10:30 pm

151 31 60
                                    

Natalia sentía que llevaba horas mirando a su alrededor, escaneando rostros para encontrar a Patricio o asegurarse de que Marcelo estaba fuera de su alcance. La canción eterna que llevaba escuchando toda la noche —o al menos eso sentía— por fin terminó y la pista de baile empezó a despejarse poco a poco cuando una canción de salsa más suave empezó a sonar. 

No vio a ninguno de los hombres que buscaba y el estómago se le revolvió. ¿Qué iba a hacer cuando Patricio le dijera a Marcelo que era momento de pagarle la plata que le debía a Natalia? Seguramente Marcelo se preguntaría de qué plata estaba hablando el hombre y querría buscarla para hablar con ella...

Su corazón brincó y la boca se le secó. Regresó a su mesa cuando se dio cuenta de que estaba casi sola en la pista y se sentó en la mesa vacía. ¿Dónde estaba Patricio? 

Ay, no. Que no estuviera ahí sentado solo podía significar que estaba en algún lugar de la discoteca hablando con Marcelo sobre una deuda inexistente de una persona que lo acosaba y que casualmente era su ex. Qué vergüenza. Se imaginó la reacción de Marcelo. Cómo arrugaría su entrecejo como solía hacerlo cuando no entendía o dudaba sobre algo, seguramente miraría a todos lados buscando al supuesto deudor  —cosa bien difícil pues él era de ese tipo de personas que prefiere pagar todo de contado o no comprar nada— o preguntándole directamente quién era. Patricio, con toda seguridad, la señalaría a ella y en ese momento Marcelo se daría cuenta de que en realidad todo era una farsa y pensaría que además de mentirosa e infiel, era una acosadora. 

Las cosas no podrían ponerse peor para ella. Y se lo merecía. No solo por haber sido la peor novia de la vida si no por tomar decisiones impulsivas sin pensar en las consecuencias. De hecho, eso fue lo que la llevó a ser infiel y a cometer mil errores más de los que se arrepentiría hasta el día de su muerte.  

Como esa vez que iba a cenar con Marcelo al mejor restaurante de la ciudad, pero ella cambió todos los planes a través de un mensaje de texto:

Mensaje de Nata:

Hoy no tengo ganas de cenar elegante. Vamos con unos amigos a Lotus, mejor dejemos lo de hoy para otro día.

Mensaje de M:

¿Cuáles amigos?

Mensaje de Nata:

Carolina, Luciano, y creo que unos amigos de ellos...

Y el nuevo compañero de oficina que Carolina le había descrito de pe a pa y que ella tenía tantas ganas de ver y comprobar con sus propios ojos si era tan atractivo...

Mensaje de M:

Ok, amor, diviértete.

Mensaje de Nata:

;) 

Marcelo ni siquiera se había molestado, a pesar de que Natalia no le propuso que fuera con ella. Solo le entristeció haber preparado con esfuerzo esa cena especial en la que había pedido que le prepararan un postre sorpresa de chocolate donde Natalia descubriría su anillo de compromiso. No podía molestarse porque no era la primera vez que pasaba, de hecho así la había conocido, por un cambio de planes. Natalia era como el viento, sabes que sopla pero no puedes predecir hacia dónde ni con qué tanta fuerza.

Él amaba eso de ella. 

Pero a veces las cosas dulces pueden ser malas para la salud.

Natalia se enteró meses después de que esa misma noche Marcelo había ido al restaurante y había cenado solo. No por gusto, claro, a nadie le gusta cenar en el mismo restaurante en el que deberías estar con tu novia, diciéndote que sí se convertirá en tu esposa, pero los meseros y la misma gerente insistieron tanto que ni le cobraron la comida. Todos se sintieron mal de que la cena de pedida de mano se hubiera cancelado, y aunque Marcelo no les contó la verdadera razón, tenía el semblante tan triste que la gerente lo convenció de cenar por cuenta de la casa.

A un Martini del desastre - ONCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora