Tranquilo

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Ya estaba harto.

Kageyama se había pasado dos semanas enteras organizando esa maldita celebración.

Cómo era un evento en el cual asistiría todo el pueblo, el rey quería que todos sigan a su merced.

Pero claro, debían mandar al pobre Tobio. Para colmo todos esos días el sol brillaba con su máximo esplendor.

Fue lo peor, bueno, realmente hubiera muerto sin los pequeños encuentros con su elfo, el cual solo sostenía su mano y le proporcionaba besos en la frente.

Claro que a Kageyama le parecía lindo y original ese trato, pero nada superaba sus ganas de querer follárselo.

Aunque no pudo tocarlo sin ropa por todas esas dos semanas, si seguía así probablemente moriría de abstinencia, pues por su cabeza ni una sola vez pasó la idea de tomar la energía que le podrían proporcionar otros seres a parte de Hinata.

Afortunadamente las dos semanas se completaron con éxito, culminando todos los preparativos, desde contratar a ninfas para que canten en el patio principal, hasta a los mejores cocineros. Todo estaba preparado y Kageyama no podía esperar para ver a su amado elfo con un traje de gala, pero con aquella carita preciosa.

Las horas se le hacían eternas, esperando que la luna marcara la hora de llegada para los invitados, él mismo se ofreció como voluntario para dar la bienvenida en la entrada, con la simple intención de presenciar la entrada de su elfo en primera fila.

El tiempo pasaba y muchedumbre de seres habían aglomerado el lugar, todos con vestimenta adecuada para la ocasión. De hecho ya era bastante tarde, las puertas debían cerrarse y dar comienzo a la celebración, pero al único que ese demonio esperaba aún no se aparecía.

Fue en aquel momento, donde casi se cierran las puertas, cuando lo vio. Con aquel traje entre azul noche y negro, resaltaban su lindo color de cabello. Ni hablar de sus mejillas sonrojadas, por haber corrido todo el camino, eran lo que más resaltaban para Tobio.

— Llegaste tarde... — refutó Kageyama fingiendo estar enojado.

— Tarde, pero llegué, viste... Cumplí mi promesa— respondió sonriente el elfo.

El azabache no podía contener más sus emociones y se abalanzó hacía su chico, lo cargó en sus brazos y dio vueltas en el aire, proporcionando pequeños besos en el rostro de Shoyo.

Hinata bajó del regazo de su amado con una sonrisa atontada, desvió su mirada y se encontró con su mejor amigo mirándolos, algo incomodo.

Ambos se habían olvidado de la presencia de todos los demás. Rápidamente se alejaron y avergonzados entraron a la fiesta, en compañía de Tadashi claro.

Dentro, el peli verde se alejó de ellos, buscaba al príncipe al parecer. Shoyo trató de seguirlo, pero unas manos en su cintura hicieron que parará en seco.

Sabía de quién eran las manos, las conocía perfectamente.

Sonrió y giró todo su cuerpo para encontrarse con el rostro algo sonrojado de Tobio, le sorprendía cuánto cambió ese demonio, antes le daba miedo, ahora solo quería besarlo hasta no poder respirar.

Y así lo hizo, con miles de pensamientos en la cabeza, lo besó, un beso acelerado y con intensiones de llegar a un contacto íntimo.

Pero antes de que se encaminaran hacia alguna habitación, el príncipe heredero estaba en el balcón frente al salón de baile, preparando sus palabras, tenían que prestar atención.

Los discursos siempre eran aburridos, pero en esta oportunidad, las palabras que el rubio expresó, hicieron temblar a muchos.

Aunque fue un poco confuso, pues cuando terminó de hablar, las luces se apagaron, algunos ruidos extraños se escucharon y todo fue iluminado nuevamente. Pero está vez el príncipe ya no estaba en el balcón, de hecho no estaba en ninguna parte.

Kageyama al ver eso, se desesperó y comenzó a buscarlo en todos lados, su respiración estaba agitada y sus manos temblaba. Sabía que si algo le pasaba al príncipe lo degollarían y a todo su clan, la vida de su familia dependía de él.

El demonio estaba a punto de entrar en una crisis nerviosa, se puso de cuclillas en una esquina y escondió su cabeza entre sus piernas, tenía miedo. Pero de pronto unos pequeños brillitos lo rodearon por completo, parecían burbujas, solo que cada vez que lo tocaban su cuerpo se relajaba y su mente dejaba las preocupaciones de lado.

Giró un poco su cabeza, relajadamente, sus pensamientos malos pronto desaparecían en cuando giraba el rostro y su mirada se posaba en un elfo peli naranja, cargando un grimorio algo maltratado, con la imagen de un sol en la portada, los brillos y burbujas provenían de él.

Shoyo había notado la preocupación de Kageyama desde que las luces se apagaron, sobre todo porque apretó su mano de una manera un poco brusca.

El peli naranja también estaba un poco confundido, pero cuando vio el rostro de su amado, casi cae de espaldas, era una expresión de dolor y desesperación.

Tuvo que seguirlo corriendo por un gran tramo para poder alcanzarlo, al parecer buscaba en todas las habitaciones posibles, ver a su amante así no le hacía bien a Hinata, no lo dudó y abrió su grimorio, el hechizo que dijo, su madre se lo había enseñado, cuando era muy pequeño, cuando lo quería.

Tenía un efecto muy fuerte para quienes lloraban o desesperaban; pero verlo en acción era completamente distinto. Solo recitar las palabras causaba escalofríos en él y ver cómo cumplían su función de tranquilizante lo llevaba de satisfacción.

Se acercó a su chico y debilitó sus piernas, él también cayó en el suelo, a su lado, de hecho que alguien se sentara su lado mientras pasaban todas esas cosas malas era lo único que necesitaba su yo pequeño. Ahora él podía calmar a su persona amada y eso era lo más genial que jamás había hecho.

Se quedaron en el suelo por un tiempo, nadie dijo nada, con solo apoyar sus cabezas entre sí, expresaban todo lo que querían, confiaban en el otro, sin excepción.

De pronto escucharon como alguien gritaba, desde una de las habitaciones, no era Kei, era Tadashi, el peli naranja abrió sus ojos ante el susto y observó rápidamente a Tobio, el demonio ya estaba mejor, sus manos ya no temblaban al estar enlazadas con Shoyo, ahora sentía que podía hacer lo que sea que se proponga.

Ambos caminaron a paso apresurado hasta aquella habitación, por algún razón la puerta se abrió un poco y dejó ver el panorama, Tadashi con los ojos llorosos y un grimorio a la mano, diciendo uno de los hechizos más poderosos que hayan visto jamás, estaba curando por completo al rubio, no sabían el contexto de la situación, pero se quedaron ahí hasta que el rey, quien los había secuestrado, les dio permiso para salir.

Hinata y Kageyama habían oído y visto todo desde ese pequeño espacio en la puerta, por lo que cuando los involucrados se acercaron a la salida, ellos no sabía para donde huir, uno iba a la derecha y el otro a la izquierda, se chocaron varias veces pero atinaron por esconderse detrás de unas macetas que habían por ahí.

Kei al salir de esa habitación se notaba algo nervioso, pero cuando vio el horrible escondite de esos dos, soltó una pequeña risa, eran malos escondiéndose, de hecho se podía ver claramente dónde estaban, pero no podía ir tras ellos, debía hacerlo algo más importante.

En ese descuido Shoyo fue hasta la maseta de Tobio.

—Oye ya bajemos, creo que dirán algo. — susurró Shoyo, mientras volvía a sostener la mano del peli negro.

—Sí, usemos mi hechizo de teletransportación, así llegaremos antes de que nos vean.

— ... ¿Me estás diciendo que podías usar ese maldito hechizo todo este tiempo y dejaste que casi nos atrapen? — le reprochó Hinata.

El demonio retrocedió un poco su cabeza ante el regaño, pero no podía aguantarlo más, una risa un poco fuerte salió de su garganta, tras esa respuesta Hinata quería gritarle o golpearlo, pero no pudo hacer nada otra vez, sus labios se unieron, haciendo un poco de ruido.

Ambos se separaron y rieron un poco, para en unos segundos estar abajo, juntos todos, como si nada hubiera pasado, amaban ese hechizo de teletransportación.

El príncipe en su discurso de unos minutos, mientras ellos se besaban, se había convertido en rey, sinceramente nadie entendía lo que acababa de pasar, pero tampoco hicieron entender de que estaban confundidos, el pueblo aplaudió y gritó con júbilo ante la noticia.

Ahora solo les quedaba disfrutar de la fiesta y sí que lo harían.



Lazos Prohibidos, Versión KAGEHINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora