Destrozado

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- Joven Kageyama, es su turno.

Tobio y Shoyo habían esperado por varias horas, para que los atendieran y finalmente serían escuchados. Quien los recibiría sería un demonio, quien era conocido por haber sido bendecido con el poder de responder cualquier pregunta y aclarar dudas, claro que solo aplicaba para los de su misma especie, íncubos.

Ingresaron a una cueva, la cual tenía varias plantas trepadoras, esas protegían el lugar pues estaban bajo el hechizo de algún mago poderoso.

Shoyo se había quedado contemplado una pequeña flor y casi le pierde el rastro a Kageyama, tuvo que correr un poco para alcanzarlo, cuando lo hizo el demonio detuvo su paso, estaba dudoso de avanzar al parecer, sus manos le temblaban.

Hinata se había dado cuenta de aquella nerviosidad, desde hace un buen rato. No lo pensó mucho y tomó las manos del azabache, guiándolo por lo que quedaba de camino, casi se pierden por eso, pero por lo menos lograron llegar a su destino.

— Volviste a este lugar Tobio, juraste que no lo harías— el que hablaba era un demonio ya de unos treinta años, pelo negro, mirada amable pero recta. Estaba sentado en un montón de piedras que se había convertido en un tipo de trono.

— Vine por una consulta muy personal Daichi Sawamura.

El recién nombrado se levantó de su asiento y caminó hasta donde estaban los dos visitantes, con una mueca los invitó a sentarse.

— ¿Cuál es tu consulta? Y deja de ser tan formal, estamos en confianza.

— Lo diré directamente... Desde que tengo relaciones con este elfo entré en la zona, me dijeron que era normal, pero yo no lo siento así, espero que pueda decirme que esta pasando.

Daichi se apoyó en la pared y solo sonrió de lado mientras miraba al suelo, un recuerdo fugaz había pasado por su mente. Volvió a mirarlos para darles una sonrisa reconfortadora, al pareces sus visitantes estaban nerviosos.

— Cuando los demonios íncubos nos relacionamos con otros seres es casi igual que cuando lo hacemos con otro demonio, absorbemos incluso más energía, pero cuando finalmente entramos en la "zona" es porque encontramos a nuestro compañero, sé que parece un simple mito, pero créanme que es real, yo lo experimenté en carne propia y al igual que ustedes vine en busca de ayuda con mi pareja.

Kageyama bajó la mirada y un agudo sonido invadió sus oídos, se levantó sin decir nada y solo intentó salir del lugar.

Hinata estaba más que perdido, no entendía ese asunto del "compañero", tampoco entendía la actitud tan extraña de ese chico, quería ir tras él pero antes de que logre hacerlo una mano en su hombro lo detuvo.

— Espera, debes estar confundido, la actitud de Kageyama se debe a que cuando estas destinado a alguien no puedes acostarte con nadie más, no puedes ver sexualmente a nadie más ni tampoco sentir placer con otros, a menos que tu destinado pierda la vida. De seguro aún no están enamorados, trata de crear algún lazo pues esto también te afecta a ti.

El elfo no comprendía del todo, pero igualmente corrió detrás de Kageyama. Cuando logró alcanzarlo trató de tocar su mano, el demonio no dudó en mirarlo con desprecio, para luego desaparecer por los aires.

Hinata trató de gritarle que no sabía como volver pero Kageyama ya no podía escucharlo. El peli naranja estaba realmente desesperado, podría quedarse ahí para siempre, volvió en dirección a ese demonio que antes habían visitado, afortunadamente él ya estaba saliendo para la ciudad central.

Fue un viaje rápido, Daichi sabia que ese pequeño elfo no diría palabra alguna, no luego de que su amante y compañero lo dejara en un lugar desconocido sin decir nada.

— Le agradezco que me haya traído hasta aquí — Expresó Hinata cuando llegaron a su destino.

El demonio solo sonrió y le acarició un poco la cabeza, sabía lo que era ser rechazado, pero también sabia que de alguna forma ellos se arreglarían.

— Recuerda que eso no fue tu culpa, Kageyama solo estaba confundido, te deseo lo mejor, tengo que irme.

Y así como llegaron, en un segundo Daichi Sawamura desapareció.

Shoyo bajó la cabeza y pudo ver que el suelo estaba mojándose con pequeñas gotas, una por una, cuando miró el cielo se dio cuenta de que no estaba lloviendo, eran sus ojos, quienes mostraban sus emociones, aquellas emociones que tanto odiaba sentir.

Frotó su rostro con desesperación, aun así las lagrimas no dejaban de caer, no esperó nada más y entro a su alojamiento, se había percatado de que varias personas estaban viéndolo, no soportaba ese tipo de sentimiento.

Al llegar a su habitación, como era de esperar, Tadashi no estaba, no quería hacer un escandalo por lo que solo se metió dentro de sus sabanas, cubriéndose hasta no poder ver ni un rastro de luz. Ahí ahogó los llantos que debían salir, tan solo los tragó y esperó hasta que se quedó dormido.

Por otro lado, en un bar exclusivo para demonios íncubos, se encontraba Kageyama, rodeado de muchos seres, todos de distintas especies, no le importaba si era hombre o mujer, solo quería llenarse de cualquier tipo de energía.

— ¡¡Maldita sea, mueve más tus caderas!! — Este ya era el veinteavo chico que Tobio despreciaba, nadie soportaba su ritmo, ni mucho menos lograba satisfacerlo.

Se apartó de todos aquellos que le rogaban por más y pidió uno de los vinos más fuertes, se lo bebió en unos segundos.

Cuando estaba a punto de golpear a otro ser, algo llamó su atención, era un chico con el pelo naranja, notablemente era un ángel por esas alas, pero no le importaba ni un poco, cuando lo vio comenzó a excitarse.

Y en un pestañeo ya había consumido toda su energía, estaba satisfecho, finalmente creyó encontrar algo con lo cual cambiar de objetivo, si hacía eso incluso hasta podría desvincularse de ese Hinata.

La actitud de Kageyama era muy contradictoria, hace unos días, él juraba que podría estabilizarse con ese peli naranja, que podría vivir tranquilo son meter su miembro en algún otro lugar que no sea la parte trasera de ese pequeño elfo. Pero cuando vio que su fantasía estaba cumpliéndose, escapó.

Durante toda su vida lo convencieron de que hiciera lo que quiera, que podía dominar a cualquier especie, y en el momento en que todo comenzó a ir de cabeza, simplemente no podía soportar todo eso.

Sus ojos le pesaban, a pesar de estar lleno de energía proveniente de otros seres, estaba agotado o mejor dicho destrozado.








Lazos Prohibidos, Versión KAGEHINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora