de una hora terminaron cansados.

Mientras el cuerpo de Shoyo era limpiado delicadamente, hablaban de cosas irrelevantes. Les había parecido emocionante eso de ser atrapados mientras lo hacían, pero se juraron que serían más cuidadosos, pues si el rey se enteraba de que Tobio se acostaba con los aspirantes a ser caballeros, lo condenaría a cuidar por siempre de Tsukishima, eso seria peor que oír cantos angelicales para él.

Ya había pasado el tiempo que tenía Kageyama de poder salir, debía volver al castillo, con un beso en la frente se despidió de Hinata, dándole la promesa de que volvería al día siguiente.

Y así lo hizo.







Lazos Prohibidos, Versión KAGEHINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora