Epílogo

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Un año después.

Patricio había logrado su objetivo; no era el ganador del título de "La peor cita de Natalia". De hecho, salir con él había sido una noche en el cielo, comparándola con esa cita.

El tipo era amante de los silencios incómodos. Si ella no ponía tema de conversación, él no decía nada, y cuando hablaba, Natalia se arrepentía de haber hecho que el silencio acabara porque toda la charla giraba al rededor de su ex.

Pero en un año habían cambiado muchas cosas, especialmente ella. La terapia le había ayudado a mejorar su autoestima; ahora seguía sus propios consejos y no se conformaba con menos de lo que ella mereciera. 

Mientras el otro se quejaba de que su ex no apreciaba la buena música de Alex Lora, ella buscaba con su mirada algún entretenimiento, cuando vio algo que no había notado antes. Bueno, no algo sino a alguien. Su corazón se aceleró por primera vez en toda la noche.

En mucho tiempo, de hecho.

Patricio estaba sentado a unas cuantas mesas de ella, solo, manipulando su moderno celular y mirando a la puerta cada cinco segundos. Parecía estar esperando a alguien. Se veía muy bien; tenía su barba más corta que la última vez que lo vio, era solo una sombra muy bien recortada que definía su rostro y hacía juego con su cabello perfectamente peinado. Aún estaba en muy buena forma, solo que mucho mejor vestido que la última vez que lo vio. 

Recordó la noche en la que habían salido juntos, todo lo que lo había arrastrado a hacer y sonrió, ya no con vergüenza sino con algo de nostalgia. ¿Por qué no se habían vuelto a ver desde esa noche? 

Le dieron ganas de quedarse escuchando al perdedor con el que estaba, solo para ver cómo transcurría la noche de Patricio, pero reprimió el pensamiento al recordar a lo que había llegado eso en el pasado.

Era mejor buscar a la mesera para pedir la cuenta.

—¿Qué pasa? ¿Debes irte? ¿Alguna emergencia? —le preguntó él mientras ella sacaba su tarjeta débito para pagar su parte, tal como habían acordado.

Más de un año antes habría dicho que sí, que su casa se estaba incendiando o que debía recoger a su mascota de una fiesta, pero ahora no. Ahora enfrentaba la situación y decía la verdad; lo había hecho en casi todas sus últimas citas.

—Creo que tú y yo no somos compatibles, y seguir aquí sentados no nos llevará a ningún lado. Te agradezco de todas formas por el rato y espero que te vaya muy bien en todo lo que te propongas.

El tipo la miró con ojos muy abiertos pero ella no se preocupó. Sabía que era lo mejor y que él en algún momento lo entendería aunque ahora se sintiera ofendido. Pagó la cuenta, se levantó y caminó hacia la salida. Pero algo la detuvo a pocos pasos de salir.

Cuando por fin había decidido empezar a salir de nuevo, lo dejaban plantado

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Cuando por fin había decidido empezar a salir de nuevo, lo dejaban plantado. Patricio no podía tener peor suerte en el amor. Lo bueno era que ahora eso no le importaba tanto.

A un Martini del desastre - ONCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora